Capítulo 8: "Caricias"

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LILIAN

No lo entendía, la cabeza me daba vueltas, ¿dónde estaba?¿porqué sentía que necesitaba tan desesperadamente a Ander?. Su nombre era lo que aún sobrevivía en mi mente, todo en mi congelándose, y pensar en él hacía que notase que aún estaba viva. Mi ritmo cardíaco se aceleraba  con tan solo pensar en como lo había visto hacía solo un rato. Puede que estuviese moribunda pero mi vista aún no fallaba, Ander se había convertido en un lobo, el lobo que me había atacado... y defendido.

Seguí caminando con paso pesado, la nieve me llegaba a las rodillas y las medias y la pollera que tenía puestas sin explicación no me abrigaban lo suficiente. Suspiré. >Voy a morir, voy a morir< pensaba resignándome a ello.  Resignándome a vivir. Volví a suspirar. 

- Quiero irme, quiero despertar...- susurré con los ojos llenos de lágrimas. Nunca fuí alguien muy sensible pero esa situación me superaba.

- Todo está en tu cabeza Lilian- dijo Ander por detrás mío, me di la vuelta automáticamente, dando un salto. Llevaba una cortadura en su frente, avanzó hacia mi, acercándose.

-No te acerques- dije alejándome de él. Sentía que lo necesitaba para estar más segura pero cuando lo tenía frente a mi, me sentía con miedo y desconfianza.

- No voy a lastimarte Lilian- dijo él.

-B-bueno... y-yo si si te acercas más- dije tartamudeando con un miedo irracional corriendo por mis venas. Inhalé intentando calmar mi ritmo cardíaco.

-¿No querías saber como irte?- dijo él cruzándose de brazos-. Te di la respuesta. Está todo en tu cabeza.

-¿Estoy soñando?- le pregunté ya a una distancia considerable.

-No Lilian, pero si le dieras más importancia a tu cabeza que al lobo aquel...

-¿Dar importancia?, ¿En serio?- dije fastidiosa-. Solo quiero irme, no es tan difícil.

- Cuando quieras vas a irte, te lo dije, cuando creas que vas a poder salir de acá sola y cuando dejes de reer que esto es un suelta para irse.

-Te vi, no soy idiota, bueno quizás lo estoy un poco...- dije medio balbuceando-. Te... te convertiste en un lobo, el mismo lobo que me trajo acá.

-Ya lo vas a entender- dijo él esbozándo una sonrisa traviesa.

-Ya lo entendí, estoy en un psiquiátrico- dije también yéndome. Antes de alejarme del todo, Ander tomó mi muñeca y tiró de mi hacia el. Me volví con un efecto de rebote y mi hombro chocó su pecho. Sus ojos se clavaron en los míos, corrí la mirada.

-Voy a protegerte Caperucita Roja- susurró Ander. Me aparté con una expresión confundida. Primero se comportaba burlón, luego desagradable y luego protector... Me di la vuelta y envolviéndome con mis brazos, empecé a caminar con dificultad de nuevo.

ALICIA

Entré al pequeño, extraño patio. Mi barriga sonaba por el hambre, hice caso omiso a ello. Sabía que si, aunque sea, probaba algo de comida me atascaría y vomitaría. Apolo me miraba sonriente, pero altivo. Se sentó en la punta de la mesa, hizo una seña para que me sentase al lado del chico de cabello platinado. El joven se veía siniestro, al darse vuelta dejó al descubierto el otro perfil de su rostro, estaba quemado por ácido, como derretido, era... algo siniestro. Traqué con fuerza. En su muñeca llevaba una pulsera muy fina, igual a la que llevaba Greta, me horroricé imaginando. ¿Y Greta?¿Y si le había pasado algo?. No. ¿Qué podía hacer?, seguro estaba peor que ella.

-¿No vas a comer nada Alicia?- preguntó Apolo con cierta maldad en su mirada, claro, lo que faltaba, sabía que era bulímica y quería burlarse.

-Cuando vayas a vomitar, me harías un favor si te aseguraras de que no fuese cerca mío- dijo la mujer macabra.

-No voy a comer- dije con la mayor frialdad que pude.

-No tiene ninguna sustancia si eso es lo que te asusta, es comida normal, te lo aseguramos- dijo el joven de cabello platinado.

-Aunque si las tuviera no tendrían efecto sobre tu organismo, no después de mezclar tantas cosas en una tina- dijo la mujer. Me paré del asiento, no podía aguantarlo, quería gritarles, contestarles, pero estaba sola y esos tipos eran muy macabros.

-Esa pulsera es de Greta- dije sin filtros, luego de unos segundos me di cuenta de lo que había dicho. El joven de cabello platinado sonrió.

-Lo sé, Alicia. Ella está bien por ahora- dijo el chico.

-Dame la pulsera- le dije en voz baja pero ahora sin miedo, el negó con la cabeza. Intenté quitarsela de las manos pero entonces, al rozar su mano una imágen se desplegó frente mis ojos. Era Greta, gritaba y lloraba, tenía las muñecas y tobillos ensangrentados, una mujer le hacia un tajo en su mejilla. Se me escapó un grito ahogado. Solo me tomaron minutos en recapacitar, entonces salté la cerca, Greta no podía estar lejos, tenía que ayudarle, iban a matarla. Apolo me siguió, pero caminaba, tranquilo.

GRETA

Grité, sintiendo como por mi mejilla se deslizaba sangre.

Sombríos © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora