Eye Contact

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Yuu caminó por el pasillo de la escuela, era tarde, muy tarde para que cualquier alumno regular siguiera en las instalaciones, solo quedaban los pocos que pertenecían a algún club y los que aprovechaban el lugar para hacer sus tareas. Yuu era de los segundos, le gustaba terminar sus deberes en la escuela, no porque no pudiera hacerlo en su casa, más bien era él. El pelinegro sonrió abrazando sus libros de historia fuertemente al pensar en él, sin querer apretó el paso a su destino.

Seguramente la mayoría pensaría que era una locura hacer su tarea en el campo de soccer, pero para Yuu era relajante escuchar la práctica del equipo, verlos correr de un lado al otro, gritando y corriendo, aunque el soccer fuera un deporte incomprensible para él. Salió al campo sintiendo la brisa de otoño en sus mejillas, comenzaba a hacer frío por las tardes.

La práctica ya había comenzado, chicos de quince a diecisiete años corrían alrededor del campo para hacer calentamiento. Yuu tomó asiento en las gradas, dejando su mochila de lado, abrió su cuaderno y su libro en la página indicada por el profesor para hacer su ensayo. Escuchó el silbato del entrenador a lo lejos, los chicos atendieron de inmediato al llamado, hicieron equipos para jugar entre ellos a tratar de anotar en la portería.

—¡Shima, acá! —Escuchó la voz de uno de ellos.

Fue inevitable alzar la vista ante el nombre, el chico de cabello castaño y ojos de color miel se acercó a su compañero trotando, Yuu dejó escapar un suspiro que nadie escuchó, el calor subiendo por sus mejillas. Kouyou Takashima era un grado menor, no tenía novia y practicaba soccer todas las tardes; eso era todo lo que Yuu sabía del chico que protagonizaba sus fantasías adolescentes. Se habían cruzado una vez en el pasillo, el contacto visual había sido suficiente para dejarlo prendado de ese chico que parecía tener una sonrisa para todos, menos para él.

Su mejor amigo le había dicho incontables ocasiones que solo se atreviera a hablarle, sin embargo Yuu no podía, se paralizaba cada que lo tenía cerca, salía huyendo a otros salones o metía la cabeza en el locker para no encararlo. Por eso había empezado a asistir a las prácticas de soccer, se le había cruzado por la cabeza unirse al club pero era pésimo para las actividades físicas, prefería solo verlos mientras hacía su tarea. Ver de lejos a Kouyou era lo único que necesitaba para hacer su día mejor, saber que no tenía la presión de hablarle, sólo observarlo de lejos lo hacía feliz.

Llevaba meses con la misma rutina, algunos integrantes del equipo le habían preguntado si quería unirse, Yuu siempre se negó y nadie volvió a sugerirlo. Volvió a hundir la mirada en el libro tratando de concentrarse nuevamente en el ensayo sobre el imperialismo.

—¡Shima, anota! —Volvieron a gritar, volvió a alzar la vista.

El castaño pateó la pelota con destreza, la pelota entró en la portería y varios comenzaron a celebrar dándole palmadas en la espalda, uno de ellos incluso lo abrazó. Yuu sintió un hueco en el estómago, tal vez Kouyou no tenía novia porque salía con un chico, sus pensamientos se desviaron a un escenario más optimista. Tal vez tendría oportunidad con él después de todo, ser quien lo abrazara después de celebrar una victoria, salir en citas al terminar las prácticas, juntar sus labios cuando el equipo ganara.

Trató de concentrarse en el libro de historia, pero ya era demasiado tarde, su mente viajaba lejos, a un lugar donde se atrevía a hablar con él, en escenarios increíbles donde reían sin parar en el cine, compartían un paraguas bajo la lluvia, yacían acostados en el piso de su habitación compartiendo audífonos para escuchar sus canciones favoritas. Imaginó a Kouyou dejándole notas con dibujos extraños entre los libros, se imaginó contestándole con los poemas cursis que usualmente escribía y no se atrevía a mostrar.

En sus fantasías Kouyou lo tomaba de la mano con fuerza frente a todos, paseaban en bicicleta rumbo a una cafetería o un parque. A veces, le regalaba llaveros de personajes de manga; le insistía que fuera a la práctica a verlo, Yuu le decía que tenía tarea por hacer y Kouyou reía restándole importancia, argumentando que podría terminarla mientras él jugaba, le insistía que su desempeño era mejor si él estaba observando.

El sonido del silbato lo despertó de sus divagaciones, la realidad era que sí lo veía en sus prácticas, sin atreverse a hablar con él, sin dejar que fuera algo más. Volvió a suspirar mientras los chicos en el campo revoloteaban tirando patadas al balón. No fue una sorpresa cuando Kouyou volvió a anotar en la portería, varios gritos se escucharon.

Kouyou recibió la felicitación de uno de sus compañeros y volteó hacia su dirección, Yuu tragó saliva sin saber qué hacer. El castaño levantó la mano, lo saludó haciendo contacto visual directo, le sonrió antes de devolverse al juego.

Fue tan rápido que Yuu no pudo devolver el saludo, sólo atinó a sonreír con el corazón latiendo a mil por hora. Su mente volvería a irse de viaje ante ese gesto, pero primero quiso guardar el recuerdo en su memoria, el día en que Kouyou lo había visto.

Tal vez para que todas esas fantasías se hicieran realidad lo primero que necesitaba era contacto visual. Yuu dejó de lado el libro sabiendo perfectamente que tendría que hacer la tarea en la noche. 

Flufftober2021 [the GazettE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora