Capítulo 26

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🔞🔞Este capítulo contiene escenas grotescas y violentas que pueden  ser inadecuadas para personas de corazón frágil😈. Sí eres sensible a este tipo de contenido te recomiendo no leerlo y si lo haces que sea con moderación 🔞🔞


Su fría voz me hace frenar en seco

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Su fría voz me hace frenar en seco. Me giro para verlo y pego un brinco cuando veo que se aproxima.

Intento hablar, pero creo que me he quedado muda. Él se posiciona frente a mí con una mirada tan oscura y tenebrosa que me veo obligada a apartar mis ojos de los suyos.

—¿Estabas intentando huir? —pregunta y para evitar su mirada, fijo mis ojos en su pecho, lo cual no me ayuda, ya que él está descamisado y sus músculos se ven bien deliciosos. Mi mirada recorre cada centímetro de su definido abdomen hasta llegar al borde del jean, mostrando la V en su pelvis. ¡No es momento para esto, tengo que dejar de ver su cuerpo!

—No estaba intentando nada, solo quería aire —miento volviendo a mirar su rostro. Éste suelta una escalofriante sonrisa ladina y me sujeta del brazo.

—Qué mala mentirosa eres —dice, y me arrastra hasta una silla de hierro muy oxidada con grilletes en los antebrazos y las patas de la silla.

Me obliga a sentarme para después sujetar mis manos y piernas con los grilletes, quedando sentada frente a los dos chicos, pero a unos pasos de distancia. La pared donde está Susi colgando está a mi lado izquierdo y la mesa a un lado de ella. No me atrevo a decir ni a renegar nada, estoy muy asustada para hacer algo.

Él va hacia la mesa y luego de debatirlo un rato se decide por un soplete para soldar. A paso firme y con el soplete en sus manos se dirige al lugar donde están los dos chicos atados, muriendo de miedo.

Estos, al ver que él se aproxima a ellos con la intención de hacerles daño, tratan de liberarse, pero se les hace imposible y muy doloroso ya que, al contrario de mí, los grilletes que sujetan sus pies y manos están sellados con unos gigantescos tornillos los cuales atraviesan sus manos, asegurándose así que no puedan huir. Veo a Yuntae posicionarse frente a ellos y encender el soplete cerca a sus rostros. Ahogo un grito anticipando lo que él pretende hacerles.

—¡Yuntae! —lo llamo, pero él me ignora—. No hagas esto, ellos

no tienen la culpa de nada. Déjalos ir, por favor.

Él se gira un poco y me mira por sobre su hombro.

—Silencio, Eunji —comienza—. Si no quieres estar en sus zapatos, cállate —sentencia y deja de mirarme para comenzar a frotar la llama del soplete en el cuerpo del chico de cabello negro.

Este se retuerce debido al dolor y trata de gritar, pero no puede. Solo escucho horribles quejidos provenientes de su boca sellada con clavos. El olor a sangre y carne quemada penetra con fuerza mis fosas nasales.

La Sonrisa Del Mal [#1] YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora