Hand holding

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Kai cerró la puerta del auto, miró al conductor con enojo, de por si le molestaba todo el numerito de hacer que Reita se convirtiera en una especie de transporte escolar hacia la disquera, encima el bajista se atrevía a llegar casi veinte minutos tarde. En realidad todo lo que hacía Reita últimamente le molestaba casi de manera absurda, encontraba insoportable desde su risa hasta la estúpida mueca que hacía cuando sorbía del popote de su bebida, que usara popote para empezar era molesto, aún si era de metal. 

—No fue mi culpa —se disculpó de inmediato arrancando el auto—. Fueron este par de idiotas que se tardaron años en salir —señaló a los asientos traseros donde Aoi y Uruha se encontraban sentados. Ambos hicieron una cara de arrepentimiento sin atreverse a enfrentarlo.

—Como sea —atinó a decir Kai—. Lo importante es que ya vamos en camino. 

—Ehm…¿Kai? —Preguntó Uruha—. ¿Te molesta si pasamos por algo para desayunar? Vamos a estar horas en el ensayo y muero de hambre. 

El líder ni siquiera pudo contestar, era evidente que Reita ya se estaba dirigiendo al Drive thru más cercano. Se enojó aún más, ¿qué no había algo que el bajista no hiciera por Uruha? Se reprimió ante el pensamiento, ¿de cuándo acá le importaba lo que esos dos hicieran? Como si no supiera que tanto Aoi como Uruha se traían algo aunque trataran de ocultarlo, Reita nada tenía que ver ahí. 

Bufó cuando se dio cuenta que no pedirían el desayuno, de hecho pasarían al maldito restaurante y con toda la audacia que ambos guitarristas poseían se bajaron para comprar algo, Reita les pidió el desayuno cuando se dio cuenta que Kai no se bajaría del auto, casi echando humo por los oídos. Se quedaron los dos en el estacionamiento sumidos en un silencio casi insoportable. 

—A ti, ¿qué te pasa? —Preguntó Reita después de varios minutos, su tono advertía que estaba a punto de perder la paciencia ante Kai, quien lo había tratado pésimo durante las últimas semanas. 

—Vamos tarde y todavía te detienes a cumplirle los caprichos a Uruha —dijo sin ningún tacto. 

Reita alzó la ceja—. Si ya vamos tarde un par de minutos más no van a hacer la diferencia —dijo con tranquilidad. 

—Por favor, por eso es como es, si no sabes decirle que no —espetó y al segundo se arrepintió, de nuevo, no debería importarle la clase de relación que tuvieran, se conocían de años después de todo. 

—Wow, ¿eso qué tiene que ver? —Preguntó realmente sorprendido. 

Kai se removió en el asiento, se cruzó de brazos y miró por la ventana—. Nada, olvídalo —quiso encontrar algo interesante en el estacionamiento. 

Reita se giró hacia él recargado en la puerta—. ¿Es por eso que te has portado así? —Preguntó.

—No me he comportado de ninguna forma contigo, te dije que lo olvidaras —siguió con la mirada fija en la ventana. 

El bajista lo tomó por el brazo obligándolo a encararlo—. ¿Estás celoso de Uruha? —Le preguntó con un ligero tono de burla. 

—¿Disculpa? —Casi gritó, lo único que le faltaba, que ese imbécil se diera aires de grandeza, cuando era todo lo contrario. Se tuvo que contener para no soltarle un golpe por su insolencia. 

En cambio, Reita soltó una carcajada—. Podías haberlo dicho y ya, llevo meses esperando que lo aceptes —dijo sin parar de reír. 

Kai estaba fúrico, ¿qué tenía en la cabeza ese estupido?—. No hay nada que aceptar —dijo entre dientes. 

—Acepta de una buena vez que te gusto y terminemos con este circo —la sonrisa había desaparecido, lo decía muy en serio. 

Fue el turno de Kai de reír—. ¿Qué tú me gustas a mí? Vaya, sí que eres egocéntrico —se acomodó mejor para verlo completamente de frente, subió su pierna sobre el asiento casi sobre el freno de mano—. No Reita, no me gustas —soltó con veneno—. Van meses que te encuentro insoportable, te aguanto porque somos de la misma banda, pero no hay día en que no quiera salir corriendo para alejarme de ti. Odio la forma burda en la que hablas, tu andar despreocupado, siento que muero cada vez que entras a una habitación con esa actitud de ser dueño de todo. Alucino el sonido de tu risa, tu manera de bailotear cuando tocas el bajo, no soporto que andes por la vida con esa mirada de cachorro abandonado cuando algo te sale mal o cantas en voz alta cuando estás ebrio. Te odio tanto que es en lo primero que pienso cuando me levanto y todos los días me acuesto enojado conmigo mismo por darte tanta importancia. No te confundas, cada cosa que haces, cada día que pasa es más difícil estar a tu lado sin que quiera soltarte un golpe para hacer que te calles…

Los labios de Reita chocaron contra los suyos en ese momento interrumpiendo su discurso. Cerró los ojos con fuerza devolviéndole el gesto casi con impaciencia, acortando la distancia tanto como el auto se los permitía. Ambos peleando por tener el control del beso entre gruñidos y suspiros. Se separaron a regañadientes, Reita con una gran sonrisa, Kai con el ceño fruncido. 

—Ya se me hacía raro —dijo Reita respirando entrecortadamente sin dejar de sonreír. 

Kai volvió a cruzar los brazos—¿Qué? —Preguntó con molestia. 

—Yo tampoco te soporto. 

El baterista bufó sonriendo, antes de poder responder, la puerta trasera se abrió, Uruha y Aoi entraron con un par de bolsas de papel y una charola con cuatro vasos; a pesar de que Kai no había pedido nada, le habían llevado de desayunar de igual forma. Ambos guitarristas notaron el ambiente extraño que se había formado entre los otros dos, así que ninguno se atrevió a decir algo mientras Reita arrancaba el coche nuevamente. 

Kai miró por la ventana tratando de ignorar el latido de su corazón, el bajista volvió a tirar de su brazo sin dejar de poner atención al camino, con la misma calma de antes y sin mirarlo, entrelazó su mano con la de Kai dejándolas caer sobre la palanca de velocidades. El baterista se quiso zafar, pero Reita le dio un fuerte apretón y desistió de hacerlo, tampoco quería soltarlo, suspiró girando a la ventana, se sintió menos enojado de pronto. 

Flufftober2021 [the GazettE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora