Capítulo IV BESO

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Hoy es un nuevo día, aún estamos en New York, desde anoche no he visto a mi jefe, así que decido salir, gracias que es verano, voy a la piscina del hotel, me pongo un bonito traje de baño negro y encima un vestido de mallas del mismo color, cuando voy bajando siento que me miran pero sigo normal.

Hay pocas personas bañándose, me acuesto en una tumbona, me quito el vestido de malla y me aplico bronceador, de pronto alguien me tapa el Sol, cuando volteo ahí está mi adorado jefe, nótese el sarcasmo.

— ¿Disfrutando del día señorita Russo?

—Sí señor. Como usted no me llamo, supuse que no íbamos a trabajar, así que decidí bajar a tomar sol y darme un chapuzón.

—Bien por usted. Hoy tiene el día libre, mañana nos dan la respuesta y nos vamos, así que disfrute mucho.

Él se me queda mirando de manera extraña, yo solo lo ignoro, se sienta al lado de mi en una tumbona. No sé qué hace aquí, ya me daño el día. Pero ya que está aquí, voy a jugar un poco con él.

Cojo un poco de bronceador en las manos las unto por mis piernas y bajo un poco a modo que mi busto se me note, al hacerlo veo como se tensa y aprieta las manos en puños. Después de un rato en el sol, me paro y camino lo más sensual que puedo y entro en la piscina, el entra también y se acerca a mí.

—Se lo que hace señorita Russo, dejé decirle que no sería bueno que despierte a la bestia porque no se salvará.

—No sé de qué me habla señor.

Se acerca más a mi tomándome de la cintura y me pega a la pared de la piscina se acerca a mi oído puedo sentir su respiración cerca.

—Está jugando con fuego, sé que me desea, lo sé en la forma que me mira.

Yo me aparto rápido de él, salgo de la piscina, agarro mi toalla y corro hacia mi habitación, no puedo creer que el dijera eso, me siento una idiota, no debí hacer eso.

La puerta de mi habitación suena, alguien está tocando. Cuando la abro entra Matt furioso.

— ¿Porque te fuiste así?

—Porque no está bien que me diga esas cosas.

—Tú comenzaste con tus insinuaciones y coqueteos, no te resistes verdad.

—No me le insinué y menos coqueteaba con usted, se cree gran cosa y no lo es.

Me toma de la cintura y me besa, un beso con desesperación, con locura, con pasión, es como tocar el cielo, el baja la velocidad del beso y me apartó, solo suspiro.

—Me encantas.

—Señor esto no está bien, no puede ser.

El vuelve a besarme y esta vez baja a mi cuello dándome besos y siento una electricidad correr por mi cuerpo, gimo y ahí me doy cuenta que llegamos lejos, no puedo hacerlo con él.

—Matt para, para por favor.

El me mira a los ojos y se detiene, yo solo me quedo como tonta ahí parada.

—Te deseo y me gustas mucho Ágata. Llevo días deseando poder besarte y eso me tenía loco.

—No puede pasar nada entre nosotros, lo siento deberías irte.

Él se va enojado dejándome sola en esa habitación que ahora recordaré por siempre. Me dejo ahí porque se lo pedí, cuando lo que realmente quería decirle que moría por estar con él.

Entre Amor & OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora