Prólogo

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Su mano estaba aferrada a la pequeña de su bebé haciéndole caricias mientras le cantaba en voz baja para ayudar a su hijo a dormirse. Su voz era cortada de vez en cuándo por culpa de un sollozó y el pitido de la máquina a la que su pequeño cachorrito estaba conectado.

Sus ojos estaban hinchados y dolían por todo lo que había llorado además de que hacía dos noches que no dormía.

Su pequeño bebé había tenido una recaída y su tiempo, antes escaso, se hizo aún menos. Su cachorro necesitaba un corazón nuevo, pero no había donantes, su dinero se estaba agotando y los tratamientos de su bebé ni siquiera estaban cerca de terminarse.

- Lo siento, señor, pero no le quedan más de unas semanas... Haremos todo lo posible para que esté cómodo y buscaremos moverlo a un puesto más alto en la lista de donantes.. Lo siento

La voz del médico hacía eco en su cabeza una y otra vez.

- Papi?

- ¿Si, amor?

- ¿Te ruele ado?

Le sonríe a su cachorrito de forma temblorosa y acaricia su mano negando.

- Nada, hermoso, duerme que es tarde

- Te amo, Papi

- Te amo, bebé... Infinitamente

- Ifimitamende

Ríe en voz baja besando la mano de su bebé rogando por un milagro.

-

Dos días después...

- Debes venir al hospital ahora mismo!

- ¿Qué? ¿Qué sucedió?

- El mocoso se calló, le dije que su bicho era un salvaje

- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo que se calló?! ¡¿Qué es lo que sucedió?!

- Es un salvaje horrible y mal educado! Le dije mil veces que se alejará de la ventana, pero me ignoro

Deja de pensar una y otra vez en la llamada de la niñera cuándo ve al médico salir, un estremecimiento recorrió su cuerpo al ver su bata llena de sangre, pero la tristeza en sus ojos le dijo todo.

- Lo siento.. No pudimos hacer nada por él

Se cubre el rostro con las manos sintiendo como si una mano se apretará en su garganta asfixiándolo, se deja guiar por el médico hasta la silla dónde había estado sentado.

Se jala el cabello rompiendo a llorar como si con eso pudiera aliviar su alma, como si eso trajera de nuevo a su pequeño cachorro.

Esto no le podía estar ocurriendo. Era buena persona, cuidaba de su hijo, era bueno en su trabajo y siempre estaba con sus amigos cuando lo necesitaban, ni siquiera tiraba los papeles de los caramelos. Esto tenía que ser una horrible pesadilla. Una realidad alternativa, si eso tenía que ser.

- Lo siento mucho, señor.. 

De corazón a corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora