Musa: III

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Era hora del almuerzo. Sanford, Hank y 2B estaban charlando en la azotea, bueno, en realidad los que estaban hablando eran Hank y 2B. Cuando estos dos hablaban parecía que nada a su alrededor les era importante.

—¡Hank! —. La puerta que conducía a la azotea se abrió de golpe con una fuerte patada. Era Tricky, el estúpido payaso que tenía una enferma obsesión con matar a Hank. Otra vez venía a fastidiar la tranquilidad.

—De nuevo este imbécil... —. Exclamó 2B, un tanto fastidiado.

Tricky se paró frente a Hank, mirándolo de forma amenazante.

—Oye, tonto, esta vez no te ví en la cafetería! —. Mencionó este payaso, indignado.

—Cierra la boca, bastardo. Vete de aquí, no tengo ganas de verte —. Respondió Hank.

—¡Ah, claro! Olvide que pasabas tiempo con tu novio. Cómo lo siento —. Bufó Tricky sobre 2B en un intento de irritar a Hank, haciendo que se levanté peligrosamente de su banca.

Ambos iniciaron una pelea de insultos en la que el payaso tenía toda la victoria. Hank le dió un fuerte golpe en la boca para que dejara de hacerse el chistoso, iniciando una verdadera pelea física.

2B observaba aburrido esta escena. Siempre era lo mismo con estos dos inmaduros. Sanford soltó un pesado suspiro y se fue.

[...]

Entró al salón que corresponde al módulo de música. Durante la hora del almuerzo o simplemente horas libres, los alumnos tenían permiso de entrar al salón de música, cocina y natación.

En esta sala, había un hermoso piano de liza madera oscura acompañado de un elegante banquito de cuero blanco. Era un instrumento muy elegante del cual Sanford tenía sólo un poco de experiencia tocando, pero era mejor que algunos otros de sus compañeros de aula.

Se sentó en el banquito y se dirigió a las gélidas teclas que aún parecían intactas. Movía sus dedos con elegancia y las pulsaba sin mucha fuerza. Tocaba la 5ta sinfonía que de memoria se sabía.

Ponía toda su atención en el instrumento y la canción que tocaba, pero termino de tocar cuando presiono una nota equivocada, haciendo que se oiga fuerte y desafinado.

—¡Increíble, también tocas el piano!

—Otra vez tú, Deimos.

Ahí estaba de nuevo ese chico de gorra gris y lindo rostro pegado al marco de la puerta. Era obvio que ya todas esas veces que se habían encontrado no eran coincidencia.

—Tocas muy bien. Yo no puedo salir de la flauta —, Mencionó Deimos un tanto avergonzado. Se notaba que el otro era un chico realmente talentoso.
—¿Puedes enseñarme, Sanford?

El contrario sintió una cálida sensación en su pecho al escuchar su nombre ser mencionado con la suave voz de Deimos.

—¿Enseñarte? ¿Por qué?

—Nomás. Se ve divertido —. Sanford frunció el ceño confundido ante aquella petición, pero no la rechazó. No quería, en realidad.

Hizo un espacio en el banquito para Deimos. Éste, feliz, se sentó a su lado.

—Sólo sigue mis pasos.

Presionó lentamente las teclas. Deimos hacía lo mismo después de él. Así lo hicieron sucesivamente hasta lograr que la canción agarré melodía.

Ambos se detuvieron cuando Sanford presionó por accidente una de las teclas graves, arruinando la canción sólo por ver al contrario.

—Lo siento, ¿Iniciamos de nuevo?

—Sí, vas.

Continuaron tocando juntos hasta que la campana sonó, dando por terminado el receso. Sanford se despidió de Deimos alegremente pero, cuando estaban por cruzar la puerta, éste lo detuvo, quien se aferró por unos segundos a su brazo.

—¿Qué pasa? Ya hay que irnos.

—Bueno es que... —, Deimos parecía sentir vergüenza, evitaba mirarlo a los ojos —Me preguntaba ¿Si quisieras almorzar conmigo mañana en la cafetería, o algo por el estilo?

Bajó la mirada con nervios. Desde hace unos días quería hacerse amigo de Sanford, pero no sabía cómo pedírselo o hablarle. Al día siguiente sería viernes, por lo que era como su última oportunidad.

—Claro que sí, me encantaría. Yo casi no pasó tiempo con mis amigos.

[...]

Psicología, otro aburrido módulo. Estaba claro que en esa escuela tanto hombres como mujeres tenían algo raro metido a la cabeza; algunos tenían tendencias psicópatas, problemas de irá y otros muchos transtornos. Esa clase era muy inútil para todas y todos. Deimoss era el que más estaba perdiendo tiempo en esa clase; pretendía prestar atención al profesor, cuando en realidad veía a cualquier lado menos al pizarrón.

Él y Sanford ya habían acordado que se verían mañana en la cafetería. Por lo tanto, se sentía feliz para sus adentros.

Pensaba que él era alguien muy genial por los numerosos talentos que posee.

El día parecía hacerse más largo con esa aburrida clase. Él solo quería que fuese mañana.

"A Love In Nevada࿐MC"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora