PARADAS DE EMERGENCIA.
Lexie
Suiza, noviembre 2. Horas antes del ataque al corazón del ministro.
Observo la pantalla que se apaga desapareciendo el nombre del contacto: "Stark H." Siento el ardor en la garganta, pero no me voy a dejar maltratar como en años pasado, donde solo me buscaba para coger y nada más, pisoteando mis sentimientos como si no valieran nada pero no se lo voy a permitir.
No me arrepiento de lo que sucedió en el motel, no me arrepiento porque no me empujo, ni me obligo si no de alguna forma yo si me le fui encima a él y es que ese es mi problema con los sentimientos, no me importa ni molesta sentirlos, solo que cuando salen a flote me vuelvo de alguna forma vulnerable y desde la conversación con mi mamá ando con la cabeza metida en Stark, más que nunca.
La brisa fría me eriza la piel mientras la brisa de suecia me mueve el cabello, la gente camina de un lado al otro y me muevo entre la gente tirando de mi pequeña maleta de mano que alberga unos cambios de ropa para el fin de semana, no veo a Elias por ningun lado y aprovechó esos minutos para prepararme, me siento culpable por hacerle lo que le hice después de que el se ha portado bien conmigo, tenemos nuestro roces, si, pero el no es un mal tipo.
No se merece lo que le hice con Stark. No se lo merece.
Camino por la calle ignorando a los taxistas que dicen que pueden llevarme y...
— ¡Lex! —me llaman y mi cuerpo se congela, reconozco al chico que me sonríe, viste un abrigo largo y el cabello marrón desordenado y los ojos cafes que brillan. Me muevo por inercia y abre los brazos recibiendome, me envuelve en ellos y absorbe mi olor mientras yo paro la respiración abrazandolo de vuelta.
— Hola, Eli. —digo y me busca la boca, sus labios rozan los míos cuando el rostro de Stark aparece en mi cerebro como un recordatorio maldito.
— ¿Cómo estuvo tu vuelo? ¿Cómo estás? —pregunta sin soltarme.
— El vuelo estuvo bien, pero ya sabes, la comida de los aeropuertos es un asco. —digo. No miento, comí algo dentro del avión y creo que me sentó mal porque siento el estomago revuelto.
— ¿Que comiste? Seguro alguna porquería hay dentro. —dice abrazándome mientras caminamos al coche.
— No sé creo que fue un sandwich, pero no me lo comí todo, solo la mitad.—explico.
— Vamos, nos vamos a tu apartamento para que descanses y de camino paramos en una farmacia o algo. Estas cosas te pasan por andar comiendo porquerías Lex. —caminamos y tuerzo los ojos cuando sigue con la cantaleta.
— ¡Ya Elias! Solo tenía hambre, no tenía intención de que me cayera mal. —digo y es que me molesta que se ponga pesado.
— Ay, ya. No quiero pelear, ¿Estas en tus días o algo? —ni me molesto en responder subiendome en el coche cuando abre la puerta, me subo y sube la maleta en el asiento de atrás antes de tomar el volante. Sigo seria todo el camino hasta la farmacia y... — Ya no te pongas así Lex, solo me preocupo por ti...