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Luisita es una chica alegre, de carácter tranquilo, siempre tiene una sonrisa dulce para todos y siempre está cuando se la necesita. A sus 29 años tiene un trabajo que le gusta, un novio que la adora y una familia maravillosa.

Tenía una vida tranquila en Nueva York.
Vivía muy cerca de sus padres y sus dos hermanas.
María es la mayor, se llevan cuatro años pero eso nunca ha sido un problema para ellas, siempre ha sido su amiga y su confidente. La que le ha sacado de algún que otro lío y la que le aguanta todo y más. Tienen una relación envidiable y adorable.
Luego está la pequeña Catalina de cinco años, vino por sorpresa pero se llevó el amor de todos. Es la  consentida de la familia y su pequeña gran debilidad.

También está Mateo, su pareja. Es el abogado de la familia Gómez, se conocieron cuando él fue al restaurante familiar por primera vez. Fue amor a primera vista, un flechazo, según cuentan ellos siempre que les preguntan. Sólo les bastó unos minutos de conversación y una cena varios días después para darse cuenta de que lo suyo sería para siempre. Llevan ya cuatro años y dos viviendo juntos. Mateo quiere, apoya, respeta y ama a Luisita cómo nunca amó a nadie.

Cuando Cata cumplió los tres años, se empezó a encontrar mal, se cansaba en cuánto hacía el mínimo esfuerzo y se llegó a desmayar varias veces. En el último desmayo tuvieron que llevarla al hospital y después de varias pruebas dieron con que tenía miocarditis, es una inflamación del miocardio. Cuando el corazón se inflama, no puede bombear tan eficazmente debido a la hinchazón y al daño sufrido por sus células. Así fue cómo se lo explicaron los médicos. Probaron varios tratamientos, aseguraron que funcionaría que había que dar tiempo a su corazón para que lo aceptara, pero no lo hizo. Su corazón era más grande de lo normal y no podía hacer su función bien. Y esta vez la solución era una más difícil. Esperar por uno corazón. Necesitaba un transplante.

Después de mucho dialogar, de poner todos los pros y contras en una balanza. Y sobre todo gracias a unos amigos de sus padres, decidieron ir a Madrid. Ahí se encontraba el mejor hospital con los mejores cardiólogos.
Estos amigos de sus padres, tenían una amiga, que era la Jefa de Cardiología del Hospital Universitario Las Estrellas. Estaba especializada en pediatría, por lo que hicieron una llamada y en pocos días ya tenía una habitación.

No se podían ir todos a la vez y dejar todos los restaurantes de la ciudad colgados. Por lo que las hermanas Gómez convencieron a sus padres para que fueran ellas dos con su hermana. Se encargarían de todo. Les costó convencerles, también querían dejar todo e ir con su pequeña, pero sus hijas sabían todo el esfuerzo que habían echo para lograr todo lo que tenían y el gran nombre que tenían, no podían permitir que lo echaran todo a perder. Tras varias discursiones cedieron, quedaron en llamarse todos los días y videollamadas también. Explicaron a su pequeña el porqué se tenían que distanciar por un tiempo. Al principio se quedó triste, pero después con ayuda de Luisita, su tía favorita y debilidad también, logró que no lo estuviera tanto. Ella estaba al tanto de su enfermedad, no quisieron ocultárselo, se lo contaban de una forma que no le afectara tanto, pero no querían que viviera en una mentira. Y ella para su corta edad, se enteraba de todo. Sabía que necesitaba un corazón para poder estar bien del todo y así poder hacer todo lo que hacían los niños de su edad.

A los pocos días llegaron a Madrid, gracias a los contactos de Mateo pudieron conseguir un piso rápido, amplio para vivir los tres y cerca del hospital. Eso era lo más importante. Para ir al restaurante ya irían en coche.

La segunda parada que hicieron fue ir al restaurante, se encontraba en el centro de la ciudad, era muy conocido y tenía muy buenos comentarios. Fueron todos en familia a presentarse y allí conocieron a Marina, la encargada y la culpable de todo el éxito que estaba teniendo. Congeniaron muy bien con ella, les dio mucha confianza, habían estado hablando días antes con ella para explicarle de los cambios que habría y hacerle saber de la situación tan delicada que vivían. Marina entendió todo la perfección y prestó su ayuda para todo lo que necesitaran. Ella seguiría llevando todo igual, lo único estarían ellas también, aunque sin horarios fijos debido a que lo tendrían que compaginar con el hospital. Estarían trabajando como las que más por su puesto, eso iba en el gen Gómez.
Y así fue cómo Marina se convirtió en un gran apoyo. Y con el paso de los días en una gran amiga.

Un Corazón llamado Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora