Capitulo 7: "Hanzel y Greta"

92 5 0
                                    

GRETA

"Hanzel y Gretel", así se llamaba aquel libro que me daba tanta risa, nunca podría explicarlo pero aquel cuento, cada una de las palabras de este me causaban una risa incontrolable. "Que estupidez", dirán algunos pero era cierto, en cambio Hanzel bostezaba y se dormitaba. Mamá nos lo leía a cada noche sin falta, decía que entendamos cada palabra, y antes de irnos a dormir nos decía aquellas palabras que me provocaban escalosfríos: "Buenas noches, mi Hanzel y mi Gretel, no lo olviden, las migas de pan no servirán para marcar caminos, los pájaros se las devoran".

En primer lugar mi nombre era Greta, no Gretel y además, ¿qué clase de saludo de buenas noches era ese?. Mamá era una mujer excéntrica, siempre estaba decorada con ostentosos collares de frutas, vegetales, plumas, lo que sea que tuviese a su alcance, pero sus favoritas eran las golosinas, siempre algún dulce tenía. Galletas, caramelos, bastones de chocolate -chocolates de todos los tipos-, deliciosas galletas dulces, rellenas o con chispas de chocolate, bizcochuelos, magdalenas, en fin, toda clase de alimentos dulces,el azúcar era su vida.

Y ahora... ¿Qué había pasado?, ¿porqué recordaba todo aquello justo en ese momento?, las cadenas a rastras cada vez se escuhcaban más fuertes, aquella anciana corvada en la puerta de entrada a aquel dormitorio, había perdido mucha sangre, los alambres de púa cada vez se ajustaban más. Intenté gritar pero mi garganta estaba sin fuerzas, extraña, la mujer se aproximó a mi. Llevaba su cabello canoso atado en un rodete desarmado, un largo vestido largo, gris, y un delantal manchado de algo marrón... quien sabe lo que era eso. Sacudí la cabeza, pero entonces una fuerte punzada se extendió de mi cuello a todo mi cuerpo. Tosí con fuerza y cerré los ojos. >Imagina Greta, no estás en este lugar, será mejor que recuerdes, no prestes atención a esto inútil< me decía. Quería escapar a mi mundo como siempre lo hacía cuando algo me horrorizaba...

ALICIA

Seguí a Apolo con mucha confianza, con piel de "pollo", pero con una seguridad tan grande que algunos le dirían "imprudencia". En otro momento lo hubiera llamado así, pero luego de ver a esa extraña... ¿mujer?, Apolo era la mejor opción. O eso aparentaba él. Al menos era muy lindo.

Caminamos por estrechos caminos, en silencio. Lo último que me había dicho había sido- Será mejor que me sigas, los Horcos llegarán pronto princesa-.

Pisaba firme, pero mi mirada estaba perdida, no podía unir nada de lo que había pasado, la única opción posible para mi era que estaba muerta y eso me atemorizaba realmente. Llegamos hasta un patio trasero, de alguna casa que ya no estaba, lo que si habían eran cercas, rodeándo todo. En el centro del patio había una larga mesa con uchas sillas. En una de ellas estaba la mujer que había visto hacía rato, frente a ella se sentaba un joven, solo se le veía un perfíl, tenía cabello platinado y era muy pálido. Apolo hizo una seña para que entrase- Pase señorita, acá estará segura- dijo él guiñándome un ojo.

-No puedo ir, ni hablar- dije negando con la cabeza.

-¿Y porqué no puede usted pasar, princesa?- preguntó Apolo esbozando una sonrisa burlona, pero encantadora.

-¿Princesa?¿Podrías dejar de llamarme así?, es ridículo- protesté con intención de desagradarle.

-Como quieras princesa- me guiñó un ojo- Pero los Horcos aman la carne humana, la suya más.

-No me trates de usted- espeté sin pensarlo.

-Oh, es bueno eso, hay más confianza entre nosotros, ¿verdad?- arqueó una ceja cada vez más burlón, parecía como si se estuviera a punto de descostillar de la risa.

-Idiota...-murmuré- No voy a pasar porque esa mujer me da... cagaso.

-Me gusta tu vocabulario Alicia- dijo Apolo haciendo una seña a que pase, suspiré y pasé, después de todo estaba muerta, ¿verdad?, sino... ¿Cómo lo explicaba?. Volví a suspirar, resignada a aceptar lo que sea, muerta o no, soñando o despierta, me sentía perdida de igual manera. 

LILIAN

¿Qué hacía Ander ahí?¿Estaba soñando, delirando... muerta?. Inhalé y exhalé con fuerza.

-¡QUE TE VAYAS LILIAN!- exclamó Ander chillando.

-¿PORQUÉ?¿QUÉ ESTÁS HACIENDO ACÁ?- exigí confundida.

-Lilian, te juro que voy a explicartelo, si no te vas van a matarte- dijo él calmándose-. Es peligroso, porfavor, solo te pido que te vayas, te lo ruego.

Pero entonces fue tarde. Sentí calor en mi cuello y un gruñido muy grave, quise no darme la vuelta, sabía lo que era, era aquel lobo enfierado que había querido matarme. Miré de reojo con cuidado, mi instinto no había fallado. Miré mis piernas agotadas y salí corriendo, olvidándome de todo otra vez, tenía que correr por mi vida. Entonces, aquel lobo enganchó con su fuerte mandíbula mi capa roja y la desgarró, sentí como la caperuza me ahorcaba, inútilmente intenté desatarme el nudo, me fue imposible, giré en el lugar intentando quitarme la caperuza de otra manera, Ander venía corriendo con una velocidad impresionante- QUE TE VAYAS LILIAN- gritó él dando un salto. Al dar el salto su cuerpo humano se transformo en un gran lobo de pelaje sedoso, más específicamente el obo que primero me había querido matar y luego había...¿salvado?. Mis ojos se abrieron como platos, me costaba respirar, me di la vuelta y seguí corriendo lo más rápido que pude, jadeando. Corrí durante unos treinta minutos, me escondí tras un espeso roble, me recosté a descansar, apoyé mis manos en mis rodillas e intenté respirar con más calma, mi vista se nubló y mi cabeza comenzó a dar vueltas. Locas imágenes y locos pensamientos se desplegaron frente a mí. Pero algo sabía con seguridad, no estaba soñando, es más, era lo más real que jamás hubiese vivido...

-Ander, te necesito- susurré dejando escapar las palabras, no sabía porque pero lo necesitaba, pero era urgente.

Sombríos © [No Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora