12

1.1K 55 32
                                    


Koujaku le había prometido a Aoba ayudarlo a superar lo que había pasado y recuperarse en todos los sentidos.

—No volveré a fallar en protegerte... estaré siempre a tu lado— Había dicho el estilista y lo había cumplido. Acicateado por una necesidad casi obsesiva de cuidar a su novio , Koujaku pasaba el día entero en casa de Aoba, y cuando éste se sintió en condiciones de volver al trabajo iba a dejarlo y lo recogía. El chico se sentía un poco apenado al recibir tantas atenciones, pero a la vez lo tranquilizaba estar junto a Koujaku, con quien de todos modos había crecido y antes de ser secuestrado pasaban todo el tiempo posible juntos. A veces, Aoba todavía tenía miedo de encontrarse a los nos gemelos en algún callejón solitario, o que volvieran para vengarse de él por haber escapado, pero estando junto al estilista estos miedos desaparecían.

Los dos chicos hacían todo juntos y cada día salían a las calles de Midorijima a divertirse, a veces solo paseando, comiendo en lugares que les gustaban o frecuentando amigos. En una ocasión se vieron con Noiz para jugar videojuegos, y aunque Koujaku no era precisamente amigo del mocoso o afecto al entretenimiento virtual, se la pasó bien al ver a Aoba competir contra Noiz, que insistía en que el chico de cabello azul tenía un talento oculto para esas cosas.

También salieron con Clear, quien para sorpresa de Koujaku no mostraba ninguna herida o señal de haberse enfrentado con Welter y estaba tan alegre y conversador como siempre. Koujaku pensaba que era un tipo excéntrico, pero después de ver su valentía le tenía más respeto. Con él fueron a un pequeño acuario que había en Midorijima, y a una tienda de antigüedades, donde Clear, emocionado, les explicaba todo.

Otras veces salieron con Mizuki, visitándolo en su lugar de tatuajes, donde casi siempre lo encontraron extraño y retraído (Koujaku se había hecho a la idea de que quizá no volvería a ser el mismo), pero aún así conversaban y bebían como había hecho tantas otras veces.

Ya en la intimidad del cuarto de Koujaku, éste había cumplido su sueño de estilista, cortando el cabello de su amado Aoba, quien ya no era muy sensible en esa parte y había consentido, como prueba de máxima confianza, que su novio le hiciera un corte. Primero los dos estaban algo tensos pero después las cosas fluyeron con naturalidad y para ambos fue una grata experiencia. Koujaku estaba que rebosaba felicidad, algo que no había sentido plenamente en los últimos meses.

—Aoba, te amo tanto— dijo levantando a su novio en brazos —Tenía tanto miedo de no volverte a ver, no lo soportaría...—

—Basta, estas poniéndote cursi otra vez— protestó Aoba aunque en el fondo le gustaba que Koujaku fuera así. El estilista lo llevó a la cama y se miraron, frente a frente.

—Te queda bien— dijo Kou refiriéndose al corte de cabello de su amado.

—Mientras no lo digas porque lo has hecho tu...— contestó, risueño, Aoba.

Desde que había vuelto no había ido a quedarse a casa de Koujaku y volver a ese territorio conocido y amado lo hacía sentir bien. Sintiéndolo casi necesario ambos acortaron la distancia, besándose suavemente. Qué diferente se sentían los besos de Koujaku que los de Virus o Trip, Aoba no pudo evitar pensar en ello. El estilista era todo cuidado y suavidad, uniendo sus labios con los suyos mientras sus manos lo acariciaban sobre la ropa. Pero el chico de cabello azul no quiso ir más allá y se giró sobre la cama, dándole la espalda a Koujaku, que lo buscó una vez más, pegándose a él y atacándolo con besos en la nuca, justo cerca del nacimiento del cabello.

—Kou, no...—dijo Aoba, quejumbroso, pero en realidad amaba que lo tocaran ahí, una de sus zonas sensibles menos obvias que solo Koujaku conocía, y que ahora se sentía orgulloso de disfrutar. Una vez más sus manos exploraban sobre la ropa del chico de cabello azul, escurriéndose hábilmente por debajo, delineando su pecho que subía y bajaba con respiraciones que empezaban a agitarse.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora