Magic Shop. [+18]

Capítulo Veinticinco.

- 25.

Katherine Cohen.

2 horas antes de llegar a Carelia.

La charla de hace unas horas no había ido tan bien como yo lo hubiese querido, a fin de cuentas a nadie le sienta bien saber que tienes una gemela y que se acostó con ella pensando que eras tú, era algo que todavía me rondaba la cabeza, para qué negarlo. Desbloqueé el móvil para poner una canción nueva, e irónicamente era perfecta para este preciso momento A Lunatic's Lament, recosté mi cabeza en el asiento del avión cerrando los ojos mientras disfrutaba de la canción. Pasada media hora abrí los ojos nuevamente viendo una Ana muy alterada, no me había dado cuenta que el avión estaba teniendo unas turbulencias muy violentas, y cuando me quité uno de los auriculares solo logré escuchar la última frase que estaba diciendo, puesto que de seguro llevaba así unos diez minutos.

- ¡No me puedo morir sin haberme tirado a Nil, joder! ¡El puto mundo está en mi contra! - Estaba hiperventilando e intentando ponerse el cinturón más fuerte.

- ¡Te quieres callar ya, Ana! ¡Por Dios, aquí no se va a morir nadie! - Esta vez era Elena la que contraatacaba. Yo solo pude llevarme la mano a la boca para evitar reírme en voz alta.

- ¡Tú lo ves sencillo porque no encontraste a quien te moje las bragas! - Bramó mi amiga.

- ¡Ana, por Dios, que Nil está detrás tuya! - Gritó Elena riendo.

- ¡Si me voy a morir, qué más da que sepa que quiero tirármelo! - Después de aquello el avión volvió a la normalidad y Ana se puso roja como un tomate al darse cuenta que medio avión la estaba mirando.

- Bueno, Ana, cuando quieras te cumplo el deseo. - Dijo Nil airoso sonriendo de forma ladeada.

Rodé los ojos poniéndome nuevamente los cascos y abrazándome a mis piernas, suspiré mirando por la ventana, ya quedaba nada para llegar y no sé por qué pero todo aquello no me pintaba para nada bien y tenía algo que me decía que estaba en un peligro constante, que tendría que tener muchísimo cuidado. De reojo observé a Tyco que dormía como un bebé al lado mío y al otro estaba Jeon, bastante nervioso crujiéndose los dedos y dando golpecitos con su pie repetidas veces. El trayecto a la cabaña que habíamos alquilado fue bastante rápido, y al entrar en la que tenía con las chicas algo no me parecía muy normal, pero lo dejé pasar, quizá simplemente estaba cansada, así que dejé la maleta en la cama y salí con las chicas a pasear por el muelle, había bastante gente a pesar de ser un sitio apartado, pero me alegró saber que no estábamos solos, y obviamente la diversión estaba asegurada. Conocimos a bastante gente, Yvan, Vero, Tata, Ian eran los que me quedé de primeras, ya que Yvan e Ian eran coreanos como Jeon, tenían un atractivo envidiable. Pude ver que Elena no quitaba los ojos de Ian, parecía que iba a hacerle una radiografía en vivo y en directo, pero no soy quién para juzgarla, yo también quedé prendada de la belleza de un coreano aunque ahora mismo la hubiese cagado a niveles monumentales, y más sin hablar de la loca de mi hermana. Ana estaba muy pegada a Nil, y en cierta parte de la noche cuando empezó a hacer fresco, Nil atrajo a Ana hacia él para abrazarla y que no pasase frío, vamos, que estos dos lo tenían hecho ya, si es que Ana no soltaba alguna de las suyas, cuando pasaron dos horas no vi a Vero por ninguna parte, eso me hizo arrugar el ceño, y como me estaba dando frío fui a la cabaña a por una chaqueta, antes de entrar sentí algo raro, y cerré los ojos, lo que pasó después no lo recuerdo, porque está completamente negro en mi memoria.

Rin.

Sabía que algo no pintaba del todo bien cuando tuve que emerger de la oscuridad donde me hallaba, pero supongo que me tocaba divertirme un rato, ¿no? Sabía que alguien no paraba de seguir y mirar de forma macabra a Katherine, y obviamente ella no podría con la situación, pero yo sí. Digamos que Katherine es un arma de doble filo que nadie sabe cuándo te va a cortar.

- Deja de mirarme con esos ojos tan patéticos, porque esta noche la que acabará loca serás tú. Así que dime, cariño, ¿quieres sentarte y que veamos las estrellas hasta desaparecer? - Dije de cara a la puerta, puesto que sabía que estaba detrás.

- ¿Cómo sabías que estaba aquí, Kath? - Dijo ella ladeando de forma suave la cabeza.

- Oh, vamos, ¿Kath? No soy Kath, puedes verme como su versión mejorada. ¿Estás satisfecha haciéndome salir? -

- ¿Cómo haciéndote salir? ¿No eres Kath? -

- ¿Cómo haciéndote salir? ¿No eres Kath? - Repetí con el mismo tono de voz en forma de burla. - Pues como puedes ver no soy Kath, a ver, físicamente pues sí, mentalemente es otra jugada.

- Bueno, seas quién seas eres una blandengue como ella, así que me será muy fácil quitarte del medio. - Dijo con una sonrisa de autosuficiencia. Pobre tonta.

- ¿De verdad te vas a subestimar tanto? - Dije negando con el dedo. - Me das ganas de vomitar. -

Vi como sacaba una navaja y se abalanzaba sobre mí, no fue difícil esquivarla y tomar la navaja para colocarla sobre su cuello y abrir la puerta de mi cabaña y arrojarla dentro de un empujón. Cogí la navaja pasándola por mi mano, y haciendo círculos sobre mi dedo con ella. Suspiré mirando a la persona que yacía en el suelo mirándome entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño.

- ¿No vas a matarme? - Preguntó con la voz entrecortada.

- Obviamente sí, pero antes quiero saber qué hostias haces aquí y por qué querías matarme, según tengo entendido estás metida en mi caso ayudando a buscar a mi hermana, así que refrescame la memoria. -

- No voy a decirte nada, ¡puta psicópata! - Dijo escupiendo odio por todos los poros.

- Vaya... respuesta incorrecta. - Dije haciendo un corte limpio sobre su hombro mientras empezaba a brotar la sangre de la herida y manchaba mis dedos, deslice mi dedo pulgar sobre la sangre sonriendo ampliamente. - ¿Otra oportunidad quieres? ¿O prefieres morir ya?