Capitulo 8

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La mañana fue la mejor que Levi había tenido en meses. Durmió como un bebe. No sabía si había sido haber dormido recién cenado, en una cama distinta y más cómoda que la suya, o era el hecho de haber descansado en confianza junto a Hanji. Pero sabía que todo el día se había sentido con un ánimo arriba de lo normal. Trabajo con felicidad, fue más eficaz y atendió a los clientes con un tono de voz dulce. Todos los demás empleados estaban extrañados por su repentino buen humor, pero asumieron que al tratarse ya del sábado, estaría ansioso por irse.
Cuando llego a su casa decidió que lo mejor sería tomarse el día para sí mismo, descansar y tener un rato de ocio. Tan solo tuvo un pie dentro de la casa, corrió a su cuarto a ponerse la pijama y aprovechar el fin de semana para limpiar todo. Saco de su habitación unas esponjas completamente nuevas y algunos trapos para limpiar con comodidad, no era que despreciara lo que su madre o tíos compraran, pero él tenía sus productos favoritos.

–Mira quien nos honra con su presencia en casa –escucho una voz en cuanto salió de su habitación. Era Kuchel, quien había ido a la cocina por algo para comer. Se podía notar en su mirada y en su tono de voz que estaba molesta –¿Se podrá saber dónde pasaste la noche?

–¿Te enojaste porque no llegue? ¿en serio? –dijo Levi en respuesta, claro que ella solo lo miro con aun más molestia, esperando a que respondiera –Con unos amigos, no creí que fuera la gran cosa.

A pesar de que Levi estaba ya en sus veintes, nunca había sido una persona que pasara mucho tiempo fuera de casa. No tenía muchos amigos, no era intimo con nadie y su novia estaba más interesada en su futuro que en una relación; todos, incluyéndolo a el mismo, habían notado que había pasado demasiado tiempo fuera las últimas semanas, incluso si estaba en la casa de junto. No se sentía cómodo saliendo tanto, incumpliendo en sus tareas personales, descuidando su casa y su propio aspecto físico. Así que aquella tarde limpio como si nunca lo hubiera hecho. Nadie se lo pedía, ni era forzado a hacerlo, pero era su mayor hobby y no podía evitar extrañarlo.

Fueron casi dos horas donde limpio las paredes y el techo, de la sala y cocina. Estaba en el punto máximo de concentración, feliz y casi sintiéndose en un nirvana. Pero cuando estaba a punto de comenzar a limpiar las puertas de las alacenas, recibió una llamada de teléfono. Interrumpió la música que cantaba a todo pulmón, así que fue a contestar molesto. O al menos así fue, hasta que miro el nombre en la pantalla: "Han ji Zoe"

–¿Hola? –dijo Levi inmediatamente tras contestar el teléfono.

–Vamos a una fiesta más tarde –se escuchaba que estaba cocinando –¿O no puedes?

Levi sabía que se había prometido a si mismo dedicarse un día para su tranquilidad, despejarse y quedarse en casa, así que no dudo cuando le dio una respuesta: –Claro que voy.

–¡Perfecto!

Había rendido ante el cariño por su amiga, sin importar que planes tuviera ya en mente, dejaría todo por salir con ella. No le impidió seguir limpiando treinta minutos más, aunque sea para no sentir el polvo en la parte superior de la alacena. Después de eso fue a bañarse y arreglarse. Derivado a su posible obsesión con la higiene, Levi había pasado a odiar casi cualquier tacto cerca de su rostro. Lo único que podía aceptar eran los besos que Traute le daba, ya que fuera de eso, sentía un asco por todo lo que se acercara a él. Así que desde varios años atrás, que el asunto comenzó a ser un problema constante, tuvo que aprender a rebajarse el cabello por su propia cuenta. Así que aprovecho ese mismo día para rebajar el pelo de su nuca y sobre sus orejas, lo hacía con máquina de afeitar, y el resto más largo lo cortaba finamente con tijeras. Podía tomarle horas, pero para su suerte, una hora y media después estaba listo.

Hanji le mando la dirección cuando él estaba aún arreglándose, así que en cuanto salió de su casa pudo dirigirse al lugar de la fiesta. Cuando iba de camino, pudo leer detenidamente el mensaje, notando que decía que era cumpleaños de Henning, uno de los amigos de Mike que había conocido el día de la tocada en el bar. Se sintió mal de no saberlo antes y no haber preparado un regalo, así que pidió al taxista que parara en una tienda de paso para comprar algunas bebidas y botanas para el resto. Claro que al llegar todo lo que compro fue bien recibido por personas que nunca había visto antes, solo se limitó a saludar a sus amigos de la banda.

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