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Baji agarró al joven maestro por las costillas y se abalanzó sobre él, empujándolo contra la enorme fila de espejos del aula. El espejo se agrietó tras la espalda del rubio, que profirió un pequeño gemido de dolor que enseguida fue disipado cuando los labios del sensei se abrieron camino en los del rubio.

El moreno mantenía cautivo el cuerpo del rubio con su propio cuerpo, mientras tanto, sus lenguas se abrían camino la una en la boca del otro. Sus bocas estaban húmedas y calientes. Los brazos del rubio rodearon la cabeza del moreno y metiendo sus dedos en la larga cabellera para no dejarlo escapar del profundo beso. Un beso firme, apasionado y salvaje.

Baji deshizo el abrazo para agarrarlo de la nuca a Chifuyu y tirarlo al suelo bajo él sin dejar de besarlo. Ahora sus manos quedaron libres para meterse bajo la camiseta del rubio y empezar a masajearle el torso por completo. Una de ellas decidió sobar el pantalón, donde su hombría se había dejado crecer, al igual que la suya.

El joven rubio tenia al sensei encima, loco por su boca, loco por tocarle. Notó como sus pantalones se iban bajando lentamente, mientras una mano caliento se arrastraba por su abdomen. Era irresistible, un segundo más ... si alcanzaba su miembro no podría aguantarse más. Arqueó su espalda por el placer, los dedos de Baji estaban a un centímetro de su hombría , un poco más... y... un pitido.

Los ojos del rubio se abrieron, ¿donde estaba? ¿un sueño?

El joven miró su entrepierna, empezaba mal el día. Esos pensamientos no podían continuar en su mente.

Después de una ducha fría y de un rápido desayuno se fue a trabajar como de costumbre. 

Ahora solo usaba una de las dos muletas que le habían dado al principio, ya estaba mejor y no era necesario llevar las dos, además de que era mucho menos practico tener ambas manos ocupadas.

Los días pasaron hasta que por fin el medico le dijo que podía volver a caminar con normalidad.

-Ahora toca rehabilitarse, haz ejercicio, pero con moderación. Ten cuidado con los baches de los caminos, aunque me caigas bien no quiero volverte a ver por aquí -el doctor se rió de él.

Era miércoles por la tarde y Chifuyu se encontraba tirado en el escritorio de su apartamento con la tarjeta del gimnasio.

Se puso su chaqueta y fue para allá. Dejó la tarjeta en recepción.

-Es una lastima, ¿podría preguntar porque ha decido abandonar?

-No he abandonado, la tarjeta me la dejo Baji, así que vine a devolverla.

-Ah vale, se lo diré no se preocupe, que tenga un buen día.

Antes de que el rubio pudiera salir del gimnasio una cara conocida se le acercó. Era Draken.

-¿Que haces por aquí? Bajji los miércoles no da clase.

-Vine a dejar la tarjeta en recepción, no quería molestar, es que al final...

-Es una pena, seguro que habrías sido un buen alumno- dijo mientras se reia -Si al final cambias de idea puedes venir a ver mis clases.

-No, de verdad, las artes marciales no son lo mío. Muchas gracias.

Se despidieron ambos con una sonrisa, Draken entró al edificio y regreso a su casa.

teach me { bajifuyu }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora