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Después de miles de años aquí esta el nuevo y último capítulo de esta historia:

Aoba necesitaba tiempo, no sabía cuanto pero por ahora solo le apetecía pensar, estar consigo mismo atado en esa depresión que lo había hecho renunciar al trabajo y que lo mantenía tirado en la cama.

—Hace un lindo día afuera ¿no quieres salir?— sugirió Ren, de pie sobre la cama y moviendo su cola.

—No, Ren— contestó el chico, tristemente —afuera no hay nada para mi— Aoba se dio vuelta y el pequeño allmate, fiel como siempre, se echó pegado a su espalda. Desde que había cortado con Koujaku, Aoba se sentía solo y perdido. No quería dejarlo, de hecho se despidió de él por coil, no por cobarde sino porque a pesar de lo que había pasado no hubiera resistido separarse de él en persona.

Aquel mensaje, "no me dejes Aoba, por favor", aún se clavaba en su corazón y le sacaba lágrimas, pero después de todo aquello él y Koujaku no podían estar juntos, solo se harían más daño.

"Solo dame tiempo", pidió el chico de cabello azul, pero de eso ya hacía un par de semanas, sin hablarse y sin verse. Aoba trataba de sobreponerse y olvidar, pero las imágenes de lo que Koujaku había hecho con Virus y Trip y lo que ellos a su vez habían hecho con él cuando lo tenían secuestrado no lo dejaban en paz, siempre estaban ahí, en el fondo de su mente haciéndolo sentir confundido, sucio y culpable.

Y, cuando, después de horas de revolverse en la cama, esos recuerdos del placer al que había sido forzado le provocaban una inesperada erección, se sentía peor que nunca. Avergonzado, apagaba a Ren y curvado sobre las sábanas se tocaba, primero con suavidad y después furiosamente hasta venirse. Y una vez pasado su arrebato de calentura volvía a ponerse triste, se bañaba con desgano y maldecía a Virus y Trip y aquella decadencia que habían sembrado en su cuerpo y que ahora lo corrompía.

Para Koujaku muchas cosas habían dejado de tener sentido desde hacía semanas, quizá meses. Su única justificación y el agarre de donde se sostenía para no caer en la locura era que todo lo hacía por Aoba, primero por encontrarlo y luego por vengarlo, por defender un amor que de tanto protegerlo había acabado por destruirlo.

Más allá del mensaje, no hizo nada para insistirle a Aoba que siguieran juntos en una relación que terminó en el momento mismo en que se reencontraron y ninguno de los dos era ya el mismo de antes. Aunque hubiera puesto todo su empeño en fingir que todo seguía igual no lo hubiera logrado. Dolía, y mucho, pero lo mejor era seguir cada quien con su vida. Koujaku dejó su trabajo como estilista (para tristeza de sus clientas) y, sin despedirse casi de nadie, decidió largarse de Midorijima. Era una isla, y la única manera de salir era por mar o por la carretera que conectaba la isla con el continente por el lado de Platinum Jail. Koujaku, con una maleta y Beni al hombro esperaría el barco que pasaba una vez cada semana.

Cuando Trip despertó, el cuarto blanco y la suave cama le hicieron creer que seguía soñando con aquel lugar donde pasó su infancia, entre agujas y olor a medicina. Levantó con dificultad un brazo y notó que estaba enyesado, el otro lo tenía esposado a la cama de hospital. Antes que pensar en sí mismo, una vez ya bien despierto fue...

—Virus—llamó pero no hubo respuesta. La idea de que Virus hubiera muerto dejándolo solo aterraba a Trip, que empezó a inquietarse. Trataba de romper las esposas, sin éxito, también seguía llamando a Virus, con una voz en la que un ligero temblor delataba su miedo. Si Virus moría el debería matarse para seguirlo.

—¡Cállate!— es lo único que dijo el doctor que abrió la puerta del cuarto de Trip.

—Mi compañero...él...—

Pero el doctor cerró la puerta sin escucharlo. Él y Virus eran yakuzas buscados y por obvias razones eran tratados como criminales. Trip sintió ganas de matar, empezando por aquel imbécil de bata blanca. Pero ahora solo podía esperar, tendido de espaldas, dejándose llevar por sus pensamientos. Pensaba mucho en Virus, pero también en Aoba. Desde antes de saber quien era, aquel chico de cabello azul regía su existencia y la de los otros niños-experimento de Toue. Después de todo las modificaciones en sus cuerpos eran para resistir los poderes especiales de Aoba (y de Sei). Todo el sufrimiento en el laboratorio era por él, la competencia por destacar, la carrera por ser una herramienta útil para Toue. Más tarde los juegos de realidad virtual, el control mental, Morphine, la feroz lucha por estar en la cima de la jerarquía de la calle, todo por él, por eso no era raro que Virus y Trip estuvieran tan obsesionados con Aoba, parecía casi natural.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora