LA CALMA ANTES DE LA TORMENTA.
Stark
Septiembre 16, comando militar.
Ambas piernas se me clavan en el ring de boxeo, no he empezado y ya estoy sudando. Mis músculos se tensan y doy otro paso adelante sintiendo la euforia del momento correr por cada parte de mi. No lo conozco y lo odio, conozco la historia y la odio desde el primer momento, los recuerdos me avasallan como un camión cargado de malos sentimientos.
Lo aborrecemos desde años en los que no lo conocíamos y ahora teniéndolo frente a frente descubro que no es solo odio, es ganas de acabarlo, despedazarlo. La milicia se equivocó soltando a la escoria que es Aurelio Torres, se equivocó porque me da mala espina y fue como si lo hubieran soltado para que los Hoffmann-Marchetti lo acabáramos.
Inicio llendomele encima con mi cuerpo, no me ando con jugarretas y tiro el golpe que lo desestabiliza, me le voy encima soltando los puñetazos feroces y cargados con los que atino a la cabeza sintiéndome como si estuviera en la parte baja de Berlín donde se hacen peleas callejeras por el arte de acabar con el contrincante.
Aurelio suelta el puñetazo que atina en mi barbilla haciendo que la boca se me llene de sangre, tiene golpes secos ya y eso es porque el ministro ya lo estrenó.
— Te sacaron para nada, para que te mataramos como un maldito hijo de perra que es lo que eres. —escupo con rabia. Hay gente que no conoce el odio que le tengo y este lo odio desde que soy un adolescente.
— ¡Que no te quede grande! —me grita Steel loco por meterse en el ring de boxeo.
Lo tomo abinbandolo con golpes certeros, la camiseta se la rasgo llenandole el pecho de moretones azules y negros.
En un movimiento ágil me lleva al suelo donde me estrella el puño en la garganta cortandome el aire, no me dejo levantando la rodilla que le clavo con rabia en el abdomen buscando acabarlo, tirarlo a un hoyo del cual no salga nunca, al mismo hoyo que quiero tirar a el malnacido de Adriano Vella, a todos los que han siquiera deseado el final de...
Lo suelto en el suelo cuando Steel se mete sin aguantarse y se le va encima, me aferro a la baranda donde escupo sangre mientras el ministro se aferra a la baranda del otro lado mirando sin emoción la escena. Lo odia mas que yo y Steel juntos.
Sus ojos azules estan clavados en el hombre que es golpeado por Steel, yo quiero acabarlo pero el quiere despedazarlo con sus propias manos, siempre he pensado que es como algún tipo de Dios, —no puedo evitar reírme por dentro mientras escupo sangre en el piso— Steel estan inteligente en el área de la ciencia que si quiere puede quitarte la vida sin que lo notes, lentamente, una droga que te coma por dentro, poco a poco y cuando te des cuenta ya estar donde sea que no estén los vivos. Pero en la otra parte de la balanza puede hacer cosas con el cuerpo humano que resultan increíbles, medicinas, drogas extraordinarias.