cero dos

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— ¿Dónde estuviste ayer, eh?
— Follándome a tu madre, ¿tú qué tal pasaste la noche?—Dijo acomodándose bien la corbata antes de entrar a la "oficina" de su mujer.
— Hey, te cuidado con esto. —Dijo entre pequeñas risas Kaeya, pasando la yema de su pulgar por la comisura de los labios ajenos. Le quitó el lápiz labial.

Hecho eso, ambos entraron para darle los buenos días a la mujer que, siendo primera hora del día, se le notaba de malas.
— ¿Por qué no llegaste anoche, Childe?—Ignoró por completo el "buen día" del moreno.
—No es la primera vez que lo hago... Fui al bar con Kaeya y Diluc.
— Lo sé, pero te tenía una sorpresa. ¿Qué tal esta noche?—Se levantó de su lugar y abrazó al de ojos azules.
— No puedo, iré a ver lo que me pediste. —La dejó de lado, zafando su abrazo para ir preparando unos tragos para él y el otro.
— ¡Qué malo! Pero está bien, eso me tiene ansiosa.

Cuando la noche cayó, el peliazul y el otro, al salir de su trabajo, estaban a las risas por cómo por amor, su jefa era tan ingenua.
No obstante, sus caminos se dividieron pues era verdad que Childe iría a buscar al camello.

Esta vez no tomó el auto, prefirió caminar con el fin de distraerse con los pequeños ruidos que llegaba a distinguir en medio de la silenciosa y oscura casi madrugada a la vez que se echaba un cigarro.

Seguramente ni lo encuentro, si no ha estado en su lugar nunca, ¿por qué lo estaría hoy?—Estaba a punto de irse del punto cuando notó que un hombre pelinegro, alto y siendo llamativo por sólo llevar un arete en la oreja izquierda, como él, salió y en cuanto sus miradas se cruzaron, notó que estaba que se cagaba del miedo.

— Eres bastante obvio. —Dijo Tartaglia en un torno burlesco y al alcanzar al contrario, adentrándolo más al callejón en el que se iba a esconder y estampándolo contra la pared. — Se supone que si no has hecho nada, estarías tranquilo pero mira, estás a nada de mearte encima.

A quien apenas conocíamos como Zhongli no dijo nada, sólo intentaba evadir su mirada.

— Si te pones tan mal con sólo verme, ¿por qué decidiste ser tan cabrón y robarte el dinero de la mercancía? Ustedes solos se complican la vida...

Chasqueó con la lengua, parecía que estaba hablando con alguien de lento aprendizaje porque no le decía absolutamente nada, ni siquiera le pedía otra oportunidad (algo que es muy común que hagan), por lo que le metió un golpe en la cara con el arma que llevaba en sus pantalones y al tenerlo en el suelo, le apuntó.

— No sé cómo Miss Lumine te contrató, puto retraído. —Bajó la mirada para cargar el arma y justo cuando iba a apuntarle se llevó una sorpresa.

— Mhm... ¿No puedo recompensar la pérdida con otra cosa?—Por fin habló pero seguía siendo algo que nadie se esperaba.

El recién golpeado estaba de rodillas, demasiado cerca del sicario y con toda la intención debido a que estaba pasando su lengua por el pantalón de traje que aquel portaba, siendo más específicos, lamía su entrepierna; posteriormente le daba un ligero mordisco.

— No trates de hacer que te da asco y golpearme otra vez, Nobile. Ese es tu nombre que usas cuando vas a ciertos burdeles, ¿no?

— Estás confundiéndome con otra persona, enfermo. —El mencionado tomó al atrevido por los cabellos, haciendo que se apartara.

— Claro que no, siempre te veo en un burdel en específico, ¿acaso te tengo que enseñar las fotos que te tomé con esos putos y zorras?

— ¡No me jodas! Lumine nunca lo sabrá, no si te mato ahora.
— Hazlo, mátame. Yo mejor que nadie sé que aunque yo no esté, eso llegará a Miss Lumine. —Se levantó y sin previo aviso, estaba abrazado a los hombros de su adversario. — Tú pierdes, así que... Hagámoslo. ¿Podrás negar que no se te paró apenas sentiste mi lengua?

¿Qué mierda pasaba con ese hombre? Tratando de llevar un perfil bajo cuando en realidad es un maldito manipulador. Childe no sabía en si creerle o no, sin embargo, reconocía que el hombre se veía seguro de lo que decía de todas formas; tragó saliva y sí, debió admitir que tampoco era feo, estaba tan bueno que desearía follárselo ahí mismo.

¿De verdad iba a perdonarle la vida a ese con tal de tener un polvo con él?

Sí.

— Si no me gusta, date por muerto.
— Así me gusta...—Tomó a Nobile de la mano. — Vamos a mi casa.

traitor : zhongchiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora