Capítulo 3: "Rosas marchitas"

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LILIAN

-Vine a una fiesta con mis amigas, le di la entrada a una de ellas y salí a caminar- dije yo. Ander paró en una calle a metros del estacionamiento del club donde estaban Greta y Alicia -Gracias, en serio- apreté mis labios.

-No es nada, pero no vayas por calles tan oscuras sola, Caperucita- dijo Ander arrancando la moto y fundiéndose en la oscuridad de las calles. Volví hasta donde estaba el neon, a lo lejos dos siluetas femeninas se alzaban frente a mi, eran Alicia y Greta.

-¿Dónde estabas estúpida?- decía Alicia con el ceño fruncido y las comisuras de sus labios hacia abajo, haciendo "puchero"- Cuando no te vimos nos asustamos mucho, idiota.

-Ahora, ¿qué hacías con el chico nuevo?- dijo Greta arqueando una ceja.

-No es lo que piensa ninguna- dije apartando la mirada de ellas, ya sentía mi rubor esparcirse por mis mejillas.

-¿Y cómo sa- Alicia le tapó la boca a Greta, aunque yo sabía bien que iba a decir: "Como sabía yo lo que ellas pensaban".

-Solo lo se y punto, ¿porqué le tapaste la boca?¿por papá?, no te preocupes, verdaderamente lo odio- dije yo. Papá, cada vez que le decía que no era lo que el pensaba el contestaba como lo hizo Greta, como hacía yo para saber lo que el pensaba. Sabía, estaba segura de que Alicia creyó que si Greta preguntaba eso me largaría a llorar o algo así,  pero la vida endureció mi corazón y aunque alguna vez fuí muy sensible ahora era una roca. Las circunstancias de la vida me había echo casi inmutable con el afuera, es decir, excepto mi mamá, ninguno me había visto llorar en tres años enteros, ya no.

-Bueno... no, no te pongas mal- dijo Alicia tartamudeando.

-Está bien, me da igual, que se pudran el y Mariza- dije yo.

-SI- chilló Greta- Mejor subamos al auto, tomé mucho alcohol.

Todas nos subimos al auto, esta vez yo manejé, Alicia y Greta habían bebido mucho alcohol. Alicia me había dicho que las dejase a cada una en su casa y que me dejaba el auto, debería recojerlas para ir al colegio por la mañana, pero manejar parecía lo más seguro después de ver a esos pervertidos alcolizados acercarse tanto a mi. Dejé a cada una en su casa, manejé unos veinte minutos más, pasé por la avenida principal y llegué a la ruta principal, me adentré en calles de tierra hasta llegar a una casa en medio de la nada, una cabaña despedazada, mi casa temporal, hast que mamá pudiera pagar algo más, pronto empezaría a trabajar yo también, y entonces saldríamos adelante las dos solas y nadie más, nadie que nos destruyera. Papá había vendido nuestra antigua casa para pagar sus deudas, vendió todo, y se llevó los ahorros de toda una vida, una noche volviendo alcolizado golpeó a mamá en el ojo con la botella de cerveza, intenté interponerme pero el vidrio hizo un tajo en mi pómulo, estaba como loco, empezó a insultar y escupir por todos lados, mamá me contó que antes de tenerme se había embarazado de otro bebé, papá un día alcolizado le pateó la panza y como el feto estaba débil lo mató. Desde ese día papá es un monstruo, una mierda, ¿matar a tu hijo y golpear a tu esposa?, entonces pienso también en la puta de Mariza, son tal para cual, dos porquerías. Un verano anterior me había quedado con papá y Mariza, volví tarde a la casa y ella se volvió loca, se puso a insultar me abofeteó. Para algunos quizás suene gracioso pero sentir que alguien que no es nada tuyo te pega te despierta un odio demasiado grande. Estacioné el neon frente a mi casa, entonces un escalosfríos corrió por mi espalda, inspiré. Entoces mi corazón de desbocó la sentir el capó del auto hundirse bajo alguien o algo, el parabrisas estalló en mil pedazos al igual que las ventanas, una bestia, mejor dicho, un lobo gigante se alzaba ante mi, gruñendome, salí del auto a trompicones para encerrarme en mi casa y repetirme con los oídos tapados: "Esto no es cierto, tengo mucha imaginación, no pasa nada". Aquella criatura rasguñó mi brazo e intentó atraparme. Tropecé y medio arrastrándome hasta llegar a pararme fuí hasta la puerta de la casa. La puerta de entrada estaba cerrada por dentro y no tenía las llaves, las había perdido. El lobo estaba tan cerca mío que sentía su respiración agitada y rabiosa.

-Te encontré Caperucita Roja- gruñó la criatura. Grité, grité lo más fuerte que pude, a todo pulmón, con todas las fuerzas de mi garganta, cerrando mis ojos, arañando las paredes de la casa y agachando mi cabeza, medio llorando. ¿Qué mierda acababa de ver?, quizás sin que me diese cuenta esos hombres que me habían rodeado hací rato me hab+ían inyectado algo y alusinaba. Sacudí la cabeza y abrí lentamente los ojos, entonces el espectáculo se desplegó ante mis ojos, todo a mi alrededor era bosque, no estaban ni la casa, ni el auto y menos el camino de tierra. Estaba en el medio de la nada. Miré a mi alrededor. Me miré, estaba vestida con la misma pollera beige plagada de tul y el corset blanco y negro del sueño, llevaba también medias negras sobre las rodillas y botas cortas marrones, y para rematar llevaba la caperuza roja de terciopelo. Me abracé, el viento frío golpeaba mi cara con brutalidad. Mis ojos se abrieron como platos al escuchar susurros, susurros del viento, porque no, en ese momento podía creerme cualquier cosa.

-Beberé tu sangre, y beberé tu amor- decían los susurros- Somos los herederos de la historia, necesito tu sangre, tu elleza y tu corazón...

Los pelos de la nuca se me erizaron, ¿estoy muerta?, sacudí la cabeza otra vez. >No, no estoy muerta, estoy... alucinando< me dije. 

-Te amo Caperucita Roja- decían los susurros. 

-NO- grité- ¿Dónde estoy?.

-En un bosque Caperucita, ¿tu abuela no leyó nunca esta historia para que durmieses plácidamente?- contestó la voz. Tragué saliva, la garganta me ardía. Tocí y me adentré a los árboles, allí me guardaría del fuerte viento invernal. 

-Por tus venas corre la pasión, no seas tímida, destruye a ese lobo o él beberá tu sangre- está vez la voz del susurro era femenina.

-Estoy muerta- murmuré.

-Todavía no Caperucita Roja- la voz del susurro era masculina.

-Dejen de llamarme así- dije mientras me pellizcaba el brazo hasta dejarlo en rojo vivo, quería pensar que soñaba y que despertaría como lo había echo en clases.

-Tu belleza es la dueña de mi voz- decía la voz masculina.

-QUE TE CALLES- chillé desesperada. ¿Dónde estaba?¿Estaba muerta?¿Volviéndome loca?¿Qué era eso de Caperucita Roja y el Lobo?¿Qué tenía que ver mi abuela?, mi vista se nubló y dejé de sentir frío...

Sombríos © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora