Abro despacio los ojos, pero la luz me molesta, así que los vuelvo a cerrar. Un olor a vainilla invade mis fosas nasales y siento que mi rostro es acariciado por una suave almohada. Esto me recuerda mucho a mi habitación. Abro los ojos de golpe y es cuando logro entender la situación: estoy en mi habitación, en mi casa, estoy libre. Me levanto rápido de la cama sin poder creerlo, pero un leve mareo me impide caminar así que vuelvo a sentarme mientras me acostumbro a la luz; tantos días sin ver el sol, me han dejado las pupilas débiles.
Ya cuando me siento mejor, recorro toda la casa con una felicidad inmensa. Me doy cuenta de que mi celular y todas mis cosas están aquí, como si me hubiesen estado esperando. Miro mi celular y descubro que hoy es veintitrés de marzo, mi cumpleaños fue el trece, entonces estuve secuestrada diez días. Vaya, pensé que había sido más tiempo, pero no importa, ya estoy aquí fuera. Miro la hora, son las cuatro de la tarde.
Busco comida en la nevera, pero lo poco que hay está dañado, así que pido comida a domicilio. Mientras llega, me doy un baño y me pongo ropa cómoda, mi ropa. Al mírame al espejo me desagrada ver mi cuerpo casi descubierto y con rabia me quito los shorts y la blusa solo para encontrar que en mi armario tengo mucha ropa reveladora. Recordando todas las veces que ese monstruo me tocó y abusó, saco de mala forma la ropa y la arrojo al suelo dejando solo la ropa que cubra la mayor parte de mi cuerpo.
Ya es de noche y estoy muy asustada, no sé si él vendrá. Intento dormir, pero nada, no puedo hacerlo, solo doy vueltas sobre la cama inquieta, asustada, nerviosa, y muchas cosas más. Mi pecho sube y baja mientras las lágrimas mojan las sábanas. Ahora estoy libre, pero me siento igual de mal que cuando estaba encerrada.
Los rayos del sol entran por aquella ventana que una vez me gustó, ahora solo quiero sellarla. Estoy hecha un espanto. Aunque lo intenté, no pude dormir anoche, ni siquiera tengo hambre y como presentía, me bajó el periodo. Sí, esta mañana comencé mi día con una mancha roja en la cama, cosa que me recordó cuando perdí mi virtud. Así que me voy sin comer nada a la universidad.
—¡Amiga, por fin regresaste! Ya me estaba haciendo la idea de que te quedarías con tus padres y jamás te volvería a ver —chilla Yoona mientras me da un fuerte abrazo, el cual me hace sentir como si mis huesos estuvieran por romperse—No digas tonterías, tampoco me fui tanto tiempo —bufo desanimada y ella se separa sonriendo.
—Te extrañé mucho, Eunji.
—Yo también te extrañé. —Sonrío con pesadez y me invaden unas ganas de llorar, pero lo retengo, no quiero que me pregunte por qué lloro. No sabría qué decirle.
—Y a nosotros, ¿nos extrañaste? —Me giro y me encuentro con los dioses griegos de la universidad, tan bellos y resplandecientes como los recordaba. Sé que no fue mucho tiempo el que estuve encerrada, pero de verdad estos chicos me hicieron falta.
Ellos me regalan sonrisas cálidas mientras se apresuran a venir junto a mí. Les devuelvo la sonrisa, pero no puedo estar feliz, ahora estoy libre pero no del todo, aún tengo a ese asesino detrás de mí.
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La Sonrisa Del Mal [#1] YA EN FÍSICO
Fiction généralePrimer libro de la saga Monsters. ¿Qué tanto puede esconder una sonrisa angelical? A Eunji una chica común de ascendencia italiana que ha vivido toda su vida en Corea del Sur, le tocó descubrir eso de la peor manera. Un cruce de miradas "inocente...