Capítulo 16

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Mis gritos llenos de desesperación resuenan por todo el lugar y el asesino deja de taladrar el cuerpo del ya moribundo hombre

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Mis gritos llenos de desesperación resuenan por todo el lugar y el asesino deja de taladrar el cuerpo del ya moribundo hombre.

Se voltea a mirarme y apaga el taladro. La sangre cubre cada parte de su traje y de mi vestido, estar sentada a solo unos pasos de alguien que está siendo torturado no es nada agradable.

Él me se acerca a mí y se pone de cuclillas a un lado.

—Acaba con esto, por favor —suplico temblando y él solo me observaba—, por favor.

—Quieres vivir, ¿verdad? —cuestiona y yo asiento—. Entonces comprende de una vez que me tienes que obedecer. Esto es tu culpa, si hubieses bajado cuando te lo pedí, no estaríamos en esta situación, quizás estaríamos en una habitación de hotel teniendo sexo.

Sus palabras, aunque crueles, tienen razón. Si tan solo le hubiese hecho caso..., pero ya no puedo cambiar nada.

—¿Qué debería hacer contigo ahora? —inquiere y me sobresalto. ¿Qué quiere decir con eso?

—¡Perdóname! —Lloriqueo y él coloca su mano llena de sangre en mi mandíbula.

—¿Cuántas veces me vas a pedir perdón por ser tan estúpida?, es tan molesto que seas así...

—Si soy tan molesta y estúpida, ¿por qué quieres acostarte conmigo? —cuestiono y de inmediato siento que aprieta su agarre en mi mandíbula.

—Te lo vuelvo a preguntar: ¿quieres vivir?

Asiento.

—Entonces guarda silencio. Hace un momento me pediste que lo matara, pero te voy a explicar cómo funciona esto. Yo controlo todo, yo decido cuando alguien muere. En este caso, este tipo, yo decido cuándo puede morir, no tú.

Habla como si fuera un ángel de la muerte que puede decidir y acabar con la vida una persona.

—¿Y qué pasa conmigo, me vas a dejar vivir?

—No sé, pero créeme que me daría mucho gusto matarte —dice y comienza a bajar su mano hasta llegar a mi cuello—. Me encantaría ver cómo tus venas se hinchan mientras lo aprieto con mis manos. Me deleitaría ver como estos hermosos ojos azules se vuelven blancos y tu cuello se rompe. Quizás pronto tenga ese placer.

No sé cómo reaccionar ante sus palabras, él es un psicópata que solo desea matar. Nuestras miradas se cruzan y puedo ver la oscuridad que hay en sus ojos, un enorme vacío, como si fuera un profundo poso de tinieblas. Sin saber qué hacer, le sonrío con ironía.

—¿O sea que solo tengo que esperar a que me mates? —digo y él se levanta. Va hacia la mesa y toma algo.

Se coloca detrás del hombre colgando y desliza a través de su cuello una liga de caucho y comienza a apretar, provocando que el hombre tire su cabeza hacia atrás. La liga se incrusta en la piel y sus venas se hinchan. Su cuello se pone rojo y sus ojos blancos. Veo como comienza a convulsionar hasta que su cuello se rompe y la sangre cae sobre mí, manchando mi vestido y parte de mi rostro.

La Sonrisa Del Mal [#1] YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora