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A la mañana siguiente, Hope decidió salir a dar un paseo por la ciudad totalmente sola. Samuel le había explicado que zonas no debía frecuentar y le había nombrado unos lugares que podrían gustarle y los cuales no quedaban lejos de su departamento, por lo que no sería necesario que tomara el metro ni usara un auto para trasladarse de un lugar a otro.

Llamarlo para pasar el día no estaba dentro de sus planes y mucho menos después de que Cedric lo hubiera golpeado por su culpa. Recordó todo lo que ocurrió la noche anterior y negó lentamente con la cabeza mientras observaba las tiendas de ropa con desinterés.

Las cosas estaban llegando muy lejos y no tenía la menor idea de cómo poner un alto a todo esto, por primera vez en años no podía hacer lo que realmente era correcto y sólo quería hacer lo que su cuerpo le pedía.

«Lo extraño».

Ansiaba ver a Cedric, pero ese deseo no era algo sano; no cuando en el fondo quería besarlo y hacerlo suyo incluso sabiendo que él iba a casarse dentro de unos meses.

Llegó al café donde desayunaría y se sentó en una de las mesas que daba a la calle un tanto incómoda por encontrarse sola y tener que comer sin compañía alguna en un lugar público. No estaba acostumbrada a vivir de esa manera y mentiría si dijera que podía acostumbrarse a vivir así.

El mesero le trajo el menú y Hope se quitó las gafas de sol para evaluar las opciones y encontrarse con platos bastante extraños. Quizá podría probar algo nuevo.

—¿Qué tal un desayuno inglés? Te gustará. —El aire se atoró en sus pulmones al oír esa voz y lentamente levantó el rostro, encontrándose a Cedric sentado frente a ella con la vista fija en otro menú.

—¿Cómo...?

—No quiero seguir huyendo como un cobarde y no quiero estar lejos de ti cuando tenemos tan poco tiempo, por lo que creo que es momento de que tú y yo hablemos como dos personas adultas y lleguemos a un acuerdo.

Sus miradas se encontraron y un escalofrío recorrió su espina dorsal.

¿Un acuerdo?, ¿así era como él quería llamarle a la aventura que quería empezar con ella?

Cerró el menú sin apartar la vista de los ojos grises y asintió.

—El desayuno inglés suena bien. —Al igual que la sugerencia de afrontar la situación como los dos adultos que eran—. Te dije que si te acercabas, te quedarías sin ilustradora —comentó después de que el mesero se retirara con su orden y Cedric enarcó una ceja, retándola.

—¿Sientes ganas de abandonar Londres cuando estoy cerca de ti?

No... cuando estaba junto a él quería creer que nada malo había sucedido entre ellos y aún podían ser la pareja de enamorados que fueron en la preparatoria, cuando todo era más fácil e inocente.

—Siento muchas cosas —admitió—, pero ninguna de ellas está relacionada con tomar un avión y... —«abandonarte»— regresar a Miami.

El cuerpo masculino se tensó como una vara ante sus palabras y Hope sonrió con suficiencia al darse cuenta que su exesposo jamás pudo olvidarla y al final de todo Sophia no pudo arrancarla de su mente y corazón como él había pensado.

Sophia... ¿por qué en ese momento en lo menos que quería pensar era en esa mujer que en pocos meses sería su dueña?

«Porque ahora mismo solo quieres saberlo tuyo», le respondió una vocecilla y Hope agradeció que el mesero trajera sus desayunos antes de que ambos perdieran el buen juicio sin siquiera abordar el tema que realmente importaba.

Déjame Sentirte 2 *Almas perdidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora