Extra 1.

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Baalam

Ese es mi nombre, no recuerdo quien me lo dió y tampoco se de dónde provengo. Mis únicos recuerdos son del Inframundo.

No he conocido el amor, el respeto o el cariño, aquí todo es odio, maldad y oscuridad. Una oscuridad que se alimenta de tu sufrimiento.

Soy un demonio de clase inferior, sin privilegios, aún así tengo el poder de la avaricia y la codicia.

Soy capaz de corromper a cualquier ser vivo. Fui capaz de ascender en el escalafón del Inframundo, gracias a mi perspicacia y logros he llegado a ser capitán, de los ejércitos. Este es solo un cargo pero puedo dar órdenes a todos los demonios de castas inferiores.

No hace mucho llegaron hembras nuevas al Inframundo, me quedé hipnotizado por la belleza de unas de ellas. En ese mismo instante supe que ningún otro la tocaría.

No es fácil doblegarla y eso es algo que todavía me gusta más de ella, ya me ha dado un hijo apenas si tiene unos meses.

Lo he llamado Azrael, no le he querido explicar su significado, espero que cuando crezca lo pueda hacer.

Aquí las cosas han cambiado bastante y no sé si para bien o para mal, nuestro amo y señor Belfegor se ha casado y no con una simple mortal, esta es la hija del Alfa, ese dichoso Alfa por el que no fuimos capaces de hacernos con el control del mundo superior.

Está metiendo ideas estúpidas a todas las hembras, les habla de derechos, de privilegios.. no sé quién se habrá creído esta mujer.

Lo que más temía ha llegado y ni siquiera he sido capaz de hacer nada para impedirlo. Se ha llevado a todas las hembras y a nuestros hijos.

Qué voy a hacer sin ellos? Qué será de mí? Nunca más los volveré a ver? Una sensación nueva se forma en mi cuerpo, siento dolor y tristeza por su ausencia.

Han pasado demasiados años y demasiadas cosas, desde que Belfegor abandono el Inframundo y volvió con Dios.

El caos y la destrucción se han apoderado de este lugar. Lucifer pretendía coronar a su hija. Cómo dueña y señora del Inframundo.

Cuando menos lo esperaba un rayo de luz se colo de nuevo, en mi negro y podrido corazón, mi hijo regresaba al Inframundo acompañando a la heredera.

Por primera vez en muchos años sentí miedo de perderlo de nuevo, ni siquiera sabía si me permitiría acercarme, si me escucharía o si aceptaría mi perdón?

Creí que sería más duro conmigo, pero no, él no se había corrompido, su alma era pura, él era bueno a pesar de ser un demonio. Me pido tiempo y espacio, no tenía nada que perder y por el contrario mucho que ganar, esa familia que tanto ansiaba de nuevo.

Desde ese mismo instante supe, que protegería a la reina y lo protegería a él con mi vida. Ya no me importaba si por protegerlos tenía que pasar la eternidad en la prisión de las Almas.

Ellos se habían convertido en mi prioridad.

Conseguí ganarme su confianza, convirtiéndome en la mano derecha de Heba, los meses que pase sin tener noticias sobre el paradero de Azrael fueron los peores de mi vida.

El desgraciado de Belial se había vengando de Heba, secuestrando a su marido. Gracias a su persistencia y a  la ayuda de su padre y de su abuelo pudieron dar con el paradero de mi hijo y ponerlo a salvo.

Mientras ellos regresaban al mundo de los humanos, yo otra vez quedaba al cargo del Inframundo.

Pero en este maldito lugar, nunca puede durar la tranquilidad demasiado. Una brecha en la prisión de las Almas, ponía en riesgo tanto al mundo superior como al inferior.

Si lograban escapar de allí, se desataría el apocalipsis, no me quedo más remedio que llamar a Heba, sabía que había sido abuelo por las informaciones que llegaban. No deseaba molestarles pero no tenía más remedio, yo no tenía el poder para cerrar la brecha y menos para contenerlos.

Llegaron al inframundo pero él no les acompaño, supongo que Heba decidió que lo mejor era quedarse en casa. Aunque deseaba verlo sabía que estaría más seguro allí.

Heba se volvió loca se lleno de oscuridad destruyó medio inframundo y a los culpables los hizo desaparecer para siempre.

Nada ni nadie parecía poder contenerla, un dolor en mi pecho brotó cuando vi a mi hijo correr hacia ella, pero cuándo había llegado? Porqué no se había quedado en su Manada? Por qué demonios tenis que estar aquí?

Una parte de mi lo sabía era el amor que sentía hacia ella lo que lo hacía arriesgar su propia vida.

Vi como Heba lanzaba uno de sus rayos contra él, en ese preciso instante comprendí lo que era de verdad que el amor.

Proteger a tus seres queridos con tu propia vida, anteponer tu felicidad a la suya propia.

Quería que fuera feliz, que tuviera la oportunidad que yo no tuve. Que criara a sus hijos y que tuviera una vida larga y plena.

Lo protegi con mi cuerpo, ya no me importaba nada, solo él. Con mi último aliento le dije que lo amaba, unas palabras que no había dicho nunca. También le pedí perdón y así oscuridad cubrió mi cuerpo.

Me desperté en una cama, estaba en el palacio podía reconocer la decoración, pero porqué estaba vivo? Eso era algo que no podía entender.

Dios me había dado una nueva oportunidad, a un ser como yo, que era considerado peor que la escoria.

Me pidieron que les acompañara, desde muchos años, quizás demásiados, no había vuelto a salir el Inframundo.

Me llevaron a su casa y pude conocer a mis nietos, eran tres cada uno de ellos poseia una capacidad diferente.

Eso no me importó, lo que de verdad me importaba es que me consideraran parte de la familia, de su familia.

Estuve casi un mes con ellos, un mes diferente, inolvidable, por primera vez en mi vida sabía lo que se sentía al ser amado, llegamos a un acuerdo y durante seis meses al año yo me haría cargo del inframundo, los otros seis meses serían ellos los que vendrían.

Antes de marcharme les pedi un último favor, quería hablar con su madre, deseaba implorar su perdón.

Sabía que quizás no me perdonaría, que yo había sido el causante de mucho de su sufrimiento. Aún así necesitaba decírselo.

Azrael hablo con su madre, me dejaron acompañarlos a su Comunidad, aunque tuve que ir todo el camino con los ojos vendados, no me enfadaré, ni siquiera lo cuestione, entendí perfectamente la situación, qué algo dentro de ellos pudiera hacerles sospechar de dobles intenciones.

Mi hijo se encargó de explicarme qué ellos tenían confianza ciega en mi, pero muchas de esas mujeres eran reacios a mi presencia.

Cuando me encontré con ella de nuevo mi corazón se desbocó, sabía que ella era feliz con su compañera, eso no lo podía cambiar y tampoco quería.

Le pedí perdón, tráete de explicarle mi comportamiento, sabía que no tenía excusas, pero aún así una parte de mí deseaba que ella pudiera comprenderme.

Te perdono.

Esas palabras se clavaron en mi mente, ella había sido capaz de perdonarme. Ahora podía empezar de nuevo, cuidar a mi familia y compensarlos por todos mis errores.

Heba "Entre dos mundos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora