35. Beso de sangre

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Salimos de aquel pasillo, siendo llevados al patio sombrío de la casona. El exterior esta vez no estaba tan desértico, sino que la batalla de los ángeles contra los demonios se había extendido por todas partes y sobre todo alrededor de la casona. Los ángeles habían ganado terreno, haciendo que los seres de las tinieblas tuvieran que retroceder hasta la casona de Cronos.

— Será peligroso escapar por aquí — dijo Raguel, mirando hacia la batalla que nos rodeaba.

— Pero es peor allí abajo — aclaró Andrei viendo como comenzaba a ascender una bruma negra por el pasillo que llevaba al subsuelo. Aquel humo oscuro parecía consumir todo a su alrededor como un alquitrán enfurecido. Era Cronos, que ya liberado de los hombres sombras, estaba más enfurecido que nunca. Nunca se le había escapado una presa, nunca un demonio lo había traicionado, nunca un mestizo lo había desafiado. La humillación era la peor deshonra para un demonio de su linaje. Pronto saldría de aquella caverna a la superficie y nos daría caza por todo el infierno. El demonio devorador no descansaría hasta deshacerse de nosotros.

Sentí como Jared se estremecía a un lado mío y buscaba a Malcolm con la mirada. Era una imagen extraña. Aún no podía creer que aquel demonio nos acompañara, nunca lo creí posible. El mismo que había entregado a Amanda a su padre, ahora escapaba con nosotros, después de haber traicionado a su líder.

Mis ojos buscaron por inercia a Amanda, quien aún permanecía en brazos de Andrei. Sus ojos apenas se mantenían abiertos. Dudaba que en verdad estuviera del todo consciente. Me hubiera gustado tomarla de vuelta en mis brazos, pero sabía que no podía descuidar la seguridad del grupo por un capricho. Podría protegerlos mejor a Amanda y al resto si tenía las manos desocupadas para blandir mi espada sagrada. Y algo me decía que Malcolm batallaba con la misma problemática, la manera en que sus ojos azabaches buscaban constantemente a la chica, eran un claro indicador de que no quería perderla de vista, y de que, contrario a lo que siempre quiso mostrar, se preocupaba por ella.

— Tú, ¿conoces un lugar por el que podamos escapar sin ser vistos? — interrogué al demonio menor.

Jared se vio preocupado, lo vi negar varias veces antes de responder oralmente.

— No, es imposible. La batalla ha llegado a todos los rincones del infierno.

— Tiene que haber algún camino... — intentó Mayo, pero el incubo volvió a negar. No nos quedaba de otra que atravesar por en medio de la batalla.

— Bien, entonces caminen detrás de mí, Andrei ve al centro con Amanda — estando en medio de todos, estaría más protegida, y luego centré mi vista en aquel demonio. El me miró fijamente. Podía sentir la tensión entre nosotros —Malcolm — lo llamé —. Tú encárgate de cuidar la retaguardia.

Pensé que Malcolm se negaría o que le disgustaría recibir órdenes de mí, de un ángel, de su enemigo natural. Pero sólo me dio un leve asentimiento de cabeza, que fue suficiente para entender que colaboraría con nosotros.

Invoqué mi espada sagrada, al igual que mis alas. Vi como Malcolm alzaba sus manos a la altura de su pecho, él también estaba preparado para atacar al menor peligro, estaba dispuesto a dañar a uno de su especie para proteger a Amanda. ¿Qué fue lo que ha movido ese gran cambio en él? Mis ojos fueron imantados por aquella chica pálida, que se mantenía entre la conciencia y la inconciencia, por supuesto que había sido ella, sólo ella sería capaz de ablandar el negro corazón de un demonio. Miré a Jared, quien permanecía junto a Andrei, balanceando su mirada entre la chica y mi amigo. No, de dos demonios.

Sonreí. Amanda era especial.

Salimos por una abertura que encontramos en la verja que delimitaba el terreno de la casona. El agujero en la misma parecía haber sido hecho en el fragor de la batalla, ya que residuos de sombra y fuego la rodeaban. Desde allí debimos enfrentarnos a varios demonios que, al reconocernos como enemigos, no dudaron en alzar sus armas o garras en nuestra contra. Gracias a mi espada sagrada y al fuego de Malcolm, pudimos deshacernos de ellos sin muchas dificultades y avanzar por el campo de batalla. Pero no todos los demonios eran fáciles de sortear.

AngelusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora