Bedsharing

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Yuu sabía que había sido una pésima idea que su madre hubiera invitado a Kouyou a entrar después de su maravillosa cita. Habían ido a comer y al cine, platicando sin parar durante todo el tiempo, incluso tuvieron que salirse de la sala pues su risa molestaba a los demás. No se había imaginado que el castaño pudiera ser fanatico de las películas de terror de bajo presupuesto, tanto como él lo era.

Se sentía en un sueño extraño, desde la nota que había recibido en su locker, como el partido de soccer donde se había atrevido a tocar su cabello en un contacto que le pareció por demás intimo. Habían salido de ahí para asistir a la cita, pues Kouyou había insistido que no podía esperar otro día más y había sido el día más perfecto de su corta vida.

Finalmente el castaño había insistido en acompañarlo a su casa, sin embargo la lluvia había vuelto a caer esta vez con más fuerza que la anterior. Su madre al darse cuenta que estaban fuera de la casa los había invitado a entrar y les había hecho saber que un tifón se acercaba a Tokio por lo que era más seguro para Kouyou esperar un poco antes de marcharse. No podía decir que pasó un rato desagradable, al contrario, descubrió que Kouyou era aún más extrovertido de lo que proyectaba en la escuela. Fue capaz de entablar una conversación amena e interesante con su madre sin resultar incómoda, muchísimo más de lo que a veces Yuu lograba hablar con su progenitora.

—Voy a hablarle a tus padres —dijo la madre de Yuu cuando la lluvia se incrementó—. No es prudente que te vayas así, puedes quedarte esta noche.

Yuu sintió un fuerte mareo y el sonrojo de Kouyou fue más que evidente—. No creo que sea necesario —dijo rápidamente—. Puedo llamar un taxi, no está lejos.

—Tonterías, es peligroso. Yo hablaré con ellos para que no haya ningún problema.

El pelinegro tenía ganas de que la tierra se abriera y se lo tragara por completo, ¿dónde se supone que iba a dormir? ¿Su habitación? Volvió a sonrojarse por el solo pensamiento, todo aquello estaba escalando muy rápido, claro, se lo había imaginado incontables veces, a ambos recostados escuchando música, estudiando, riendo, viendo la televisión o jugando videojuegos, de eso a que en realidad fuera a suceder había un abismo muy grande al que no estaba preparado.

Aceptó su destino cuando los padres de Kouyou accedieron a dejar que su hijo pasara la noche en casa de su nuevo amigo, por lo que se encaminó con el castaño detrás de él a su habitación.

—Lo siento —dijo tímidamente mientras abría la puerta—, no esperaba que esto pasara —se avergonzó del estado en el que se encontraba su habitación, no era un total desastre pero había muchos libros y papeles regados por doquier.

Kouyou entró tranquilamente—. Yo tampoco, lo lamento si te hago sentir incómodo. Puedo saltar por la ventana e irme a casa si lo prefieres —sonrió tratando de calmarlo.

—Claro que no —contestó de inmediato—. Es decir, si tu quieres irte, lo entiendo —miró al piso.

—Me agrada estar aquí contigo —dijo el castaño—. Dormiré en el piso.

Yuu negó rápidamente—. Puedes quedarte en la cama, traeré un futón —se encaminó a la puerta.

—¡NO! —Dijo Kouyou con las mejillas rosadas—. Lo que quiero decir es que es tu cama y no quiero quitártela y...

—Podemos dormir juntos, dormir nada más —se apresuró a decir.

Kouyou lo miró amablemente sonriendo, asintió—. Dormir juntos, me encantaría —contestó nervioso. 

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2022 ⏰

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