Fui llevada a la habitación de siempre. Al principio presenté un poco de resistencia, pero, esta fue sustituida de inmediato por un shock que me arrancó cualquier forma de voluntad. Al comprender lo que acababa de suceder en su completitud, no podía actuar por mí misma, sólo me dejé llevar. Una mano, ceñida a mi antebrazo, me arrastró por aquel conocido pasillo.
Atravesamos dos puertas hasta que me hallé frente a la ducha.
— Límpiate — me dijo aquella voz que reconocí propia de Malcolm. Después sentí que la puerta detrás de mí se cerraba, así quedaba sola en esa pequeña habitación.
Pasé de largo el espejo. Esquivé su reflejo. Caminé directo hasta la ducha.
Mis dedos se sentían algo tiesos, como si una capa de algún liquido comenzara a secarse y dificultara la flexibilidad de la piel. Con los ojos bien abiertos, pero sin enfocar la vista en nada en particular, procedí a liberar cada botón de su ojal, uno a la vez, de manera perezosa y torpe, tomándome mi tiempo de manera lenta. Me sentía en un estado extraño, superfluo, como si flotara y no existiera en absoluto. Era como un sueño que no entendía.
Tiré la camisa a un lado y luego tomé el elástico de mi pantalón y arrugué este hasta mis tobillos. Este lo dejé junto a la camisa.
Mis pies pasaron por encima de la valla de la tina. Me quedé inmóvil allí, sintiendo frío, a causa de mi desnudes y de la humedad que me cubría.
Mis ojos encontraron, de manera involuntaria, mi reflejo sobre las baldosas de la ducha. A la imagen me vino el shock. Un nudo de lágrimas y bilis ascendió por todo mi esternón hasta alojarse en mi boca, de manera dolorosa y ahogante.
Giré la perilla que daba lugar a la entrada del agua, con nerviosismo. Mis dedos peleaban con aquel mecanismo, pues los temblores, que me atacaban el cuerpo entero, no me dejaban desenvolverme con soltura.
Logré activar el agua y una lluvia cayó sobre mi cabeza, empapándome el cuerpo completo.
Tenía frío. Pero sabía que esa no era la razón por la que mi cuerpo convulsionaba como un terremoto.
Mis ojos por fin se enfocaron, y lo hicieron sobre mis manos. El líquido que las cubría, que se había tornado amarronado, volvía a su color rojizo oscuro y espeso al humedecerse una vez más, en contacto con el agua de la ducha. Ese color rojo, carmín y brillante, me dio, como un flash, la imagen de una lluvia de sangre sobre mi cuerpo. Aquella lluvia de sangre aún permanecía en mi mente, el horrible recuerdo, y su huella en toda mi piel.
Todo el rojo que me cubría era el recuerdo de su muerte.
Tenía que deshacerme del rojo.
Comencé a tallar con fuerza mis brazos, mis piernas, mi costado, mi cabeza, mi estómago, mi pecho, todo, todo lo que tenía huellas de aquella lluvia carmín. Todo, todo me cubría. Era una pesadilla.
Mi piel comenzó a arder a causa de mi tallado excesivo y tosco. Pero debía hacerlo, debía limpiar la sangre en mí.
La sangre de María estaba sobre mí...
Un quejido de dolor escapó desde lo más profundo de mi garganta, mientras mis ojos se volvían nublados. Mis lágrimas se mezclaban con la lluvia de la ducha. No podía ver, pero si cerraba los ojos era peor, sobre mis párpados estaba la imagen de la lluvia de sangre, explotando sobre mi cabeza.
No podía.
No podía.
Tallé con fuerza, pero la sangre no se iba. No, esta vez era sangre nueva... creo que era mi propia sangre mezclándose con la de ella.
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Angelus
Paranormal*Advertencia* Angelus es la segunda parte de Daemonium. Puedes encontrar la historia en mi perfil.