8. Sylver -Entre pensamientos

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Hoy he ido a hacer la compra. He comprado: Pan, tomates, huevos, queso.

Las últimas páginas del diario eran todas muy similares. Sabía que volverlas a leer no serviría de nada, aunque ahora entendiera lenguajes que ni sabía que existían hace un par de meses. Quiso usar su amplificador como lo que era, un diario donde su madre apuntaba sus pensamientos, el cual ahora era suyo por herencia, y escribir en él, pero era demasiado peligroso plasmar lo que rondaba por su mente en esos momentos. Lo escribió en el aire sin usar poder alguno, solo como si quisiera poner en orden el caos de los últimos meses:

Kosmos. Umbra. Peleando por imponerse en mi brazo como llevan milenios haciéndolo en el mundo. ¿Gano o pierdo? ¿Soy de Kosmos o de Umbra?

Runas. Lenguas extrañas. ¿Cómo lo entiendo todo?

Este mundo. El otro lado del velo. ¿Qué es real y que no?

Poderes. Estudiantes.  ¿Cómo nuestra vida ha cambiado tanto en tan poco tiempo?

Todas ellas prodigio. ¿Habría sido prodigio de Umbra si no fuera por la imposición artificial de prodigios de Kosmos?

Muertes... Debemos entrenar para evitar más muertes, o conseguir las mínimas posibles.

Niko. Sebas. Liam. Liam... Te echo de menos...

Toda la vida siendo un niño prodigio de Umbra y... tenía una pista de la muerte de mis padres en frente de mis narices. Un par de veces literalmente.

Sylver se acarició los labios sintiendo un pinchazo cálido y melancólico en el corazón. Se subió las gafas antes de mirarse las manos.

El aire acondicionado en la sala del féretro gotea y crea un cortocircuito en la sala, dando lugar a un mini apagón que deja la cámara bloqueada y hace que el guardia de seguridad que vigila las cámaras vaya a ver qué es lo que sucede en esa cámara, dejando vacío su puesto de trabajo.

Y pensar que saber si Liam estaba allí dentro era nuestro mayor problema. Adramalik vuelve a estar suelto, no sabemos quién es el topo ni el metamorfo, ni si son la misma persona, y todo va demasiado rápido y lento a la vez.

Espero que como mínimo Niko esté feliz en París con el padre de Liam. Nunca me contaron porque habían tenido un encontronazo Liam y él. Mencionaron algo en el baile, pero con todo lo que pasó, yendo de una fantasía digna de un cuento de hadas con un principe azul a una película de horror Lovecraftiana.

—Caramelito, ¿qué haces en mi despacho escondida? —cortó Sebas el hilo de pensamiento de Sylver—. ¿Tanto me has echado de menos esta mañana? Pero si solo he ido a solucionar unas gestiones con Mita.

—No, tonto. Solo quería estar en un lugar donde no me molestaran, y como nadie viene a verte nunca porque eres muy pesado, pues he pensado que este sería el mejor lugar.

Sebas se sentó dramatizando, como siempre era él, al otro lado de la mesa. Sylver estaba sentada en su silla, con el diario abierto en un par de páginas en blanco.

—Ignoraré el comentario. ¿Qué maldades estás planeando? Porque estás en el trono de las maldades, así que cuenta, partner in crime.

—No estoy planeando ninguna maldad, Sebas.

—Ains... Tan aburrida como siempre. Quizá si me quito la camiseta se te cambia la cara y se te ocurre algo divertido. La última vez tu rostro era digno de exponer en un museo.

—Calla, Sebas. Solo quería ver el Uroboros.

—No, maja, querías ver LOS uroboros.

Sylver cogió una pelota antiestrés que había encima de la mesa y se la tiró a Sebas, el que la esquivó sin dejar de reírse. Este se levantó y recogió la pelota, la que había terminado justo al lado de la puerta del despacho.

—¿Esta es tu forma de decirme que quieres que sea tu perro o que me quieres sacar de paseo como Kata a Svalin?

—Que tú hagas y digas todo con segundas no significa que el resto del mundo también.

—¿Te imaginas Charles hablando con segundas? El tío habla tan fino que mi mente galaxia no tiene capacidad para imaginárselo —dijo con sabor ácido, como diría Pandora, mientras se sentaba de nuevo en la silla, jugando con la pelota—. Aunque bueno, desde que Cleo y él se fueron a la India, estos dos están muy pegaditos. Pobre, Cleo, no sabe la vida de amargura que le espera.

—¿A ti no te gusta que la gente sea feliz con quien quiera? Eso de no mojar te está afectando más de lo que pensaba.

—Kata ya se ha chivado —apretó la pelota con fuerza—. Qué pena que sea mi superior y no pueda hacerle nada.

—Velita, no te pongas así, porque seguro que estando así nadie se te va a acercar.

—Entonces que haces en mi despacho.

Sin querer, los dos se habían echado hacia la mesa, separados solo por una cabeza. Sylver cerró el diario mientras le levantaba una ceja. Sebas, en cambio, sonrió divertido mientras pillaba una piruleta de un bote que había a su derecha y lo desenvolvió sin cambiar la cara ni mirarla. Abrió la boca delicadamente y lo introdujo en su boca, sonriéndole de nuevo.

Sebas, al ver como Sylver no dejaba de mirarle los labios y el palo de caramelo, esperó a que sus miradas se cruzaran para decir algo más.

—Puedes servirte uno, si quieres.

Sebas movió la lengua pasando el caramelo de un lado al otro apoyando el codo en la mesa a la vez que la mano en la cabeza, sujetándosela con las dos manos como un niño pequeño, y Sylver aprovechó para quitarle con cuidado la piruleta de la boca, la que terminó en la suya con la misma sonrisa que tenía el mentor.

—Muchas gracias, senpai.

Sylver no necesitaba leer la mente de Sebas para saber que pasaba por su mente en esos momentos. Este se acercó a ella, acercando también la mano a la piruleta, pero esta se tiró hacia atrás acomodando satisfecha la cabeza en el trono de maldades.

—Creo que por hoy has cumplido tu cupo de maldades, Sebas —se levantó de la silla, dejando a Sebas con la palabra en la boca, y se acercó a la puerta con el diario en la mano—. Por cierto, gracias por el Kojak, senpai. Nos vemos mañana en el entreno.

Sylver le sonrió por última vez antes de irse, cerrando la puerta y haciendo que Sebastian por fin reaccionara. Tenía los ojos como platos sin entender muy bien qué acababa de pasar.

—¿Pero cómo no he leído eso?

Se levantó de la silla para sentarse en su trono de maldades mientras cogía otra piruleta, la que se tomó con una sonrisa pícara entre los labios.

#ADOMCTOBER2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora