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Aoba aceptó, más que nada, porque sentía una mezcla de lástima, risa y aburrimiento. Koujaku había estado ocupado últimamente, y casi no se habían visto. El verano se aproximaba y muchas chicas querían un cambio, arreglar su cabello. 

En Heibon pasaba lo contrario, casi no había ventas ni envíos, así que Haga-san lo había dejado salir temprano. Aoba caminaba lentamente hacia el punto donde había quedado de verse con los no gemelos. Se había enterado de que lo habían estado buscando como locos (los chismes corren rápido en Midorijima) y también había visto las muchas llamadas perdidas en su coil y los mensajes, en el tono galante pero lastimero y empalagoso que siempre usaba Virus, y que Trip imitaba.

Sabía lo que ellos pretendían, y que su continuo rechazo los hería aunque ellos fueran demasiado orgullosos para demostrarlo. Tambíen sabía que no iban a dejar de acosarlo, a pesar de eso, Aoba pensaba en ellos como buenas personas (extraños, si, quizá algo violentos), y por eso, en esta salida, les dejaría claro que los estimaba mucho, pero como amigos, y como tales podían salir y seguirse viendo. Esperaba que diciéndolo directamente y accediendo a una cita doble con ellos las cosas quedaran claras de una vez.

—¡Aoba-san!—

—¡Aaaaoooba!—

Virus y Trip saludaron alegremente a la vez, como siempre hacían. Esta vez no habían exagerado tanto en arreglarse pero si se veían elegantes y bien vestidos. Incluso Trip, que era el de gustos más extravagantes se combinó a la perfeccción con ayuda de Virus. 

—Hola chicos—Aoba no pudo contener un sentimiento de extrañeza al caminar en medio de los rubios, que por su forma ostentosa de vestir atraían miradas por donde fueran, pero a ellos no les importaba e iban tan naturales como siempre. 

—Gracias Aoba-san, por salir con nosotros, te prometemos que será un día inolvidable—le dijo Virus dirigiéndole una de sus encantadoras sonrisas mientras se dirigían en auto a un restaurante para comer. 

Los no gemelos sabían que Aoba no gustaba de cosas muy complicadas, así que simplemente escogieron un buen buffet de comida china que conocían. El lugar era muy amplio, decorado con grandes peceras donde los peces nadaban, ajenos a los de su especie que eran cocinados y servidos. 

Aoba se maravilló ante las peceras y el decorado de lámparas chinas, pinturas tradicionales dragones y figuras hechas con flores. Virus y Trip se sentían felices al verlo sonreír.  Llenaron sus platos con toda clase de platillos, y sentados uno a cada lado de Aoba, disfrutaron al ver como él comía de buena gana.

—¿Te gusta?—preguntó Trip, quien comía en grandes cantidades, aunque reservándose para el postre, su parte favorita.

—¡Esta delicioso!— dijo Aoba llevándose a la boca otra bolita de pollo rebosado bañado en salsa agridulce. 

Los tres se sirvieron varias veces, probando un poco de todo y recomendándose entre ellos que era lo que más le había gustado. En una de esas, aprovechando que Aoba seguía eligiendo comida del buffet, Virus sacó unos cuantos cristales de la bolsa transparente que cargaba en el bolsillo de su saco y los agregó a la bebida de Aoba. La droga se deshizo sin dejar rastro, su sabor un poco amargo camuflado por lo dulce de la bebida. 

Cuando Aoba lo bebió Virus lo miró con deleite e intercambió una mirada con Trip, quien comprendió y sonrió también.

Llegó la hora del postre y como era de esperarse Trip se sirvió varias rebanadas de pastel, helado, galletas y otros postres en sus pequeños envases individuales. Aoba tomó solo un par, y Virus, sorprendentemente tomó varios también, aunque no eran para él sino para su amado de cabello azul.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora