Slow dancing

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Sakito se revolvió una vez en la cama, molesto, tenía que pasar sus tardes en las clases de baile que su madre había pagado para él, sin embargo eso de bailar no se le daba muy bien y era una de las tantas cosas que no le presentaban ningún interés. Quería quedarse ahí donde estaba en lugar de tener que ir al dichoso salón a aprender el uno, dos, tres. 

—Deja de quejarte —se burló su acompañante sentado en su escritorio haciendo la tarea. 

—No puedo creer que estés tan aclamado sabiendo que me la paso bailando otras chicas, Shou —casi gritó sentándose en la cama donde había estado dando vueltas. 

Shou se giró en la silla—. Como si te gustara alguna de ellas —alzó la ceja. 

Sakito bufó—. No, pero aún así no me gustaría que alguien más estuviera en tus brazos danzando por ahí —se cruzó de brazos—. No debería de estar haciendo esta estupidez, para empezar. 

—Tu hermana se va a casar, solo hazlo —se rió, llevaba un par de meses con la misma queja. 

—Exacto, ella se va a casar, no yo. En todo caso creo que tengo dos pies izquierdos —torció la boca mirando sus pies. 

Shou hizo la silla hacía atrás tratando de contener la risa, se preguntó si en realidad Sakito odiaba las clases de baile porque no le gustaba o en realidad era que a diferencia de todas las cosas que hacía, en esto no era tan bueno. Sabía que su novio tenía una pésima tolerancia a la frustración, subió el volumen de la música en la computadora y se levantó—. Ven —le indicó a Sakito, el otro lo miró raro—, no tienes dos pies izquierdos, ven —le insistió haciendo señas con las manos. 

El otro se levantó sin entender, Shou rodeó su cintura con el brazo de un solo movimiento, lo pegó a él sin dejar de sonreír. Sakito sintió el sonrojo en sus mejillas, su corazón latiendo con fuerza, aún si llevaban algún tiempo saliendo, Shou lograba que tuviera esa clase de reacciones, incluso si ya se habían besado o sus manos habían recorrido partes de su cuerpo que nadie más. Sin embargo, Shou no era meloso, ni mucho menos cariñoso, esa clase de acercamientos no eran propios de él, por lo que se sintió nervioso de inmediato. 

—Tal vez solo estás del lado equivocado —dijo Shou en su oído. Sakito tragó saliva cuando el castaño rojizo entrelazó su mano izquierda con la suya. 

Shou comenzó a moverse en un vaivén que le pareció complicado de seguir al más bajo, al menos al principio, una vez que se acostumbró al cuerpo de su novio y escuchó la balada de fondo con atención fue fácil dejarse llevar. Shou le marcaba los pasos con precisión, al menos en el espacio que tenían en su habitación, fue capaz de hacerlo dar una o dos vueltas, alejarlo y volverlo a juntar a su cuerpo en un compás bien trazado. 

Cuando la melodía se detuvo, Sakito permaneció recargado en el pecho de Shou, respirando entrecortadamente, no se había cansado, la acción había provocado en él un calor casi insoportable, su corazón se iba a salir del pecho. Colocó la mano sobre el pecho de Shou para saber si estaba tan agitado como él se sentía. 

—No sabía que podías hacer eso —dijo, ninguno de los dos se movió, Shou lo abrazó por lo hombros. 

—Tuve que entrar a clases cuando me dijiste que tendrías que aprender a bailar —le contestó. 

Sakito se alejó incrédulo—. ¿Hiciste esto por mi? —No pudo ocultar su emoción. 

Shou le dio un ligero beso en los labios—. No esperabas que te iba a dejar bailar con todas esas chicas en la boda, ¿o sí? —Le sonrió. 

—Eres un idiota. 

—Ahora que sabes que puedes bailar, ve a tu clase o llegarás tarde —Shou se alzó de hombros y volvió a besarlo. 

Sakito suspiró, su corazón aún latiendo de felicidad. 

Flufftober2021 [the GazettE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora