Elloѕ ғυeroɴ pαrejα eɴ lα ѕecυɴdαrια y pαrтe de lα υɴιverѕιdαd, pero por υɴoѕ мαl eɴтeɴdιdoѕ тerмιɴαroɴ. Lυeɢo de αɴ̃oѕ y eɴ υɴα reυɴιóɴ de eх αlυмɴoѕ, αмвoѕ vυelveɴ α reeɴcoɴтrαrѕe, pero pαrα αqυel αlғα, ѕυ ѕorpreѕα vιeɴe cυαɴdo α αqυel oмeɢα lo e...
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NIEVES
Miraba como mi hermano estaba dando vueltas en su habitación, murmurando algo que no lo entendía. Es que a veces me preguntó si realmente es hijo de mamá.
— ¿Qué haces? —pregunté, viendo cómo su mirada caía en mí.
— Nada, vete a tu habitación.... Y no salgas —me cruze de brazos.
— ¿Y por qué? ¿Vendrá alguien? —sus mejillas las ví rojas, me sorprendió eso— ¡Vendrá alguien! ¡¿Ya tienes novia?! ¡Se lo diré a mamá!
Él solo suspiró cansado, mientras se sentaba en su cama y me miraba serio— No tengo pareja, Nieves. Hoy vendrá uno de mis amigos a casa, quedamos en estudiar para el exámen de mañana —enarqué una ceja, no me convencía— Solo no quiero ruido, realmente necesitamos estudiar, bueno yo.
Hize una mueca, suspirando rendida— Vale... Pero no prometo nada si esa persona no me cae bien.
Rodó los ojos— A tí nadie te cae bien.
Sonreí— Por algo no soy buena contigo —dije mientras salía de la habitación.
La verdad es que notaba como era Rubius, un tontito que no sabe mentir, que con mis seis años lo conozco a la perfección. El bobo se sonrojo.
Necesito saber cómo es aquel omega o beta, tal vez un alfa. No se sabe con mi hermano.
Estaba ideando un plan en el cual aquel o aquella persona que vendría podría caer. Hasta que escucho la puerta de la entrada ser abierta y un golpe cerca a mi habitación, salí rápidamente viendo cómo Rübius estaba en el suelo levantándose. Me aguanté una risa por verlo nervioso.
Es que no era nada común, siempre estaba sereno cuando venían sus otros amigos, ¿por qué aquella persona era tan especial ahora? ¿Yo lo habré visto alguna vez? ¿Será alguien nuevo de su escuela?
Ví como maldecía y así rápidamente bajaba de las escaleras, yo fui tras de él, realmente estaba curiosa de quién era.
Al llegar, solo oí las risas de mi madre y de otra persona.
— Lo siento mi niño, pero él necesitaba saber lo que ví —dijo mi madre mientras acariciaba el cabello de mi hermano.
— Si mamá, ya entendí —dijo con las mejillas rojas.
— Bueno, Samu, un gusto volver a verte.
— Lo mismo digo señora Gundersen —ella soltó una leve risa.
