XXII

1.8K 188 81
                                    



Una hora después llegaron a su destino, nada más bajarse del coche respiraron ese aire tan puro y característico de la zona y a Amelia se le olvidó el enfado con la rubia, en realidad se le había pasado en cuánto le dedicó una sonrisa y un te quiero pero quería hacerse un poco la dura, aunque a quién quería engañar, con ella no podía serlo, la rubia era su debilidad y así sería siempre.
Fueron las primeras en llegar, su hermana llegaría por la noche y sus padres al día siguiente. Por lo que tenían un día entero para ellas, para disfrutar de la sierra, de la naturaleza, para respirar libertad.
Luisita como buena organizadora e impaciente que era quiso llegar la primera y tenerlo todo controlado.
Abrió con las llaves que le dieron sus padres y eligieron habitación. Dejaron sus cosas y salieron a pasear.
A ambas les encantaba ese ambiente de tranquilidad, de naturaleza y se enamoraron enseguida de las vistas y del lugar.
Al caer la noche, después de la caminata que se dieron nada más llegar y de dejar todo preparado para el día siguiente, se durmieron enseguida. Ni siquiera oyeron a María y Natalia que llegaron un rato después.

Por la mañana fue la rubia quién se despertó primero, después de contemplar a la mujer que tenía al lado, se fue en busca del desayuno ya que la cocina no estaría abierta hasta la noche.
Por suerte, encontró una churrería cerca y sonrió porque hacía mucho tiempo que no desayunaba chocolate con churros.
Cuando llegó, Amelia aún dormía, la rubia colocó lo que llevaba en una bandeja y se acercó a despertarla.

- Buenos días amor - acompañó esa frase con varios besos en su cara.

- N quidnern - y Luisita no pudo evitar soltar una risa, le parecía adorable esta Amelia. Bueno en realidad todas.

- He traído el desayuno - le susurró más cerca y Amelia empezaba a abrir sus ojos - va que se enfría - dejó un beso más en su mejilla y acercó la bandeja a la cama.

Y la morena ya con ese olor se terminó de despertar. Se sentó en la cama y después de dedicarle una sonrisa empezó a comer.

- Hacía tanto que no comía esto.. mmm está riquísimo - se acercó a la rubia - gracias cariño - le dio un beso largo.

- Sabes a chocolate - le dijo limpiándose sus labios con una gran sonrisa.

Terminaron de desayunar, se dieron una ducha rápida y fueron al encuentro de María y Natalia.

Y ahí estaban caminando las cuatro, Luisita se quedó atrás admirando una vez más aquellas vistas, no se cansaría nunca de ellas.

- Venga Rubita vamos que nos quedamos atrás - dijo con una risa en tono divertido.

Pero en cuánto oyeron aquella palabra María se dio la vuelta y buscó la mirada de su hermana que era igual que la suya. Sólo había una persona que la llamaba así, sobre todo cuando estaban los tres en casa. Y esa persona ya no estaba entre ellas.

- ¿Cómo has dicho? - se acercó a la morena con el rostro serio.

- Rubita.. ¿no te gusta? - preguntó con dudas.

- No - contestó seca y con los ojos llorosos.

- Ey... ¿qué pasa? - se acercó más a ella preocupada.

- Así me llamaba Mateo.. - logró decir después de unos segundos de silencio.

- ¿Qué? ¿Enserio? - esa respuesta no se la esperaba - lo siento, no quise.. no pensé que.. - se estaba poniendo nerviosa - Crees que tenga que ver con qué yo... - No pudo acabar la frase.

- No, no, vamos no lo creo.. - se quedó en sus pensamientos unos segundos.

- Joder esto es demasiado.. perdóname - seguía Amelia con un tono de preocupación.

Un Corazón llamado Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora