XX

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Se quedaron ahí en silencio, a poca distancia, mirándose y dedicándose una sonrisa llena de intenciones. Diciéndose con los ojos que esta vez sí que iban a hablar sin miedos a la verdad.

- Yo ... - volvieron a decir a la vez, negaron levemente con su cabeza hacia los lados y se mordieron la sonrisa. Todo sin dejar de mirarse.

- Hola - saludó tímida Amelia.

- Estaba pensando en ti, en verte - comentó Luisita tímida también, pero sin dejar de sonreír.

- Yo también ...

- ¿Quieres que vayamos a tomar algo? - Amelia asintió y caminaron unos metros hasta que vieron el primer bar y entraron.

Sonreían sin saber cómo empezar. Aunque fueran con una actitud totalmente diferente y decididas a darse otra oportunidad, Amelia tenía y quería sacar esas dudas y esos miedos que llevaba dentro, pero no era tan fácil, aunque tuviera todas las palabras en la mente, era verla, tenerla enfrente y bloquearse. Pero suspiró profundo y decidió empezar.

- Luisita yo quería verte porque el otro día me fui sin decirte todo lo que quería y .. - pero se quedó callada sin saber cómo seguir.

- Tranquila Amelia, soy yo y estoy aquí, dime lo que quieras - le dedicó una sonrisa que a Amelia le dio fuerzas para seguir.

- Lo primero me gustó todo lo que me dijiste ayer, me gustó tanto que me asusté y por eso me fui - Luisita no podía dejar de sonreír - y bueno me quedé con las ganas de contarte como me fueron esos días en los que.. bueno ya sabes... - A la rubia se le fue la sonrisa pero no dudó en coger su mano para transmitirle calma pero logró todo lo contrario - y .. - no podía seguir.
Miró sus ojos, quería hablar pero no le salían las palabras, hizo el amago de levantarse e irse pero Luisita fue más rápida y tiró de su mano suavemente para que no lo hiciera. Y ahí con sus manos juntas se quedaron unos segundos, pero al ver en sus ojos miel tanto agobio y desesperación, Luisita se levantó ofreciendo su mano a Amelia y esta no dudó en dársela. Salieron de aquel bar, del que no habían tenido tiempo de pedir nada y se sentaron en un banco intentando alejarse lo más posible de las ruidosas calles del centro de Madrid.

- Amelia dime lo que tienes ahí dentro por favor, suéltalo de una vez - le dijo Luisita en un tono tranquilo, sabía que quería decir algo pero no le salía. Después de mirarse a los ojos y de entenderse, Amelia empezó a sacar todo lo que llevaba dentro.

- ¿Sabes qué me pasa Luisita? ¿Lo que más me duele? ¿Lo que llevo pensando meses? - la rubia asentía sin querer interrumpir - Qué cuando te veo, sabiendo todo lo que sé y pasando todo lo que hemos pasado, no sé si me estás mirando a mí o a él. Y te juro que lo he intentado, he intentado sacar esos pensamientos de aquí y de aquí - señalando primero su cabeza y luego su corazón - pero no lo puedo evitar. Después de todo lo que me dijiste la última vez yo... - se le estaba apagando la voz y Luisita no podía estar más enfadada con ella misma por haber soltado todas esas palabras que no sentía - Es que es todo tan... - se dio la vuelta, quitándose la primeras lagrimas que salían, no la podía seguir mirando.

- Amelia mírame, mírame por favor - giró su cuerpo despacio y se quedaron frente a frente - te pido perdón por todo lo que te dije, no lo sentía, hablaba mi dolor ahí - tragó saliva y siguió hablando - Yo.. he pensado mucho en eso ¿sabes? Y llegué a una conclusión bastante rápido - Amelia observaba y escuchaba atenta cada palabra, por que de lo que dijera en ese momento, dependía su futuro - Y es, que yo me enamoré de ti antes de enterarme de quién era el corazón que llevas. Me enamoré de ti y solo de ti Amelia - No pudo evitar sonreír ante aquellas palabras y sin darse cuenta sintió cómo volvía a respirar, se estaba aguantando la respiración a esperas de escuchar lo que le tuviera que decir - Luego cuando me enteré de todo, no te niego que me vinieron muchas dudas y muchos pensamientos negativos y fui muy tonta esos días, pero luego pensé y pensé mucho y con ayuda de mi psicóloga llegué a otra conclusión. ¿Quieres saber cuál es? - Amelia asintió con los ojos llorosos - Pues que él me quería tanto que me quiso mandar una mujer maravillosa para que me hiciera feliz, para que me volviera a recordar lo maravillosa que es la vida. Y aunque las circunstancias fueron las que fueron, tú me haces feliz Amelia, tú has echo que el dolor que siento y que sentía no duela tanto, tú con tu sonrisa y tu forma de quererme has echo que vuelva a creer en el amor. Tú me curaste y salvaste mi corazón ¿no te das cuenta? Que eres tú y todo el rato tú. Que siempre has sido y serás tú.

Un Corazón llamado Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora