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Virus y Trip era egoístas y muy orgullosos ¿Rogarle a alguien? ¡Jamás! A ellos es a quien debían rogarles. No tenían interés ni consideración por nadie más que por ellos mismos. Pero se trataba de Aoba, el lo merecía todo, y los intentos, aunque incontables por atraer su atención, nunca eran suficientes. 

Después de todo no era culpa de Aoba, solo estaba desorientado, confundido acerca de que era lo mejor para él. Creía que una relación común con el mujeriego de Koujaku (que seguro no ganaba millones siendo estilista callejero) y vivir en la medio marginación de Midorijima era lo que quería, pero ellos le demostrarían lo equivocado que estaba.

Los no gemelos salieron de sus respectivos cuartos y se contemplaron mutuamente. Ambos se veían radiantes, se habían puesto uno de sus mejores trajes (cuidando de que hicieran juego entre los dos, eso era importante) y se habían arreglado el cabello de modo menos exagerado. Cada uno se había puesto, en vez de la típica corbata una pañoleta de tela fina, Trip una de cuadros y Virus una negra, como era su costumbre. Al mirarse ambos coincidieron en que pocas veces se habían visto tan atractivos. Se pusieron loción de un aroma particularmente delicioso y se subieron a su auto deportivo. Hacía poco que lo tenían, gracias a los beneficios de estar en la yakuza, y solo lo usaban para ocasiones especiales.

Todos en las ruinosas calle de Midorijima se les quedaban viendo. Pocos tenían auto, y ya no digamos uno lujoso. Los no gemelos disfrutaban ser el centro de atención, pero solo tenían a alguien en la mente a quien querían impresionar: Aoba.

Bajaron del auto, que estacionaron frente a la tienda Heibon, donde sabían que su amado trabajaba. Sabían todo de él, después de todo.

—Wooo Virus, que bien te vez, así hasta saldría contigo— dijo Trip medio en tono de broma mirando a su compañero , aunque su profunda admiración por él era real.

Virus le sonrió —Tonto Trip, ven acá— y le acomodó un poco la pañoleta y la camisa.

Entraron a Heibon pero cual fue su desilución cuando el dueño les dijo que Aoba había salido a entregar unos encargos y que ya no volvería hasta mañana. 

—¿Y ahora?— preguntó Trip

—¡Maldita sea!—Virus trataba de pensar rápido —Vamos a buscarlo—

No se habían arreglado tanto en vano. Subieron al auto y recorrieron los lugares que Aoba solía visitar. Para entrar a los callejones estacionaron el auto y siguieron buscando a pie. Hubiera sido bueno llamarle, pero los no gemelos recordaron entonces que Aoba había cambiado el número de su coil y no se los había pasado todavía.

Recorrieron el laberinto de callejones y pasillos donde se reunían las bandas de Rib y Rhyme. Muchos los miraban pero nadie les dijo nada (al menos no a la cara) pues ambos tenían una violenta reputación y pocos querían tenerlos de enemigos. Finalmente se toparon con alguien conocido.

—¡Mizuki-san! ¿Cómo estas? ¿Qué tal todo?— Preguntó Virus mientras se saludaban chocando los puños. Trip hizo lo mismo.

—¿Qué tal?—

—Bien, lo de siempre, los tatuajes, la banda, los amigos... ¿Qué los trae por aquí? y ¿por qué tan arreglados?— Preguntó de manera casual, aunque se podía notar la inquietud en la voz del chico y un ligero sonrojo en sus mejillas. Aunque casi nunca se veían y la manera en que se habían conocido no era la mejor, Mizuki sentía cierta atracción por los yakuzas. 

Virus y Trip lo sabían, y por supuesto, se aprovecharían de eso. Se tomaron su tiempo y se sentaron junto a Mizuki, platicando amablemente con él, y escuchándolo hablar de sus nuevos diseños y de como le iba en el negocio. Virus lo miraba continuamente a los ojos mientras hablaban, dirigiéndole sonrisas y coqueteos. Trip hacía lo mismo y de vez en cuado le tocaba el hombro o recargaba su mano en la pierna de Mizuki, quien aunque quería ocultarlo se ponía nervioso.

—Estamos preocupados por Aoba-san, no contesta su coil, no sabemos si esta bien ¿Tu sabes donde está? ¿O tienes su número?— Esa era la movida, y Virus esperaba que funcionara. No se veía que Mizuki tuviera muchas ganas de darles el número, después de todo no era un secreto la obsesión de los rubios por Aoba.

—Si, creo que esta bien, salimos hace unos días, él, Koujaku y yo. Te paso el número por mensaje—

Virus sonrió. Lo había conseguido. Unas cuantas palabritas y Mizuki había cedido. 

—Gracias Mizuki, sin ti no se que hubiéramos hecho— le dijo Trip, abrazándolo. El chico de los tatuajes sonrió, se sentía bien el contacto tibio con su cuerpo e inhaló profundamente la fragancia del rubio.

—Sabremos agradecerte como es debido, la próxima que nos veamos Mizuki-san— dijo Virus guiñándole un ojo. "Por supuesto que no habrá próxima" pensó y los dos se largaron.

Recargados contra una pared, los no gemelos seguían marcando al coil de Aoba sin obtener respuesta, imaginando en sus turbias mentes si los estaba ignorando a propósito o peor aún, si estaba "ocupado" con Koujaku. Qué pensamiento más irritante. 

Virus suspiró —Le dejé un mensaje, espero que lo vea—

—Yo también—confirmó Trip, estirándose, aburrido. Pensaba que ojalá alguien les echara pleito o tuvieran que poner orden con la distribución de drogas o silenciar a algún soplón. La violencia siempre lo dejaba calmado, y necesitaba sacar la tensión que sentía de alguna manera. 

Derrotados, los rubios regresaron a su casa en Platinum Jail, envueltos en un pesado silencio. Con solo verlo se hubieran conformado, incluso con escuchar su voz por coil. Sabían que la voz especial de Aoba no podía afectarlos, pero aún así sentían una debilidad por ella. 

Cuando llegaron a casa, Trip ya se había quitado la pañoleta y se había abierto la camisa, no estaba de humor y solo quería tirarse junto a Welter y ver videos estúpidos en su coil. Entonces Virus habló —Lo siento, Aoba-san, pero no nos dejas alternativa—dijo sosteniendo un paquete con un polvo que parecía azucar cristalizada, teñida de un pálido color azul. 

—Dame—pidió Trip, evadirse de la realidad no le vendría mal.

—No es para ti. Además ¿desde cuándo nos comemos la mercancía? Aunque con un poco bastará para convencer a nuestro amado Aoba-san—dijo el rubio sonriendo con malicia e intercambió una mirada cómplice con Trip. De nuevo estaban en el juego, no se iban a rendir tan fácilmente. 

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora