Déjame Sentirte 2 *Almas perdidas*

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Londres, Inglaterra.

Ya era jueves y Hope podía dar por sentado que la tercera semana de su viaje había terminado exitosamente, dado que su trabajo había sido aprobado y elogiado por todos los inversores del videojuego; sin embargo, no se sentía nada satisfecha porque durante toda esa semana no había tenido ni una sola noticia de Cedric, algo que le resultaba bastante frustrante.

«Deja de esperarlo, él no te ve de esa manera» le ordenó una vocecilla y se rehusó a escucharla, comportándose como una adolescente sin experiencia.

Salió de su oficina con desgana y se preguntó si haría bien en regresar a su departamento con esos ánimos, últimamente ni Damon se sentía con el entusiasmo de ser optimista y dos personas con el corazón roto harían un muy mal equipo en este momento.

—Me alegra mucho encontrarla, señorita Smith. —No llegó a hacer parar el siguiente taxi y giró el rostro confundida, encontrándose con la sonrisa galante de Franco Timberlake, el socio de Cedric.

¿Por qué ese hombre seguía en Londres?

Según tenía entendido él vivía en Las Vegas y Londres era su ciudad menos favorita, ¿por qué no se había ido todavía cuando su última reunión fue el martes?

«Seguramente se quedará para el lanzamiento del videojuego».

Era lo más probable.

—Señor Timberlake —soltó con sorpresa—. ¿Puedo ayudarlo en algo?

Era un cliente muy importante para la empresa de Cedric, por lo que ella debía ser respetuosa y servicial si él lo necesitaba.

—Ciertamente estoy algo aburrido y eso no suele ser así un jueves a las cinco de la tarde. —No entendía nada de lo que le estaba diciendo—. ¿Sabías que fui yo quien te encontró en Mytok y te sugerí a Collins?

—¿De verdad? —Abrió los ojos, atónita—. No sabía nada al respecto, pero jamás tendré como agradecerle.

—Claro que tienes maneras de agradecerme —añadió de pronto, sonriente, y por alguna extraña razón se sintió levemente intimidada ante la sonrisa del hombre.

Era guapo, pero parecía ser el tipo de hombre que conquistaba mujeres a montones para después romper sus corazones.

—Hay algo que quiero que hagas por mí.

La garganta se le cerró, no era muy devota de hablar con extraños.

Debió haberse ido con Ginger, de haber sido así, no se sentiría tan angustiada en un momento como ese.

—Lo haré con gusto siempre y cuando esté dentro de mis posibilidades —forzó una sonrisa y observó hacia la puerta del edificio.

¿Podría ser que un ser todo poderoso se apiadara de ella y Samuel saliera de la empresa pronto?

—Quisiera festejar que por fin todo lo relacionado con el videojuego llegó a su fin y no sé a qué pub podría ir a divertirme, ¿accederías a ser mi acompañante esta noche?

Hope no fue capaz de emitir palabra alguna y por largos segundos se le quedó mirando al hombre que le sonreía con claras intenciones; Timberlake quería tiempo a solas con ella y de cierta forma ese hecho no le sorprendía, desde que la vio en persona él no había hecho el más mínimo esfuerzo por esconder su interés hacia ella.

Pero no era un interés romántico, claro está, él sólo la quería en su cama para pasar un buen rato.

¿En qué momento sucedió? No estaba segura, pero ahora Timberlake acariciaba su brazo con descaro.