cero tres

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Llegaron a la casa del chico, estaba dentro del callejón y en realidad parecía más una bodega que un hogar, aunque, a pesar de eso tenía una pinta moderna, minimalista; a pesar de ser un camello, era ordenado.

— ¿Y bien? ¿Quieres que vayamos a la cama o nos quedamos acá?—Murmuró Zhongli, apretando la entrepierna ajena de imprevisto, haciendo que por la sorpresa se sentara en el sofá.

Childe ya se arrepentía de haber cedido porque fue tan de la nada, parecía un estúpido cayendo ante la primera persona que le esté acariciando la verga. ¿Qué tal si todo era una farsa y él se delató sólo al ceder? Bueno, de todas formas está rico, se lo quiere follar. Pero espera, le mandaron a matarlo. Su cabeza (al menos la de arriba) no andaba bien esa noche.

¿Qué debería hacer? ¿Quitárselo de encima y matarlo de una vez? Eso sería lo correcto.
Sin embargo, aún se encontraba sin decir nada.

— ¿Quieres que te la chupe?—Habló el de cabello negro y delineado rojo; no esperó la respuesta en realidad, pues ya desabrochaba los pantalones de aquel.

Tartaglia seguía sin ceder ni oponerse, a lo que Zhongli sacó su pene y pasó la lengua por este, humedeciendo su punta para luego metérsela por completo y chuparla hasta que se metió por completo ese falo. El pelinaranja reaccionó al instante de buena manera, parecía que aquel quería comérselo entero que no dejaba de soltar gemidos y empujar su cabeza, esperando que lo metiera más en su cavidad bucal, tan cálida que era su interior.

— Puta madre, ¿de verdad no es un sueño?... Mgh. —Otra vez gimió, embistiendo la boca del camello. Así siguieron hasta que se corrió en su boca.

— Ya es hora de que me satisfagas a mí. —El pelinegro se fue despojando de sus ropas.

Si con la ropa encima, Childe ya había notado la figura del hombre, desnudo era mil veces mejor para ser admirado, tenía abs, a pesar de verse como un flacucho tenía, generalmente un cuerpo grande, no pasando lo exagerado, era el tipo ideal (al menos en lo físico) del sicario, quien dejó de preocuparse por qué pasaría después y tomó al chico de su largo cabello para estamparlo boca abajo contra el sofá, tomándole de las caderas para tener su gran culo alzado y dispuesto para él.

— Si satisfacer es lo que mejor se me da. —Se inclinó hacia el mencionado, metiéndole a la fuerza dos de sus largos dedos a la boca, obligándolo a chuparlos.

Estando lo suficientemente húmedos, metió el primer en el ano ajeno, arrebatándole al pasivo un leve jadeo que fue callando al hundirse con un cojín, apretó este al sentir el segundo dígito y no resistió de soltar sus gemidos cuando lo embistió con los dedos dedos, podía sentir cómo se abría paso en su cavidad que siempre estaba apretada; así estuvieron por unos minutos hasta que el pene del activo se hallaba más que hinchado y palpitante por lo que por fin lo posicionó en el agujero del adverso al dejarlo en paz con los dedos y de una metió la mitad del falo, sacándole unas cuantas lágrimas.

— ¿Te duele? ¿Quieres que lo saque?

— Mhm, no... Me gusta. —Por su cuenta, se movió de adelante hacia atrás, acostumbrándose, dio una embestida que sacó un gemido de ambas partes, finalmente había entrado por completo.

— Mierda, ¿cómo tu culo puede apretarme tanto?

Luego de decir eso, el pequeño lugar fue llenado por gemidos de ambos, el excitante sonido que se hacía cuando sus cuerpos sudorosos y calientes chocaban en cuanto el de cabello naranja se quitó toda la ropa. Pararon no mucho antes de que amaneciera.

— Ahí tienes mi número, búscame cuando te aburras de los del burdel o de Lumine. —Se despidió del sicario con un breve beso con lengua, y al dejarle un pequeño mordisco en el labio inferior, se apartó y cerró la puerta de su casa, si es que eso se le podría considerar como una casa.

traitor : zhongchiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora