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Seattle, Washington.

—No es para tanto, sólo supérala y ya —ordenó Izan, tratando de tocar la guitarra, pero Nathaniel no dejó de caminar de un lugar a otro por su sala—. Nunca le interesaste, para Joy sólo eres un amigo.

—Tú no lo entiendes —decretó su hermano mayor—. Si sólo fuera un amigo, ella no me habría besado como lo hizo aquella noche ni me habría confiado su primera vez.

Esas palabras hicieron que tirara más de lo necesario de las cuerdas y clavara la vista en su hermano.

No debería, pero ciertamente se sentía muy irritado en cuanto a Nathaniel, quien era lo suficientemente ciego como para no darse cuenta que la mujer que estuvo entre sus brazos esa noche no fue Joy, sino la tierna y hermosa Ginger.

Apretó la mandíbula y dejó su guitarra de lado.

Su hermano odiaba a la pelirroja y él... durante mucho tiempo se dijo que sólo era su amiga, pero ahora se sentía demasiado celoso para su propio bien.

Nathaniel era peligroso, estaba casi seguro que si descubría la verdad sería lo suficientemente idiota como para lastimar a Ginger, por lo que Izan no pensaba confesarle ese hecho, sino todo lo contrario: quería recuperar a la pelirroja, quien desde que se fue a Londres se había mostrado bastante apartada y desinteresada en cuanto a él, puesto que un simple mensaje suyo habría sido suficiente en el pasado para que ella lo llamara y conversaran por horas.

Se frotó el rostro con frustración.

¿Por qué se sentía tan posesivo en cuanto a Ginger?

En la escuela ni siquiera la había notado lo suficiente y ahora... ahora sólo la quería lejos de su hermano.

—Joy está en Manhattan con el hombre que sí le importa, sigue con tu vida e involúcrate con alguna de las internas del hospital. No entiendo cuál es tu afán de encapricharte con una mujer.

—¿Crees que no lo hice? —preguntó su hermano, sentándose junto a él—. Lo he intentado, pero en cada beso y caricia sólo puedo pensar en ella; en su olor y su forma de recibirme y aferrarse a mi cuerpo.

La piel se le erizó y juntó los ojos con fuerza. Durante años había fingido no darse cuenta de los sentimientos de Ginger hacia él y ahora su hermano le había arrebatado su primera vez.

La vida era dura cuando castigaba.

—¿Fue tan especial?

—Sí —admitió Nathaniel, bebiendo de su cerveza—. En mi vida he sentido como una mujer tiembla en mis brazos ni mucho menos me he tenido que esforzar por seducir a una, pero ella... ella fue un hermoso reto que ahora quiero a mi lado. ¿Acaso es mucho pedir?

Lo era. Más cuando esa mujer era la hija del hombre que su hermano detestaba y a quien no dudaba en hacerle la vida imposible cada vez que se ponía en su camino.

—Lo que me dices no me recuerda a Joy.

Joy era demasiado frívola como para temblar en los brazos de un hombre, al menos a él le costaba mucho imaginar a la castaña en esa situación.

—Créeme que yo también me llevé una grata sorpresa.

Asintió lentamente y abrió una nueva botella de cerveza. En el pasado nunca habían tenido problema alguno en cuanto a mujeres, ambos tenían gustos muy diferentes y de vez en cuando habían compartido a más de una fémina; no obstante, eso no quería decir que Izan quisiera compartir a Ginger con Nathaniel.

—Llegará en menos de dos semanas, pero haré hasta lo imposible para ir a verla.

Su hermano estaba loco si creía que William le dejaría a su chica tan fácilmente. Él ya había visto como actuaba Collins en cuanto a Joy, por lo que estaba claro que Nathaniel quedaría fuera de ese juego.

Déjame Sentirte 2 *Almas perdidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora