La compañía del penar: V

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El sucio reloj que por la pared colgaba marcaba las 2 de la mañana con 30 minutos, hora que Deimoss le había acordado a Sanford.

-Hey, ya estoy aquí. - dijo la voz de Sanford a través del celular de Deimoss.

-Ok, espérame.

Deimoss tomó su vieja mochila en la que cargaba algunos limpios vendajes acompañados de unas tijeras, la puso entre sus hombros y, muy silencioso, empezó a bajar las escaleras para ir a la puerta e irse. Así lo hizo, pudo salir totalmente victorioso de su casa. Pero, cuando ya estaba acelerando el paso en el jardín para ir al auto que lo esperaba, se detuvo asustado.

-Deimoss, ¿Qué crees que haces? - Phobos, otra vez. Estaba parado en la puerta, Deimoss se dió media vuelta, estupefacto.

-¡Phobos! - Deimoss apretó las cuerdas de su mochila -¡No digas nada, por favor! - Phobos iba a ir con Deimoss, pero se quedó quieto al escucharlo suplicar.

Phobos suspiró molesto y cerró la puerta tras de sí. Deimoss empezó a agradecer internamente esa reacción para volver a acelerar su paso al carro que lo esperaba al otro extremo de la banqueta.

Phobos volvió a su habitación, se sentó en la orilla del colchón de su cama, miraba hacia abajo, meditando un recuerdo que le causaban tortuosa nostalgia. Su corazón comenzó a latir de la ira que su cabeza amenzaba, abrazándose a sí mismo para enterrarse sus uñas en la piel, queriendo gritar para liberar todos los sentimientos que no pudo expresar en ese momento tan horrible. Ese momento que su cabeza marcó y que se volvería la razón de sus problemas. El recuerdo.

[...]

Una joven mujer de tez gris había conocido a un hombre que, a su respectiva inmadurez femenina, era el correcto, era quien la encantaba y pintaba de colores tan vivos su joven corazón inexperto en estos temas tan desagradables. El destino puso al lado suyo a ese hombre, quien también expresaba cierta atracción por la joven señorita enamorada. Ambos reían y agradecían la existencia del otro, viendo fijas sus rosadas mejillas y esos invisibles ojos que tanto deseo reflejaban. Se amaban, después de todo.

Un día, en una gélida noche en la que las estrellas reinaban con su brillante luz que iluminaba todo a su paso, la pareja, ya siendo adultos y llevando años juntos, decidieron demostrarse todo su amor frente a la mínima luz de luna, disfrutando inconscientemente ese excitante momento de romántica soledad. Fue luego de eso que el problema comenzó. El recuerdo.

Ya 9 meses después de esa noche juntos, la ya joven adulta mujer no volvería a ver al hombre que amaba, cargando entre brazos a quien ella trajo al mundo, viendo al horizonte la silueta de su pareja desvanecerse de forma lenta, llenando de lágrimas sus femeninas cuencas que simulaban ojos. Su tristeza de desamor fue detenida por su bebé cuando empezó a llorar.

-Phobos, no es un buen momento. - pidió la chica con lágrimas, arrullando a su bebé entre brazos.

No pasó mucho para que la chica buscara un trabajo con el que pudiera alimentar la boca de su pequeño hijo. Ponía tanto esfuerzo en ello, su motivación era su bebé, abrazando con tanto cariño al niño antes de irse a la fábrica a trabajar, donde pasaría horas lastimando su espalda.

La chica, en la fábrica, conoció a otro hombre, alguien que lucía amable de cara y que tenía una muy simpática personalidad. ¡Una lastima!

Ambos, cuando terminaba la hora del trabajo, se veían en las afueras de la fábrica. Ambos hablaban de su vida, la chica ya le había hablado a aquel hombre sobre su bebé, el chico quedó confundido ante esa confesión. A sus ojos esa mujer se veía muy joven como para ya tener que mantener una presencia.

"A Love In Nevada࿐MC"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora