EXTRA: CAPITULO 48

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S & M

*ESCENA EXPLICITA QUE PUEDE SER OFENSIVA

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*ESCENA EXPLICITA QUE PUEDE SER OFENSIVA. SE PIDE LA DISCRECIÓN DEL LECTOR.*

Steel

Junio 3, Bali, Indonesia.

—Asegúrate de que coman bien. —digo mirando a Sunshine por la pantalla.

—Sí señor, están comiendo bien, y se están portando de maravilla. —dice ella abriendo los ojos.

—Cuando lleguen del colegio te marco otra vez. —le digo— Diles que voy por ellos en dos días.

— Ay si, ya.

—¿Estás comiendo bien? —le pregunto— ¿Las vitaminas te las estás tomando?

No llegó a decir más nada cuando me cuelga.
Embarazada loca.

Me guardo el móvil y me giro cuando capto a la brasileña que sale vistiendo sandalias y vestido playero que le queda flojo en la parte de abajo y apretado arriba, tiene el cabello recogido y me acerco tocándole los muslos a la vez que me la pego al pecho buscándole la boca.

—Espacio personal. —me dice entre besos.
—No me gusta tu espacio personal y por eso lo elimino. —digo.

—Vamos a desayunar, Bali es bonito y podemos pasar un buen rato. —me dice.

—Bonita eres tú. —digo y rodeo los ojos cuando se sonroja como una adolescente.

—Vamos, me apetece caminar, con mi marido y que comamos en un restaurante. —me dice abrazando mi brazo.

Visto una camisa entreabierta y mantengo el móvil conmigo a todo momento cuando salimos del recinto del hotel. Melanie se aferra a mi brazo y caminamos en el centro comercial de Bali, es famoso por estar justo al lado de un abismo, y por ello mientras caminamos entre las tiendas el olor a sal marina llega a mi nariz.
Me pongo los lentes de sol cuando...

—No se porqué la gente no respeta. —dice la brasileña malhumorada cuando las bañistas que parecen de quince años me reparan.

El sol nos da en la cabeza a ambos ya que el centro comercial está al aire libre.

—No sabía que eras celosa. —digo.

—No soy celosa. —dice seria.

Dile eso al robot que tengo en el sistema de seguridad del penthouse.

Nos movemos en las tiendas donde se pone a mirar ropa, agarra algunas cosas, y se va a la sección de niños agarrando camisas y pantalones para los mellizos, le gusta todo y termina pagando más por la ropa de los mellizos que por la de ella.

—Me quiero ir. —le digo.

—Tú solo piensas en hacer lo prohibido. —me dice frunciendo el ceño y gira la cara cuando arrugo el ceño mirándola. No es una santa para estar reclamando nada.

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