Musa: II

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Era de noche, y Sanford estaba en su apartamento pegado a su única ventana. Estaba pintando el bello cielo nocturno que gobernaba en aquella solitaria noche. Daba lindos toques violeta, adornando este color con puntos blancos de diferentes tamaños que simulaban ser las radiantes estrellas y pintaba con gran detalle la luna con los colores amarillo y azul. Estaba concentrado en eso, pero, de sus tortuosos y ruidosos pensamientos, aún no salía el rostro del chico que en su sueño había aparecido y que en persona ya había presenciado.

Era un rostro tan lindo, con un contorno redondo, un leve sonrojo en sus mejillas que resaltaba mucho gracias a su piel gris, una puntiaguda y casi perfecta nariz y esos labios que parecían maquillados por un oscuro lápiz labial. Era atractivo.

El chico de lentes oscuros no termino su pintura del cielo nocturno, simplemente dió vuelta a la hoja para comenzar con un dibujo más.

Ya con la nueva hoja, empezó a golpear la punta de su lápiz contra la hoja en blanco, pensaba en qué podría dibujar ahora.

El rostro de ese chico era una buena idea ya que aún lo recordaba bastante bien y hacía mucho que no dibujaba algo realista o simplemente un retrato, y así lo hizo; empezó a dibujar a el chico desconocido en su libreta. Quién sabe cuánto demoraría, pero daba igual, de todos modos no es como si tuviera ganas de dormir.

[...]

3 horas. 3 largas horas dibujando el lindo rostro de ese chico desconocido. Al observarlo detenidamente, quizás sea algo extraño tener un retrato de la cara de alguien que no conoces.

Sanford acomodó su lápiz entre las hojas de la libreta, la cerró y la guardo dentro de su mochila; se quitó la camisa y se echó a su cama a dormir, aunque no precisamente a eso, simplemente veía al techo mientras imaginaba escenarios falsos, pero alegres, que jamás pasarán en su monótona rutina de vida. Siempre hacía lo mismo, terminaba por dormir entre sentimientos de culpabilidad por no llevar la vida de joven adulto que siempre quiso e imaginaba de niño. Era bastante depresivo, a decir verdad.

[...]

Las clases en su instituto estaban por terminar y el profesor de tecnología le había pedido a Sanford que llevara una gran cantidad de papeles a la dirección, por lo que no pudo guardar sus cosas en la mochila a tiempo. Había dejado casi todo en su pupitre.

Cuando ya había dejado todos esos papeles, regresó a su salón para comenzar a guardar sus cosas e irse pero, cuando llegó, se sorprendió un poco (por no decir mucho) al ver a un chico que revisaba su cuaderno de dibujos. ¿Qué demonios está haciendo?

—¡Hey, tú! ¿Qué demonios estás viendo? —. Sanford volteó bruscamente al que estaba de metiche con sus cosas, quedando aún más sorprendido al darse cuenta de quién se trataba.

—¡Lo siento! Me castigaron y me obligaron a limpiar algunos salones y vi todas estas cosas aquí. Perdón por ver tu libreta —. Era él, el chico de sus sueños. No sabía qué decir. ¿Habrá visto el dibujo que hizo de su rostro? Ojalá y no.

—No hay problema. Mejor, déjame recoger mi mesa —. Sanford guardó sus mientras que el otro comenzó a barrer. No apartaba su vista.

[...]

Ya estaba en el autobús camino a su apartamento. Estaba casi vacío, normalmente a esa hora el bus estaba lleno de gente ya que todos salen de la escuela o del trabajo. Esta vez, parecía ser diferente.

Estaba sentado hasta atrás, veía la ventana mientras escuchaba música, pero esto fue interrumpido cuando sintió que tocaban su hombro.

—Hola —, una suave voz lo saludo. Era ese chico de nuevo, ¿Cuántos encuentros con él quería el destino? —Soy el chico de esta mañana. perdón por lo de tu libreta, es que...sentí un poco de curiosidad al verla. Dibujas bastante bien, por cierto.

—Gracias.

—Oye, ¿Te molesta si me siento a tu lado? —. Sanford se quedó pensando. Luego, asintió.

Ahora, ambos estaban sentados juntos en ese sucio asiento.

—¿Qué estás escuchando? —. Preguntó ese chico en un intento de romper el silencio que los invadía.

RadioHead —. Contestó Sanford con notables nervios.

—¡A mí también me gusta RadioHead! ¿Cuál canción estás escuchando?

Fake plastic trees.

—¿Puedo escuchar contigo? —. Sanford aceptó, dándole el audífono.

Ahora, ambos escuchaban música juntos, compartiendo audífonos. Sanford no podía evitar sentirse nervioso con la presencia de ese chico.

—¿Cómo te llamas?

—Sanford.

—Yo soy Deimos —. Deimos era el nombre de aquel chico metiche.

El de gorra gris intentó iniciar una charla con el otro, logrado con éxito; hablaban sobre esa banda, se dieron cuenta de lo mucho que tenían en común; a ambos les gustaba el mismo estilo de música, les gustaba dibujar, jugar videojuegos y muchas cosas más. Era como si se conocieran de años, pero no era así, sólo se conocían de 5 minutos. 5 minutos que para el de lentes oscuros, eran como todo un alegre siglo de amistad.

[...]

Deimos se bajó del autobús. Ya había llegado a su parada. Se despidió muy alegre de Sanford.

Sanford quedó encantado con ese lindo chico. Sentía que debía conocerlo mejor, que debían hacerse amigos. Muchas lindas ideas sobre una amistad cruzaron por su cabeza, haciéndolo sentir algo tan cálido en su pecho.

Ya había llegado a la parada que tenía más cerca de su apartamento.

[...]

Sanford estaba sentado en el sofá mientras jugaba videojuegos, simplemente desperdiciando su tiempo, aunque bueno, no tenía más que hacer.

Game over.

Dejó el oscuro y costoso mando en el sofá y se fue a su habitación, aburrido y sin ganas de nada.

Dibujar, como siempre, era algo que lo sacaba de su infelicidad y aparte le quitaba el aburrimiento.

Cuando realmente estaba aburrido gustaba de dibujar personajes animados de animes u videojuegos. Samus, la hermosa protagonista del videojuego Metroid, era un ejemplo de ello; tenía uno que otro dibujo de este personaje en su libreta.

Así lo hizo, otro dibujo de esta chica sumado a la libreta. ¿Ahora qué?

No lo sabía. Todo esto era tan aburrido, que podría suicidarse por diversión.

Se dirigió a un polvoriento cajón que se hallaba bajo su cama. Dentro de él, había muchos pinceles acompañados de pinturas que parecían estar perdiendo su color. Comenzó a pintar garabatos con éstas en su libreta; nada con sentido, nada con sentimiento.

¿Y si pintaba de nuevo el rostro de ese chico?

No era mala idea.

[...]

Termino. Tardó mucho esta vez, bueno.

Sanford se quedó dormido mientras pintaba. Se había acomodado en la silla en la se encontraba y así, se quedó dormido. No sin antes terminar su pintura, claro.





NOTA:
Hola, banda. Disculpen si hay errores, este capítulo también lo estaba escribiendo apurada. Así que discúlpenme, gente bonita.
También, quería mencionar esto:
En serio, muchas gracias por leer esta historia mal hecha! ya son 900 leídas y 100 estrellas. Que felicidad. Neta, que chingón. Muchas gracias!
También, cambie el nombre y portada de la historia.

"A Love In Nevada࿐MC"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora