삼. real life

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—¿Sunhee, estás bien? —La chica no paraba de mirar a un punto fijo, ni siquiera había tocado la comida, algo que preocupó un poco a su madre.

—Sí, solo estaba pensando en algunas cosas —respondió después de salir del trance, intentando que Minju no notara que, en parte, le mentía.

Desde que aquel desconocido le había ayudado con las cajas no paraba de pensar en él, o mejor dicho, en sus pecas. No era muy común ver a alguien en Corea con ellas, normalmente eran maquilladas, por lo que le resultaron preciosas, le recordaban a las estrellas, y ella las amaba.

—¿Es sobre el trabajo o hay algo más que te inquieta? —Le tenía confianza a su madre, pero no le iba a decir la verdad, más sabiendo que no le volvería a ver y que se le olvidaría.

—Sí, hay tantas cosas que quiero aprender y hacer que no puedo evitar pensar en ello —sonrió esperando a que le creyera, aunque en realidad eso también era cierto, tenía mucha ilusión de lo que le depararía el futuro.

—Te conozco y sé que no es solo eso lo que te está dejando tan pensativa, pero no te obligaré a contármelo. —Algo que Sunhee amaba de ella, era que nunca la presionaba, que siempre esperaba a si quería hablarlo o no—. Te quería pedir un favor.

—Claro, dime, ¿qué tengo que hacer? —preguntó sin pensar en lo que le diría, ya que quería ayudarla con todo lo que pudiera, le daba igual de que se tratara.

—Necesito que mañana te lleves a Dasom contigo, no quiero que se quede solo tanto tiempo y tú tienes libre, según me has contado.

Eso era cierto, la habían asignado en las prácticas con el grupo de K-pop, Eclipse, por lo que al ver un comeback estipulado, mañana los jefes de cada departamento tendrían una reunión para coordinar todo: decidir el concepto, la ropa que llevaría cada una... Así que les dieron el día libre al resto.

—Claro, aunque iba a estar con Hani para hacerle compañía en la madrugada, ya que a esa hora no suele ir nadie. —Sunhee y las demás solían ir a visitar a la mayor, e incluso a ayudarla con algunas tareas de la cafetería—. Le preguntaré si puedo llevarle, aunque no sería la primera vez que va.

—Menos mal, sabes que se pone muy triste cuando se queda solo. —La joven le observó, el canino estaba en su cama mientras mordía uno de sus juguetes, y al sentir que le miraba, dejó de jugar para devolver el gesto—. Ahora deberías empezar a comer, no has probado nada.

Unos minutos después, Sunhee estaba en el sofá al mismo tiempo en que acariciaba a Dasom, quien se había tumbado a su lado con ganas de que le dieran cariño, y al ver la hora que era, decidió llamar a su amiga, esperando que estuviera despierta.

MY UNIVERSE ‐ Lee FelixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora