Elloѕ ғυeroɴ pαrejα eɴ lα ѕecυɴdαrια y pαrтe de lα υɴιverѕιdαd, pero por υɴoѕ мαl eɴтeɴdιdoѕ тerмιɴαroɴ. Lυeɢo de αɴ̃oѕ y eɴ υɴα reυɴιóɴ de eх αlυмɴoѕ, αмвoѕ vυelveɴ α reeɴcoɴтrαrѕe, pero pαrα αqυel αlғα, ѕυ ѕorpreѕα vιeɴe cυαɴdo α αqυel oмeɢα lo e...
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— Si, lamento no haberte avisado —dijo el castaño mientras se sentaba en la cama.
— Sabes que el problema no es ese, joder —la oyó suspirar cansada— No debes irte así como así, somos amigos después de todo y me indigna tener que preguntarle al idiota de Auron sobre tí.
Rió leve por ello— Ya, entiendo, lo lamento ¿si? Prometo no volver a irme sin avisarte antes, serás la primera en saberlo, ¿contenta?
— La verdad es que no, más te vale regresar para el nacimiento de mi hijo, que si no Lanita estará enojada también. Créeme, no la quieres ver enojada.
Suspiró, tenía razón aquella chica, no quería ver a aquella beta enojada con él. Que a pesar de verse tan adorable y como si no matará ninguna mosca, la chica realmente debe dar miedo si estaba enojada.
— Tranquila, no faltaré. En todo caso, yo te aviso cualquier inconveniente que tenga. —dijo, oyendo a aquella alfa suspirar.
— Rubén, ¿es por aquel omega que volviste a España?. —no contestó, solo haciendo que la mayor siguiera hablando— Nada de esto me gusta y lo sabes perfectamente. No es por encargarme de tu trabajo en estas semanas, sabes porqué te lo digo.
— Moni, que todo está bien, ¿vale?. Joder, es que tú y Auron no entienden nada de esto. —se tiró para atrás, dando un pequeño rebote en el colchón— Si hubieras conocido a Lanita mucho antes, cuando simplemente eran unas chicas curzando la secundaria y se hubieran dado cuenta que son destinadas, ¿no estarías en mi lugar si quieres volver a intentarlo con ella? Porque la amas.
Oyó un bufido, dándole a entender que había ganado aquella conversación— Realmente eres bueno para convencer a las personas. Más te vale no echarlo a perder, ¿entiendes?.
— Lo amo demasiado como para dejarlo otra vez.
— O como para regresar a conquistarlo... Yo me encargaré de decirle a todos sobre tu ausencia y Rub... —un pequeño silencio, dónde esperaba lo que su amiga diría— Más vale que ella sepa todo y no le caiga de sorpresa cuando se lo diga.
— Adiós Mónica.
Y colgó, antes del regaño de la pelinegra. Dejó su teléfono a un lado, mientras miraba el blanco techo de la habitación, sintiendo como todo estaba tan callado, como si nadie viviera ahí.
Le gustaba el silencio, pero en esos momentos no quería que fuera así. Y por su mente pasó la imágen de aquel lindo omega junto a él y una pequeña niña parecida al azabache.
