teach me { bajifuyu }

35

La vida normal se le atragantaba. Cada día lo mismo.

Había vuelto a salir los fines de semana con sus compañeros o Emma. Vio a Draken unas cuantas veces, ya que estaba saliendo con Emma pero ninguno menciono a Baji.

No era necesario mencionarle. El dolor en su pecho se lo recordaba cada dia.

Desde el juicio había vuelto a sonreír. Había recuperado su sonrisa, ahora la tristeza la llevaba por dentro. En algunos momentos volvía a decaerse, pero lo ocultaba.

 No se planteaba salir con nadie, ni se le pasaba por la mente. Kazutora se lo había propuesto hace poco, pero no podía imaginarse estar en los brazos de otro hombre que no fueran los de Baji.

Ya había pasado medio año desde que lo vio. Medio año... y su imagen no se había disipado, lo recordaba como su fuese ayer.

Pero esta época fue más o menos cuando se conocieron.

El cómo pudo tener la suerte de que alguien como Baji se fijase en él era aún un misterio.

Quizás no estaban hecho el uno para el otro, quizás a Baji le vaya mejor sin él.

Fuera llovía mucho. También llovió los días antes de que él saliera a correr y se hiciera el esguince que lo llevo a aquel hospital.

Aquel hospital donde lo conoció...

Fue tan amable...

Ya no caían lágrimas de sus ojos, hacía tiempo que aprendió a llorar hacia dentro.

Bebió un sorbo de té, pero aún estaba algo caliente y al apartarse de derramaron unas gotas sobre la manta que tenía encima.

Como aquel día donde se derramo el vino.

Iba al restaurante de ramen de los gemelos cada mes para recodarle. Él le había enseñado ese lugar, ese fue el primer lugar donde salieron a comer juntos.

Había pensado en mudarse, pero la verdad era que no quería hacerlo. Quería seguir en su piso, recodando esos momentos.

De pronto alguien llamó a la puerta.

Chifuyu se acercó a la puerta y la abrió sin miedo.

Una figura alta y empapada apareció ante él.

Chifuyu se quedo con los ojos como platos.

-¿Qué...?

Unos ojos caídos llenos de ilusión y lágrimas se cruzaron con los suyos. Y antes de poder decir nada esa persona lo abrazó con fuerza.

Chifuyu le siguió el abrazo con más fuerza y después de unos segundos unas manos frías como la nieve lo apartaron y sujetaron sus mejillas mientras unos húmedos labios rodearon su boca.

El corazón por fin le explotó en el pecho y unas enormes lágrimas salieron de sus ojos.

Sus manos temblaban y sus piernas también, hasta el punto de que perdió el equilibrio, rompiendo el beso. Pero esas manos lo sujetaron para evitar que se cayera. Como tantas veces lo había hecho antes.

-Baji... ¿Qué haces aquí?

-Yo... no volveré a alejarme de ti nunca más.

-No... no puedes... tiene que...

-No, no tengo que irme. Me quedaré contigo.

-Pero... no lo entiendes... es algo...

-Ya esta arreglado, ya todo ha pasado. No tienes que preocuparte.

-¿Qué quieres decir?

-Nadie volverá a separarnos, ¿me oyes?

-Pero... ¿Cómo... qué...?