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Cedric estaba en Manhattan por una sola razón y esta era finalizar su compromiso con Sophia, por lo que era de lo más normal que no quisiera informarle a la morena sobre su llegada y acudiera al departamento de su hermano en primera instancia.

Había sido un viaje lo suficientemente largo y no había considerado que quizá lo mejor sería irse a un hotel, dado que ahora todas las propiedades que antes consideró suyas estaban bajo el poder de Hope. Sin embargo, todo se debía a que Cedric nunca imaginó que la historia se repetiría y volvería a encontrar a William con Joy en una situación bastante sugerente.

¿Qué hacía Joy en el departamento de su hermano y cómo se habían encontrado y terminado de esta manera?

Miró a su hermano de reojo, quien esperaba qué dijera algo al respecto y se pasó una mano por el cabello con frustración.

¿Qué se suponía que debía hacer?

Joy no era una niña y su hermano... Él debía estar muy interesado en la castaña si estaba dispuesto a mantenerla bajo su cuidado incluso después de haber sido descubierto.

—Debes confiar en mí, no pasó nada malo.

¿Acaso lo creía un imbécil? Había visto a Joy, sus ojos, su rostro y como miraba a su hermano, claramente William seguía jugando con ella.

—¿Cómo se encontraron?

—Fue en Seattle, fui a buscar un testigo para mi caso y me encontré con Joy en un estado lamentable. No pude dejarla, ella necesi...

—¿Desde cuando eres un buen samaritano? —ironizó, su hermano no era el tipo de persona que se preocupara por los demás.

—Siempre seré uno para ella.

No quiso creerle, pero él mejor que nadie sabía cómo era amar a una mujer y cómo ese sentimiento podía transformar a una persona.

—No puede quedarse, ella...

—Confía en mí —insistió—. Estoy haciendo hasta lo imposible por demostrarte que he cambiado, que quiero ser mejor y...

—Joy debe ir a una de las casas de su hermana.

El que vivieran juntos no era una buena idea.

—Si gano el caso de mañana debes prometerme que no te meterás en esto.

Abrió los ojos con sorpresa, su hermano no estaba dispuesto a dejarla ir, algo que en el pasado no había parecido molestarle en lo absoluto.

—¿Por qué no dejas que la lleve a un lugar seguro?

—Joy ha estado abandonada todo este tiempo y no seré yo quien la deje sola en una casa vacía donde nadie se preocupará por ella. Fue por eso que la traje conmigo de Seattle, porque todo indica que soy el único que puede brindarle un lugar donde ella pueda estar segura.

La determinación de sus palabras lo llevaron a abrir los ojos con sorpresa, ¿qué diablos le había sucedido a su hermano?

—No puedes jugar con Joy.

—Te aseguro que esa no es mi intención. —¿Haría bien en confiar en él?—. No sé qué sucederá más adelante, pero puedes estar seguro de que cualquier decisión que tome será lo suficientemente sería y madura.

Cedric sujetó su maleta en silencio y antes de salir de la habitación en la que se habían encerrado para discutir el tema, conectó sus miradas.

—Gana el caso de mañana y confiaré en tu palabra.

Mentira, ganase o no el caso, él ya le creía; pero se moría de ganas de verlo triunfar en los tribunales.

William asintió y posó la vista en su maleta.

—¿Será un viaje corto?

Asintió.

—¿A qué viniste?

«A terminar con la farsa que estuve construyendo en los últimos años».

—Sophia quiere verme.

Y ella sería la primera en enterrarse sobre sus intenciones y sentimientos en cuanto a Hope, era lo menos que Sophia merecía ante semejante traición.

—Sabes que puedes quedarte.

—Fue el plan inicial, pero prefiero irme a un hotel —admitió con un encogimiento de hombros y William asintió con movimientos escuetos.

Ese espacio era de William y de Joy y Cedric no pensaba hacer un mal tercio.

—¿Cuándo te irás?

—Pasado mañana a primera hora, quiero quedarme a festejar tu victoria de mañana.

William esbozó una sonrisa engreída y Cedric le devolvió el gesto, confirmando sin necesidad de palabras que entre ellos todo estaba bien.

Consciente de que Joy y su hermano no eran unos chiquillos, abandonó el departamento, brindándoles su privacidad y se dirigió al hotel más cercano. Le pediría a Sophia que desayunaran juntos el día de mañana y acabaría con todo de una vez por todas.

Pasadas las ocho de la noche William se acercó a la alcoba de Joy y llamó a la puerta, sintiendo un nudo en la garganta.

—¿Estás despierta? —No recibió una respuesta—. Cedric se marchó y dejé tu cena en el microondas. —Nada.

Lo más sensato sería regresar a su alcoba y dejarla tranquila, pero en lugar de ello William se armó de valor y volvió a tocar.

—Voy a entrar.

Le dio unos segundos, aprendiendo de su anterior error, y cuando abrió la puerta vio toda la habitación en penumbras y a Joy envuelta entre las sábanas.

Ingresó con mucho cuidado y se sentó junto a ella, preguntándose si realmente estaba dormida o simplemente lo estaba evitando.

—Cedric no te obligará a irte —comentó con suavidad, acariciando su mejilla—. Y no debes preocuparte, para mí no pasó nada relevante el día de hoy —mintió con el fin de relajarla y mantener su relación en paz.

Lo cierto era que había pasado mucho y prácticamente recibió la señal que estuvo esperando todo este tiempo, esa que le decía que Joy lo necesitaba más que nunca, y era correspondida.

Él también la necesitaba.

¿Sería capaz de protegerla?

Si mal no recordaba, toda mujer que se acercaba a él terminaba gravemente herida.

Está muerta.

Se alejó de la cama con rapidez, sintiendo como el aire empezaba a faltarle ante el horrible recuerdo, y tragó con fuerza.

«Limítate a protegerla, amarla sería un terrible error».

Abandonó la habitación, dejando atrás su absurda idea de que ella despertaría y accedería a hablar con él en cuanto al tema de como la había encontrado esa tarde en su alcoba.

Lo mejor para ambos sería olvidar esa escena y seguir con las cosas como hasta ahora.

Nuevo capítulo!!

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Déjame Sentirte 2 *Almas perdidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora