Capítulo 14: "Blancanieves, blanca como la nieve que cubre los cadáveres"

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LILIAN

Ander se acercó más a mi, lo tenía pegado a mi espalda y sin saber porque eso hizo que mi ulso estallara de nervios. Otra vez la imágen de Blancanieves me nubló.

-¿Porqué te seguían?- preguntó el joven cazador a la princesa.
-Yo...- comenzó diciendo Blancanieves-. Es largo.
-Y que... No podremos volver al pueblo hasta que muramos.
-¡Es horrible pensarlo así!
-Es la única manera que encuentro para pensarlo, y estoy más que seguro que es verdad.
- Quizás...
-Es seguro, tonta- dijo Aquil-. En fin, ¿cómo terminaste en este bosque con un ejército siguiéndote?
-Bueno- comenzó diciendo Blancanieves-. Mi recuerdo más viejo es cuando mi madre falleció, recuerdo sentir una presión tan grande de tristeza que creía que yo iba a morir. Dos años después mi padre encontró a las afueras del pueblo a una hermosa mujer moribunda, luego de seis días de contención se casaron... esa noche, después de la pequeña fiesta, a la que no me dejaron asistir, mi padre se suicidó, se colgó del candelabro- lágrimas saltaron de los ojos de la chica-. Mi madrastra me obligó a ser su sierva, debía hacerle caso en todo... Mañana cumpliré 18 años... quiso matarme para que no me convirtiese en reina.
-¿Y porqué no te mató antes? Lo siento.
-No lo se... ¿Y tu vida?¿qué hay de tu vida?
-Soy normal. Supongo. Nada nuevo, tengo 16 hermanos, un padre y una madre. Mi madre falleció hace tres años cuando la reina la degolló. Mi padre, mis hermanos y yo trabajamos para ella.
-Ya veo. Trabajar para la asesina de tu madre.
-No lo hago porque me parezca correcto, estamos amenazados.
-Si, rige el reino con fuerza y temor, pero en realidad ella no tiene el poder.
-¡Claro que si!
-No, si tuviese el poder en serio no tendría porque matar y asustar- dijo Blanca algo jadeante por haber caminado tanto y sin rumbo.
-Buen punto- declaró Aquil guardando sus manos en los bolsillos... Blanca cayó al suelo de rodillas, estaba descalza y sus dedos iban a perder la sensibilidad.
-¿Qué te pasa?- preguntó Aquil acuclillándose al lado de Blancanieves. Este la examino los descalzos, fríos y lastimados pies, Aquil le acarició los pies para calentárselos.
-Nos deben estar buscando, deberías irte, sino te van a atrapar.
-No voy a dejarte, en primer lugar cuando te escapabas yo te retuve, ahora voy a acompañarte- explicaba el joven cazador, quien se puso de espaldas dándole una señal a la princesa para que se subiera a su espalda. Ella deslizó sus delicados y menudos brazos alrededor del cuello de Aquil, este tomó las livianas y muy delicadas piernas de Blanca y con ellas se rodeó la cintura. Este se levantó, cargando en la espalda a Blancanieves.

Un nudo se formó en mi garganta, porque a pesar de ver a Blancanieves y a Aquil, sentía el tibio aliento de Ander en mi hombro, tenetlo cerca me ponía nerviosa.

ALICIA

Los cascos de lo que parecía un ejército de caballos se escuchaba cada vez más cerca. Esto me sobresaltó. El puto conejo parecía divertido.
-Oh, querida Alicia, vienen por tu cabeza.
Mis ojos se abrieron como platos.
-Alicia, ¡será mejor que corras ya!¡van a matarte sino! Es la reina roja- me avisó Apolo. Me volví y eché a correr. Maldije los zapatos y me descalcé. Obtuve una velocidad más alta. Sonreí al verme correr pero pronto esa sonrisa se me borró.
Un soldado se abalanzó sobre mi y me aplastó contra la nieve.
-¡NOOOOOO!- grité- ¡NO ME TOQUES!¡DÉJENME!
Una bellísima mujer de vestido rojo se sentó divertida a mi lado.
-¡MATEN AL CONEJO!¡ES UN INÚTIL!- chilló ella a los guardias, pero luego dirigió su extraña mirada a mi-. No pudo retenerte y ni siquiera se percató de Apolo. Digo, ese estúpido sombrerero es bastante inteligente, siempre supo que su hechizo era muy simple y que solo el conejo no lo descubriría, cuando me vió llegar se esfumó el buen cobarde. Debe odiarme, lo dejé en la ruina, no le sirven cuerpos don cabeza a él, después de todo hace sombreros, ¿no?- una carcajada se le coló por los labios ante su chiste negro. Entonces sentí un pequeño suspiró casi sobre mis labios, no dije nada.
-Que torpe se vuelven las criaturas al ser tan soberbias y creer tener la razón en todo- susurró... ¿Apolo? A mi oído. ¡No se había ido aún! Un gran e inexplicable felicidad creció en mi pecho- ¡QUE TE SALGAS!¡NO ME TOQUES!- le grité al soldado.
-No puede, solo obedece mis órdenes, y yo necesito tu cabeza para mi colección- dijo la reina Roja.

HANZEL

Mis rodillas se doblaron y mis piernas comenzaron a fallarme. Caí al suelo, donde casi al instante, ramas de árbol de... chocolate rodearon mis piernas y me sujetaron con fiereza. Greta no se iba de mi lado aunque le gritara y el desconocido seguía avanzando a nosotros.
-¡SERÁ MEJOR QUE PARES SI TE DAN GANAS DE SEGUIR VIVIENDO!- grité al hombre que avanzaba a nosotros. La luz del sol me enceguecía y no podía ver al chico que se nos acercaba, en cambio a Greta, que parecía sorprendida.
-¡ALÉJENSE! NO PUEDO DETENERME- gritó el chico que se nos acercaba.
-Esa voz...- susurró Greta parándose-. ¡PETER!- chilló.

Sombríos © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora