XV

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Ahí iban las dos caminando, sin prisas, en un silencio cómodo, sin importar la oscuridad del día ni la posible tormenta que acabaría por caer en cualquier momento. Se dirigían al hospital dónde Luisita derramó tantas lágrimas y en el que tantos recuerdos tristes le venían a la mente. Llegaban a aquel hospital donde tuvo que despedirse de dos personas que quiso y quería tanto, dos personas que le enseñaron que da igual las circunstancias o los golpes de la vida, esta sigue y hay que seguir viviéndola.
Cuando estaban enfrente de la puerta principal paró en seco. Amelia se dio cuenta enseguida del porqué y se arrepintió por haberla pedido que la acompañara.

- No te tenía que haber pedido que me acompañaras... - confesó al observar la expresión de su cara.

- Tranquila, en algún momento tenía que volver ¿no? - se giró a regalarle una sonrisa tierna - y prefiero que sea contigo - se acercó a sus labios dejando un suave beso en ellos.

- Admiro tanto como te enfrentas a todo ... - acarició su mejilla y Luisita le dedicó una sonrisa, porque eso fue lo que le enseñaron ellos, su hermana y Mateo le daban esa fuerza que necesitaba para seguir adelante.

Entrelazaron sus manos y se dirigieron con paso lento pero firme hacia la entrada, Luisita suspiró hondo y cerró por un segundo sus ojos, y cuando los abrió se encontró con los de Amelia dándole esa calma y seguridad que siempre le transmitían.

En la misma planta dónde estaba la consulta de Lourdes, se encontraron de frente con Sara, era una posibilidad que contemplaban ambas pero no sabían qué se fuera a cumplir nada más llegar. Luisita soltó su mano por impulso.

- Amelia... - sonrió al verla - ¿qué tal estás? - se acercó y habló en un tono suave.

- Bien, Sara, Gracias - fue amable pero breve y cortante, no quería alargar más ese momento.

- Me sigo preocupando por ti... - comentó en un tono más bajo y sin dejar de mirarla. Y eso fue lo que llenó de más rabia y ¿celos? a Luisita. Amelia lo estaba notando y sin pensarlo cogió su mano transmitiendo tranquilidad.

- Pues ya no hace falta de verdad, te lo agradezco pero estoy bien, está todo bien - siguió hablando sin dejar de acariciar la mano de Luisita.

Sara se dejó llevar por ese movimiento fijándose en sus manos para después encontrarse con la mirada de la rubia.

- Hola Luisita - saludó sin dejar de mirar sus manos unidas.

- Hola Sara - contestó lo más cordial que le salió. Cada recuerdo que tenía con ella seguía doliendo.

- Luisita yo siento mucho lo de tu hermana. Yo... - cada vez que la miraba le venía la culpa de golpe.

- Ya está Sara. Ya no se puede hacer nada. ¿Nos vamos? - se giró a mirar a Amelia dando por finalizado ese momento que asintió y con un gesto y media sonrisa se despidieron de Sara. A Amelia le daba pena haber acabado así, pero después de todo lo que pasó y todo lo que sentía por la persona que tenía a su lado, no podía ser de otra manera.

- Lo siento Luisita no quería que esto pasara.. - comentó mientras seguían su camino rompiendo aquel silencio extraño que se había formado entre ellas.

- No es tu culpa Amelia, y ahora vamos que Lourdes nos espera - comentó con su mejor sonrisa para tranquilizar a la morena.

Lourdes sonrió al escuchar a Amelia pero su sonrisa se agrandó cuando vio quién era su acompañante y se alegró mucho por ellas, sólo había que fijarse en cómo brillaban sus ojos y en cómo iluminaban cualquier lugar con su sola presencia.
Estuvieron unos minutos hablando de sus cosas hasta que ya empezaron con las pruebas que tenían que hacer. Cuando le tocaba mirar la cicatriz le pidió a la rubia que saliera, diciendo que eran normas del hospital y se quedaron a solas. Amelia aprovechó para sacar un tema que no dejaba de dar vueltas en su cabeza.

Un Corazón llamado Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora