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El Tártaro

Virgilio lo describe en Libro VI de la Eneida como un lugar gigantesco, rodeado por el flamígero río Flegetonte y triples murallas para evitar que los pecadores escapen de él. Está guardado por una hidra con cincuenta enormes fauces negras, que se sentaba en una puerta chirriante protegida por columnas de diamante.


Azrael

Hubiera sido tan emocionante ver con mis propios ojos a la Hidra, esa que por cada cabeza que cortaras brotarian dos más..
Desde niño mis sueños eran ser un gran héroe como Hércules, Aquiles o Perseo.

Hércules ese semidios con fuerza sobrehumana, fue capaz de matar a la Hidra, Alquiles consiguió ganar la guerra de Troya y ser recordado por generaciones o como Perseo cortó la cabeza de la Gorgona o Medusa, esa que con solo mirarte quedabas transformado en estatua de piedra. Siempre acompañado de Pegaso, el caballo alado, con el cual sobrevolaba el mundo montado sobre su lomo.

Que diferente es todo ahora, ese niño lleno de sueños imposibles, que ahora convertido en hombre solo sueña con proteger a su amada. Aún sabiendo que ella es la que lo protege a el constantemente, es frustrante está situación, lo normal sería que yo la protegiera, la cuidara y no al revés.. me siento débil e inferior.

Aún así no me separaré de ella e intentaré ayudarla lo máximo posible. Ahora estamos encerrados en el Tártaro, sus padres han conseguido salir, pero nosotros no, esa bruja, demonio o lo que sea, nos ha encerrado, en una prisión sin rejas pero una prisión de todos modos.

Tiene que haber una forma de salir, solo que ninguno de los dos damos con ella. Ella está asustada y confundida, no lo dice pero noto que es así. Ninguno de nosotros esperábamos que esto llegará a suceder, cuando partimos en busca de Sariel.

Todos estábamos convencidos de la maldad de Verónica, que no es que no la tenga, pero nunca esperamos que todo fuera un plan de Sariel, que estuviera celoso y guardara tanto rencor hacia su hermana.

Eso la ha dejado muy tocada, ella siempre lo quiso proteger, esperaba grandes cosas, se enorgullecía de sus logros y lloraba con sus caídas.

- Vamos princesa, levanta vamos a buscar una solución. No quiero pasar la eternidad aquí, aunque la compañía es la mejor. Digo tratando de alegrar su corazón un poco.

Ella se levanta y coge mi mano, caminamos en busca de algo que nos pueda ayudar a salir de aquí, llegamos hasta lo que parece una cabaña, pero no puede ser que va a hacer una cabaña aquí? Curiosos nos acercamos a ella.

La puerta se abre sola, esto no me huele bien, aún así soy arrastrado al interior por Heba.

Una anciana está parada junto a una chimenea, su pelo canoso y revuelto no me dan buenos presagios, se gira y puedo ver cómo no tiene ojos, sus cuencas están vacías.

- Siéntate mi reina, te estaba esperando. Dice ella con una voz espeluznante. Con solo recordarla mis vellos se ponen de punta.

- Y usted es? Pregunta Heba curiosa para después sentarse en una silla hecha de huesos, no quiero pensar quienes una vez fueron sus dueños...

- Un día fuí una Lámpade, ahora soy lo que ves. Dice con su mirada vacía puesta en Heba.

- Creía que las Lámpades eran solo un mito? Digo yo sin pensar.

Heba me mira confundido creo que no sabe nada de ellas. Antes de contarle quienes son o eran, la anciana comienza a hablar:

- Las Lámpades eran las ninfas del inframundo. Compañeras de Hécate, la diosa de la brujería, el cruce de caminos, reina de las brujas y los fantasmas, las Lámpades fueron un regalo de Zeus a la lealtad de Hécate en la Titanomaquia. Hubo un tiempo en el que mundo había muchos dioses. Las Lámpades llevaban antorchas y acompañaban a Hécate en sus viajes nocturnos y en sus encantamientos. Algunos relatos cuentan cómo la luz de las antorchas tenian el poder para conducir a los humanos a la locura.

- Muy bien entiendo, supongo que aveces los dioses de los diferentes planos, se mudan a otro plano, esto aveces es confuso. Todavía trato de entenderlo. Dice Heba pensativa.

- Majestad, Lucifer acabo con casi todas, algunas tuvieron suerte y escaparon de aquí con Hécate, otras no corrieron la misma suerte y murieron aquí, yo soy la última superviviente. Durante años me ví obligada a servir a Lucifer entre las sombras pero eso cambio desde tu llegada.

- Siento mucho lo que ha tenido que soportar. Dice Heba apenada.

- Eso ahora no importa lo que importa es que salgas de aquí y cambies las cosas, debes poner en equilibrio la balanza del bien y del mal. Por desgracia ahora está inclinada en el lado del mal, eso traerá consecuencias tanto en el Inframundo como en el mundo superior.

- Pero no podemos salir la hija de Lucifer hizo un encantamiento, no podemos atravesar las puertas del Tártaro.

- Coge mi antorcha está te ayudará a salir procura coger bien fuerte la mano de tu compañero de lo contrario el quedará encerrado en el Tártaro por toda la eternidad.

Heba le agradece, coge la antorcha y se despide de la anciana, su paso es firme y seguro.

- Una última cosa usa la luz de la antorcha para ver dentro de tu oscuridad ella te mostrara muchas cosas de las que ocultas en tu interior, unas te sorprenderán gratamente y otras no tanto...

- Crees que deberías usar la antorcha y si es una trampa? y todo lo que nos ha contado es una falacia. Digo preocupado.

- Que más podemos perder? Ya estamos aquí prisioneros. Dice ella mirándome a los ojos.

Llegamos de nuevo ante las puertas del Tártaro esas puertas que nos niegan la salida. Heba chasquea los dedos y la antorcha se enciende inmediatamente. Me encantaría tener alguno de esos poderes, pero de momento solo puedo admirar todos los dones de mi compañera.

Heba coge mi mano fuertemente, nos miramos fijamente, antes de cruzar la acerco a mi cuerpo y pego mis labios a los suyos, fundiendonos en un largo beso. Y deseando que no sea el último.

Ahora sí estoy listo para cruzar..

Heba "Entre dos mundos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora