Capítulo 1: "Ojos plateados"

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[EDITADO]

LILIAN

Despertó jadeando, con el corazón acelerado y zumbando dentro de su pecho. El frío viento de invierno azotaba el cristal de la ventana y la habitación estaba sumida en la completa oscuridad. Tambaleándose, la muchacha se puso de pie en medio de la penumbra y buscó el interruptor de la luz palpando las paredes con sus manos pálidas y pecosas. Gotas de sudor frío aún se resbalaban por su nuca y sin embargo su menudo cuerpo estaba congelado. Cuando encontró el interruptor, se halló con que este no funcionaba otra vez.

Vivía en una cabaña derruida con su madre a un kilómetro de una de las avenidas principales del pequeño pueblo de Blackburn, un pueblo que parecía olvidado en el tiempo y uno que ni en los mapas figuraba. Y en un pueblo como aquel, en una cabaña como aquella, las fallas eléctricas eran frecuentes y su menor preocupación. Las peores eran las fallas estructurales, de esas que hacían dudar a las inquilinas sobre cuál sería su último día viviendo allí porque en cualquier momento se podía derrumbar.

Aunque si debía admitirlo, Lilian solía olvidarse de los problemas porque a pesar de haber crecido y tener diecisiete años ya, ella vivía en su propio cuento de hadas. Los distintos psicólogos a los que asistió de más joven por la separación de sus padres le diagnosticaron déficit de atención. Nunca fue un obstáculo en su vida, de hecho ella no se encontraba diferente a nadie que la rodeaba pero a veces creía que el resto si lo notaba, mayormente durante las clases en su instituto. No podía evitarlo, su mente divagaba y no lograba oír una sola palabra de lo que habían dicho. Quizás por eso las notas que obtenía en los exámenes. Muy a su pesar, ninguna táctica pedagógica había funcionado en su caso hasta el momento y acababa por pasar los años escolares con lo mínimo indispensable y un gran esfuerzo.

"No te distraigas, Caperucita, o el lobo va a atraparte" solía decirle su abuela antes de fallecer porque creía que la abundante, rizada y pelirroja melena de su nieta se asimilaba a la caperuza de tal personaje de cuentos de hadas. Cuando su abuela falleció, en su corazón se formó un vacío enorme imposible de reemplazar. A ella era a la única a la que siempre oía sin importar qué y sin sus sonrisas sus días se volvieron más nublados que nunca. Hasta el día actual.

Lilian salió de su habitación y se dirigió al baño a tientas, midiendo en donde se encontraban los muebles con sus manos que de vez en cuando chocaban con brusquedad contra mesas, lámparas y cajas. Pero a sus pies les había quedado la peor parte. Cuando llegó al cuarto, se precipitó hasta el lavatorio y al mueble integrado que tenía este por debajo para sacar de allí las velas. El encendedor estaba en la cocina, escaleras abajo.

Luego de unos minutos intentando no tropezar y caer rodando por los escalones, llegó a la planta baja y posteriormente a la cocina. Recogió el encendedor y sacó una flama la cual no apartó del pabilo hasta que no lo vio chamuscarse.

Mientras volvía a su habitación, las gotas de cera caían sobre su piel quemándola pero ella ni siquiera se había percatado de ello pues estaba perdida en el sonido de los truenos y en la luz de los relámpagos que lograba llegar al interior de la vivienda.

Pensó en cuán fácil era todo de más pequeña, no se preocupaba por nada, ella era feliz oyendo a su abuela hablar y jugando a ser caperucita quien era atacada por los conejos de la madriguera detrás de su casa, los feroces lobos que la devorarían. Vivía en un feliz mundo de fantasías. Ahora era más tétrico porque con los años se había ido llenando de un odio inmenso por todo y hasta el más mínimo comentario liberaba su adrenalina y ella saltaba al ataque como un animal salvaje buscando protección. A la única a la que no le hablaba hiriente era a su madre, es que si ella la había pasado mal su madre peor. A veces se sorprendía por cuán valiente su madre resultaba ser, no entendía como seguía sonriendo después de tanto.

Sombríos © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora