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En el reloj digital, los númeritos brillantes marcaban las cinco de la mañana. Trip se giró nuévamente sobre sus sábanas revueltas y desordenadas, e incluso el suave pelo de Welter, que siempre le parecía acogedor ahora le resultaba molesto. Se levantó y fue a la cocina a buscar algo dulce. 

 —¿Tampoco puedes dormir?— le dijo una voz familiar. Era Virus, que estaba leyendo y tomando un té. 

—No. ¡Lo deseo demasiado!—admitió de inmediato Trip, entre frustrado y enojado, siempre se ponía asi cuando había algo que no podía tener. Virus sabía a quien se refería. Aoba ¿Quién más podría ser?

—¿Y crees que yo no?—Respondió Virus. Aoba había sido, por un buen tiempo, el dueño de sus retorcidos corazones, el motivo de sus pesadillas y sueños atormentados.

—Podríamos...hablarle por coil—Sugirió Trip. Virus no tenía muchas ganas de hacerlo, era de madrugada y lo más seguro es que Aoba ya estuviera dormido, no quería seguir humillándose, pero tampoco quería ni podía dejar de insistir.

—Ok—Virus marcó de su coil. Llamó un par de veces y no contestó nadie. Como supuso ya era tarde. Solo querían escuchar su voz, aunque fuera un poco, tenía semanas que no se veían. Cuando entró el sonido para dejar un mensaje lo único que Virus dijo fue —Aoba-san, solo escúchanos...—

Los no gemelos sabían que Aoba no quería saber más de sus propuestas, aunque no los odiaba y pensaba que aunque eran raros no tenían malas intenciones, él ya tenía novio y sería incorrecto darles alas a Virus y Trip. 

Ellos, por su parte, sabían que el deseo por Aoba, quien ahora les parecía tan inalcanzable, no solo no los dejaba dormir, sino que los iba orillando a un espiral de locura que ni ellos sabían en que acabaría o de que los volvería capaces. Solo teniéndolo podrían descansar, solo así se curarían de esta obsesión. 

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora