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Pasaron exactamente 87660 minutos, 5259600 segundos y 60 días. Dos meses en los que Luisita dejó de ser Luisita. Desde que Mateo falleció en aquel fatídico accidente, su nueva rutina se basaba en ir de su casa al hospital y de ahí al trabajo. No hablaba con nadie, solo lo justo y necesario, no sonreía, solo en el trabajo y aun así le costaba, y comía menos.
Ella solo se aferraba en su hermana, en estar por y para ella, en hacerla reír el poquito rato que estaba despierta y refugiarse en sus bracitos cuando estos le pedían mimos.

Toda su familia estaba muy preocupada.
Su hermana y Marina eran quién más tiempo pasaban con ella, la veían todos los días en el trabajo intentando poner una sonrisa a sus clientes pero había veces que le era imposible. Su cuerpo iba solo de una mesa a otra haciendo pasar los minutos para irse de ahí. La marcha de Mateo y luego su corazón que no pudo ser para su hermana terminó de hundirla en ese pozo sin fondo en el que estaba. No sabían cómo ayudarla porque ella no quería escuchar, no quería hablar, no quería desahogarse con nadie. Estaba metida en su mundo en el que sólo estaba su hermana pequeña.
Sus padres intentaron hablar con ella pero se negaba. Su padre intentó que se rompiera cómo cuando era más pequeña y estaba triste o enfadada y le explicaba que se habían metido con ella, pero se encerraba en su habitación y hasta el día siguiente no salía.

Como cada mañana estaba despierta antes de que le sonara el despertador, no sabía porqué pero le relajaba ver el amanecer desde su ventana. Ahí decidió que ese día no iría a trabajar. Ese día quería pasarlo con su hermana pequeña. Se lo comentó a su hermana en el desayuno y tras su visto bueno se fue para allí. Hoy era ella quién necesitaba la compañía de su hermana, con ella no tenía que disimular porque cada palabra y cada sonrisa le salía sola. Con ella al lado no había tristeza ni miedos, solo esperanza porque ese corazón llegara.
Cuándo llegó se la encontró dormidita, así es como estaba las últimas semanas, dormida y muy en paz.

No era de rezar ni creía en nadie, pero desde hace días no hacía más que pedirle a quién estuviera ahí arriba que le diera el milagro de salvar a su hermana. Porque sabía lo que estaba pasando, sabía que cada día era una lucha en la vida de su hermana. Después de un rato ahí metida y sin que la pequeña despertase, decidió salir a desayunar a la cafetería, estaba muy cansada y aprovechó que su cuerpo le pidió algo de comer.

Se dirigía hacia la puerta principal, mirando al suelo y perdida en sus pensamientos. Al querer abrir la puerta sintió como el vaso de agua que llevaba se le cayó encima al chocar con alguien que ni siquiera vio.
Cómo un acto reflejo se agachó a ayudar a aquella persona a recoger lo que, por su imprudencia de no mirar, había tirado.

- Lo siento... - dijo muy bajito y sin fuerzas
cogiendo todos los papeles que encontraba.
Un roce de sus manos hizo que levantara la vista inmediatamente y se fijara en ella.
Y un fuerte pinchazo en su corazón hizo que despertara de aquel momento y estar en alerta.
Sus ojos se encontraron, se miraron tan fijamente que se olvidaron de dónde estaban y porqué estaban de rodillas en medio de la entrada. Una mirada que decía todo y nada al mismo tiempo.

A Luisita le parecía familiar esa mujer y a Amelia le resultó extraño averiguar que la figura de mujer de sus sueños estaba justo delante.

- Lo siento, no sé dónde tengo la cabeza.. - volvió a decir Luisita esta vez un poco más alto, levantándose, entregándole los papeles, apartando la mirada y queriendo salir de ahí lo antes posible.

- No pasa nada, tranquila .. - contestó Amelia queriendo transmitir que estaba calmada, pero su reciente corazón le decía todo lo contrario ya que latía con más fuerza que nunca.

Se volvieron a mirar pero esta vez fueron interrumpidas por Sara.

- Cariño ¿todo bien? - Estuvo unos segundos observándolas y no le gustó nada esas miradas. Hola Luisita ¿cómo estás? - se hizo la sorprendida de verla hablando en su tono más amable pero con unos celos que jamás había sentido.

Un Corazón llamado Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora