29. Phasmohacks

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—Vale, chicas, estamos en la granja de Pepe García. Hay rumores que dicen que hay actividad paranormal en esta granja y que la gente que entra no suele volver, excepto una pareja de de la facultad de química, los cuales vinieron directamente a nuestro club diciendo que habían pasado cosas raras cuando entraron.

—Venir a darse el lote en una granja abandonada sabiendo los rumores que existen sí me parece raro.

—Cleo, eso no es lo importante. Lo importante es que debemos tener el nuevo proyecto para mañana.

—Pero Lucy, Kata no podría... Ya sabes... Aunque me duela decirlo... ¿Acostarse con Scarlett para que nos dé más tiempo?

—¡Pero por quién me has tomado!

Katana se asomó por detrás del asiento del piloto y el copiloto, donde el espacio abierto permitía tener todo el equipamiento de Phasmohacks dentro de la máquina del misterio, una furgoneta abandonada que habían podido arreglar "recargando la batería" y con las buenas manos del golem gotita. Literalmente era una esponja de información.

—Chicas, vamos a hacer el trabajo. No perdamos más el tiempo. Venid a coger cosas para llevarlas a dentro. Yo me encargo del libro de escritura y de la linterna UV. Cleo, encárgate de la spirit box y busca un ouija. Lucy, instala la cámara de vídeo y mantente alerta con la de fotos a ver si encontramos huesos o pruebas. Kata, EMF y termómetro, cuando detectes la zona de ataque, instala el proyector D.O.T.S.

—Avisad si encontráis el cuadro de luces o veis cualquier cosa fuera de lo normal.

—Sí, jefa de inteligencia.

—Por favor, dejad de llamarme así. Todas somos prodigios.

—Pero no todas somos la jefaza de inteligencia.

—El próximo día traigo a Momo y que os dirija ella.

—¡Ni te atrevas a hacerle esto a Momito! —exclamaron al unísono Cleo y Kata.

Las chicas bajaron de la furgoneta y abrieron con cuidado la puerta de la granja. El lugar había sido forzado varias veces, así que no tuvieron ningún problema en entrar. Con las linternas encendidas, una a una fue accediendo al interior, disolviendo el grupo en búsqueda de evidencias.

Revisaron las dos plantas de la granja, revisaron la habitación donde la parejita había sido interrumpida, incluso revisaron los alrededores, pero no encontraron ni rastro del ser que los rumores decían que habitaba ese lugar.

—Chicas, reunión en la cocina, ahora.

Lucy colocó la videocámara en la encimera después de hablar por el walky, encendida por si acaso. Ninguna parecía haber encontrado nada a parte del cuadro de luces en el garaje esperó paciente a las demás chicas, viendo como del garaje salía Sylver, aunque retrocedió un momento, mirando con la linterna detrás de la puerta.

—Lucy, mira, una huella dactilar. Hazle una foto.

Con el cuerpo tenso, se acercó a la pelirroja e hizo la foto, apuntando ambas ese hecho en la libreta. Esperaron un par de minutos con las luces de la cocina tintineando sin escuchar nada más que sus dos respiraciones.

—Chicas, ¿estáis bien? —preguntó por Walky-talky Sylver, con claro tono preocupado.

Durante 5 segundos, el silencio volvió a reinar la cocina, no fue hasta que del aparato sonó una comunicación, una que parecía haber activado el walky, pero que al ser golpeado sin decir nada, había terminado su comunicación.

Las dos chicas se miraron aún más preocupadas, haciendo que la de ojos violáceos se incorporara de la encimera.

—Lucy, ¿crees que podrías encontrar a las chicas a través del walky?

—Podría intentar...

Varios clicks del aparato hicieron que volviera el silencio a la cocina. Poco después, una voz distorsionada habló por el Walky:

—Tamo- Bi- Nimos-

Se escuchó un portazo proveniente del piso de arriba, asustando a las dos chicas y haciendo que miraran de inmediato. El crujir de la madera hizo que se mirasen sin saber muy bien que esperar. La risita tímida que acompañaba los pasos hizo que a Sylver y a Lucy les recorriera un escalofrío de arriba abajo, notando como el ambiente se enfriara, aunque solo fuera una sensación suya.

La oscuridad no dejaba ver nada el piso superior, pero unos pasos cada vez más cercanos bajando por las escaleras hicieron que Lucy apuntara con la linterna como si fuera una pistola, intentando paralizar a lo que estuviera en lo bajo de la escalera.

—Chicas, ni rastro del fantasma.

Cleo habló, tapando el foco de luz con la mano libre, y Kata levantó su mano libre en señal de rendición.

—¿Dónde estabáis?

—Mirando en el piso de arriba.

—Creíamos haber encontrado algo en la habitación principal y cuando nos hemos acercado nos hemos caído, haciendo que los walkys... bueno, pasaran a mejor vida.

—¿Y por qué os estáis cogiendo de la mano?

—Para no separarnos... Ya sabes, es una casa grande, pero sin fantasmas.

—Kata, podrías hacerle eso que has hecho arriba a Scarlett a ver si nos da más tiempo para buscar otra casa.

—Primero, fuera de las actividades del club liaros cuanto queráis, pero esto es serio. Segundo, hemos encontrado una huella aquí.

El sonido de un bolígrafo escribiendo sorprendió a las tres chicas, haciendo que la parejita apretara más fuerte de la mano.

—Sylver, ¿qué escribes?

—Yo no he sido...

Las cuatro chicas se acercaron a la libreta que Sylver había dejado abierta encima de la encimera, viendo como en ella había escrito algo con fuerza, remarcado varias veces para hacerlo más grande.

—"Iros de aquí. YA" Vale, creo que sí hay fantasma —dijo Kata sin soltar ni un momento a Cleo.

Lucy apuntó rápidamente en su libreta la escritura fantasmal y esperaron a que el fantasma hiciera algo más, pero el silencio volvió a invadir la cocina.

—¿No vas a hacer nada más? —levantó la voz Cleo, hablándole a la nada, mientras encendía la spirit box.

—¿Cómo provocamos al fantasma? ¿Se llamaba Pepe García el propietario de esta granja, no? Seguramente sea él.

—¿Y si le gritamos: "¡Detente fantasma!"?

—No creo que funcione, Cleo.

Cuando las chicas callaron, sonó con intensidad la voz de la peliblanca, cantando y bailando una canción:

—En la granja de Pepito ia ia oh... Con el burro i a, con el burro i a...

Kata hizo las orejitas del burro con las manos y, viendo como sus compañeras no se unían a la canción, las bajó tímidamente.

—¿Qué? ¿Tenéis una idea mejor?

—Sí, salir de aquí...

Al mismo tiempo que la voz distorsionada de un hombre habló por el aparato, varios platos empezaron a volar, cayendo cerca de las chicas y asustándolas mucho. Recogieron rápidamente ante la incesante cantidad de vajilla que caía desde las estanterías y fueron corriendo a la máquina del misterio.

—¡Es un Poltergeist! ¡Es un Poltergeist! ¡Tenemos el trabajo hecho!

#ADOMCTOBER2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora