Epílogo II

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Pasaron los años y Luisita y Amelia llegaron a su décimo aniversario de novias.
Y cómo ya era tradición, decidieron celebrarlo con un viaje. Pero esta vez la celebración sería doble, porque ese día también celebraban algo más.

- ¿Estás segura cariño? - se giró a mirarla antes de dar el siguiente paso.

- Como nunca lo he estado mi amor. - Contestó sin dudar y manteniendo la mirada.

Suspiraron, se miraron, se sonrieron, se besaron, se cogieron sus manos y entraron a aquel lugar.
Primero abrieron una puerta, andaron unos pasos más y abrieron la siguiente. Recorrieron aquel corto pasillo sin dejar de sonreír y sin separar sus manos. Detrás de ellas iban unos sonrientes María y Alfons, que volvió encontrándose con esa gran sorpresa y con aquella pregunta que no dudó en decir que si.

Una señora de unos sesenta años las esperaba al final, con unos papeles para leer y otros para firmar.

Un mes antes...

- Amor te quiero decir algo pero no quiero que te asustes..

- Pues si empiezas así cariño...

- ¡Escúchame! - Amelia hizo un gesto de cerrar su boca y escuchar atenta lo que quisiera decir.

- He estado pensando y aunque ya lo hemos hablado pues.. a ver qué en un futuro, no muy lejano que ya vamos teniendo una edad - ambas rieron - querremos formar una familia ¿no? - Amelia asintió - Y bueno pues qué para eso pues hay que empezar por unos pasos antes.. Y qué para celebrar los diez años juntas pues había pensado ... - se quedó en silencio unos segundos.

- Cariño te adoro cuando te pones así hablar rápido, pero por favor dime lo que estás pensando... - segundos que fueron eternos para la morena.

- ¿Te casarías conmigo? Pero algo informal eh.. nada de familia, de celebración, de nada de eso, simplemente tú y yo, y bueno y los testigos que si dices que si que claro primero tendrás que responder porqu...

Unos labios sobre los suyos hizo que dejara de hablar.

- Si me caso contigo. - Contestó muy cerca de sus labios aún. - De la manera que quieras y con los testigos que quieras.

- Yo había pensado en María y Alfons - habló sin dejar de mirar sus labios, Amelia asentía a todo lo que le dijera. - Y en el juzgado nos darían para justo ese día - La morena seguía asintiendo, deseando volver a esos labios que, por mucho que pasaran los años, no se cansaba de besar. - Es que claro - la rubia seguía hablando - yo quiero tener un hijo contigo mínimo, adoptado o saliendo de nosotras - eso hizo que se miraran a los ojos - y si para eso hay que casarse, me trago mis palabras sobre el matrimonio - y volvieron a reír ante ese comentario.

- Cariño yo por formar una familia contigo soy capaz de cualquier cosa, hasta de casarme.

Juntaron sus frentes, sonrientes y emocionadas. Porque aunque no quisieran casarse, cada una por un motivo diferente, si que les hacía mucha ilusión dar ese paso. Porque era un paso más en su relación, era un nos queremos más que ayer pero menos que mañana. Era seguir dando sentido a la palabra imparable.

Ellas bromeaban con el matrimonio porque eran de las que pensaban que no necesitaban un papel ni un anillo para hacerlo más oficial o quererse más, pero la sola idea de vivir ese momento, les hacía mucha ilusión. Vivir ese momento de ellas y para ellas, juntas, era algo que les encantaba.
Por eso estaban ahí, emocionadas, con nervios de los bonitos, mirándose, sonriéndose,  porque solo ellas sabían lo que sentían y solo ellas sabían las ganas que tenían.

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